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Octubre de 1962: la mayor crisis de la era
nuclear (XXI) El hacha de piedra
estaba al doblar de la esquina
RUBÉN G. JIMÉNEZ GÓMEZ (*)
A
las cinco de la tarde de aquel jueves 25 de octubre se efectuó una
reunión del Comité Ejecutivo del Consejo de Seguridad Nacional, en
la que se hicieron los planteamientos interesantes siguientes:
Dean Rusk, secretario de Estado: Informó que Jruschov había
accedido a las conversaciones en New York bajo el auspicio de la
ONU. Nuestra posición sería que durante los dos días próximos de
discusiones preliminares debíamos detener de alguna forma el
desarrollo de la capacidad coheteril en Cuba. Necesitamos saber qué
ocurre en los emplazamientos de cohetes y si realmente hay cabezas
nucleares en Cuba. Mencionó la posibilidad de que estados
latinoamericanos propongan una zona desnuclearizada en América
Latina. Dijo que los cubanos no serán capaces de sobrevivir aislados
políticamente, por lo que deben apoyarse totalmente en los
soviéticos.
Robert McNamara, secretario de Defensa: Planteó que debemos
decidir las medidas que tomaremos para abordar los barcos del Bloque
que llegarán mañana a la línea de inspección: el buque tanque
soviético Grozni y un barco de pasajeros de la Alemania Oriental.
Recomendó que no se detuviera este último, pues si se niega a
detenerse habrá que dispararle al timón o embestirlo, y eso podría
ser muy peligroso para los 1 500 pasajeros. Si se afectan pasajeros
y no se encuentra nada prohibido en el barco, nos veríamos en una
situación muy difícil.
Rusk: Sugirió que podríamos comprar los barcos que se
dirigían a Cuba, pagando al capitán o al dueño lo que pidan por
desertar con las naves; de esta forma aumentaría la presión sobre
los cubanos, estrangulando sus importaciones, sin el uso de fuerza
militar adicional.
JFK: Decidió no detener el barco de la Alemania Oriental.
Robert Kennedy: Dijo que debemos ser cuidadosos para que los
rusos no piensen que estamos echando para atrás.
JFK: Expresó que debíamos actuar con rapidez, porque el
trabajo en los emplazamientos de cohetes continúa y pronto tendremos
que respaldar con hechos la firmeza que hemos mostrado hasta el
momento.
Más tarde los norteamericanos respondieron a U Thant que si
Jruschov mantenía sus barcos fuera del área de la cuarentena, ellos
evitarían la confrontación.
Al final del día el regimiento de Candelaria-San Cristóbal y el
segundo grupo de combate del regimiento de Santa Cruz de los
Pinos-San Cristóbal se encontraban listos para el combate. Además,
esa noche comenzó el traslado, desde el puerto de La Isabela hacia
la región oriental, de las cabezas de combate nucleares que faltaban
para los cohetes alados tácticos FKR.
Mientras tanto, en el Departamento de Estado se recibió un
telegrama del embajador en Francia, en el que se planteaba
fundamentalmente lo siguiente:
El Representante Permanente de Turquía aquí ha planteado que los
turcos dan mucha importancia a los Júpiter, pues los consideran como
el símbolo de la determinación de la Alianza a emplear armas
nucleares contra Rusia si ataca a Turquía, independientemente de que
los Júpiter sean anticuados o no.
Una variante puede ser sustituir los Júpiter por un submarino
Polaris en el área, consultando a los turcos sobre los blancos a
batir por este en caso de guerra, pero hay dudas de que esto sea
atractivo para ellos, pues con los Júpiter sienten más seguridad al
tenerlos en su territorio.
Otra variante para sustituirlos es mediante la creación de las
Fuerzas Nucleares Multilaterales de la OTAN, empleando la modalidad
sugerida de barcos mercantes equipados con cohetes Polaris,
manejados por tripulaciones mixtas de turcos, italianos y
norteamericanos, con blancos de interés para los aliados.
Una de estas variantes nos permitiría ofrecer a los soviéticos la
retirada de los anticuados Júpiter para que ellos puedan salvar la
cara por la retirada de los cohetes de Cuba. Esta gestión, sea o no
aceptable para los soviéticos, sería bien vista por la opinión
pública mundial. (1)
¡Y LA SITUACIÓN SEGUÍA EMPEORANDO!
En aquellos momentos la situación empeoraba cada día. Entre el
círculo que rodeaba al Presidente se fortalecía la expectativa de
que era inevitable el conflicto militar, pues la combinación de las
acciones militares limitadas y las diplomáticas no habían resultado
exitosas. Muchos consideraban que si la parte soviética continuaba
siendo inflexible, a pesar de la "cuarentena", en sus intenciones de
continuar incrementando la preparación de las fuerzas coheteriles,
entonces quedaría como última alternativa la del uso de las armas,
con el golpe aéreo masivo y la ulterior invasión. Esa noche se
conocieron los resultados de la interpretación de las últimas
fotografías aéreas: el trabajo en los emplazamientos de los cohetes
proseguía con un ritmo rápido, mientras que los bombarderos ligeros
IL-28 estaban siendo desembalados y montados, también con rapidez.
Teniendo en cuenta estos factores, el presidente Kennedy dio
indicaciones al Departamento de Estado de comenzar la preparación
para crear un gobierno civil en Cuba después de la invasión y
ocupación del país; también se decidió aumentar la cantidad de
vuelos a baja altura sobre Cuba de dos al día a uno cada dos horas,
violando de forma grosera la soberanía del país.
Viernes 26 de octubre
A las siete de la mañana fue detenido y abordado el primer barco
durante la "cuarentena", era el "Marucla", de propiedad panameña y
matrícula libanesa; había sido fletado por la URSS y viajaba hacia
Cuba desde el puerto de Riga. Había sido cuidadosamente escogido por
el presidente Kennedy para ser detenido y registrado. Con esto
demostraba a Jruschov que estaba dispuesto a hacer efectiva la
"cuarentena" y no suponía un ataque directo a los soviéticos, pues
no era de su propiedad. En el barco no se encontró arma alguna y le
fue permitido continuar viaje hacia Cuba. Poco después pasó la línea
de intercepción el barco de pasajeros de Alemania Oriental, aunque
hubo quienes solicitaron su detención pues no era propiedad de la
URSS. En definitiva, el Marucla fue el único barco inspeccionado
durante toda la "cuarentena".
Este día el Secretario General Interino de la ONU, U Thant,
recibió una carta de Jruschov con la comunicación de que aceptaba la
proposición hecha el día anterior; por lo que en lo adelante los
barcos soviéticos se mantendrían fuera del área de intercepción,
aunque señalaba que esa situación no podría prolongarse.
A partir de aquella mañana se incrementaron los vuelos rasantes
sobre la Isla, con lo que aumentaba el peligro de un golpe aéreo
sorpresivo aprovechando esa situación. Esto fue confirmado en un
comentario hecho por el asesor presidencial Theodore Sorensen:
"Estos vuelos no solamente proporcionarían un mejor reconocimiento
aéreo sino, a la vez, un sistema para acosar a los rusos y humillar
a Castro(...) La rutina de la vigilancia aérea de la Isla, además,
podría facilitarnos en un momento dado el lanzamiento de un ataque
por sorpresa". (2)
Teniendo en cuenta esta circunstancia y el hecho de que los
vuelos rasantes constituían una violación grosera de la soberanía
del país, el Comandante en Jefe Fidel Castro tomó la decisión de
impedirlos y ordenó que a partir del amanecer del 27 de octubre se
abriera fuego contra todo avión enemigo que violara el espacio aéreo
de Cuba. Inmediatamente se comunicó al general de ejército Pliev,
jefe de la ATS, que Fidel quería reunirse con él; el propósito del
encuentro era informarle la decisión del mando cubano de disparar
contra los aviones en vuelo rasante al día siguiente.
A las diez de la mañana se efectuó en Washington la reunión del
Comité Ejecutivo del Consejo Nacional de Seguridad, donde se
realizaron, entre otros, los planteamientos siguientes:
Rusk: Manifestó que el objetivo de las negociaciones que
comenzaban a través de U Thant eran lograr el compromiso de que no
se construirían nuevos emplazamientos en Cuba, no hubiera nuevos
embarques militares adicionales, se desactivaran las armas
existentes en Cuba y que la ONU inspeccionara en el terreno mediante
un cuerpo de 350 inspectores técnicamente capaces. Además, los
buques de guerra norteamericanos se mantendrían cerca de todos los
puertos cubanos para garantizar que no hubiera desembarcos
desconocidos por los inspectores. En relación con la zona libre de
armas nucleares dijo que Puerto Rico y la Zona del Canal serían
excluidos.
JFK: Señaló que el plan propuesto inicialmente por Brasil en
septiembre pasado no solo planteaba una zona libre de armas
nucleares en América Latina, sino también la garantía de la
integridad territorial de todos los estados de la región, y preguntó
si podrían comprometerse a no invadir a Cuba.
Rusk: Comentó que estamos comprometidos a no invadir a Cuba,
ya que hemos firmado la Carta de la ONU.
Adlai Stevenson, embajador ante la ONU: Predijo que los rusos
nos pedirían una nueva garantía para la integridad territorial de
Cuba y el desmantelamiento de los cohetes estadounidenses en
Turquía.
John McCone, director de la CIA: No estaba de acuerdo con la
retirada de los cohetes de Turquía y pensaba que los inspectores que
se enviaran a Cuba debían ser de los Estados Unidos, conocedores de
cohetes estratégicos.
Mientras tanto, Alexandr Feklisov había invitado a almorzar a
John Scally en el restaurante "Occidental". Durante la conversación
de sobremesa Scally declaró que: "Todos los integrantes del Comité
Ejecutivo estaban cada vez más a favor de aprobar la propuesta de
los militares para invadir inmediatamente a Cuba; ellos aseguraban
al Presidente que acabarían en 48 horas con los cohetes soviéticos y
con el régimen de Castro".
En respuesta Feklisov declaró que el pueblo cubano, encabezado
por Fidel Castro, estaba dispuesto a librar un combate muy duro y
defenderían su Patria hasta la última gota de sangre. La batalla
sería cruel, sangrienta y duradera. Además, en su opinión aquello
dejaría las manos libres a Jruschov para asestar el golpe de
respuesta en un punto vulnerable en otra región del mundo.
Scally preguntó si podría ser en Berlín Occidental y el soviético
respondió que era perfectamente posible, que cuando los tanques
rusos atacaran en avalancha y los aviones de asalto lo barrieran
todo en su camino en vuelo rasante, podrían tomar Berlín Occidental
en menos de 24 horas. Poco después se despidieron, expresando la
esperanza de que los dirigentes de los dos países no permitirían el
estallido de la guerra.
Cuenta Feklisov que nadie lo había autorizado a hablar en esos
términos con Scally, ni a plantear la posible ocupación de Berlín
Occidental como respuesta a la invasión a Cuba. Aquella misma tarde
Scally telefoneó a la embajada y le pidió que se encontraran de
inmediato. Cuando estuvieron frente a frente Scally le informó que
cumpliendo un encargo de la "más alta autoridad", él proponía las
siguientes condiciones para llegar a un arreglo en la Crisis:
1. La URSS desmontará y retirará de Cuba las rampas coheteriles
bajo la supervisión de la ONU.
2. Los Estados Unidos levantarán la cuarentena.
3. Los Estados Unidos harán públicamente el compromiso de no
invadir a Cuba.
Entonces le pedí que precisara el significado de la "más alta
autoridad", y él dijo, recalcando cada palabra: "John Fitzgerald
Kennedy, el presidente de Estados Unidos". Le aseguré que informaría
inmediatamente sobre esta propuesta. ¡Así lo ha contado Alexandr
Feklisov muchos años después de los sucesos!
(3)
Las fotos obtenidas en los vuelos a baja altura del día anterior
mostraban el rápido desarrollo de los emplazamientos de cohetes de
alcance medio en Cuba y, además, confirmaron la presencia de cohetes
tácticos "Luna", los que podían ser equipados con cargas
convencionales o nucleares; por esta causa la Junta de Jefes de
Estados Mayores (JJEM) autorizó al almirante Dennison a equipar las
fuerzas de invasión con sistemas portadores con capacidad nuclear,
específicamente, obuses de ocho pulgadas y cohetes "Honest John",
comparables a los "Luna", pero prohibió la introducción de armas
nucleares en Cuba sin una aprobación ulterior. Esto solo podría
hacerse si las tropas soviéticas disparaban armas nucleares tácticas
para defender la Isla y si, conforme a las leyes norteamericanas, el
Presidente autorizaba a responder con tales armas.
En los círculos oficiales de los Estados Unidos se consideraba
que sus tropas no necesitaban armas nucleares para vencer en Cuba,
dada la superioridad en armas convencionales y efectivos; por lo que
teniendo en cuenta la suposición del pequeño número de tropas
soviéticas en la Isla, los planificadores militares pensaban que no
tendría sentido que los defensores emplearan ese tipo de armas,
arriesgando así una escalada de las acciones. Se creía que, aunque
esta era una "posibilidad" que se podía aceptar, no era "probable".
Nadie sospechaba siquiera que el arsenal nuclear táctico en Cuba
alcanzaba las 98 armas de esta clase, y que inclusive una de ellas,
el cohete alado FKR, era capaz de alcanzar con esas municiones los
cayos del sur de la Florida.
Esa tarde se recibió una carta de Jruschov para el Presidente.
Era larga y emotiva, y resultaba evidente que había sido escrita
personalmente por él. El aspecto emotivo se refería fundamentalmente
a los muertos y la destrucción que acarrearía una guerra nuclear.
Repetía una y otra vez que eso tenía que evitarse; ya cerca del
final planteaba: "Si se dieran aseveraciones del presidente y del
gobierno de los Estados Unidos, de que ese país no participará en la
invasión a Cuba e impedirá a otros que realicen actos similares y si
ustedes retiran su flota, esto cambiaría de inmediato(...) Entonces
cesaría también la cuestión sobre el armamento, ya que si no hay
amenaza el armamento es una carga para cualquier pueblo". (4)
CUANDO LA PAZ MUNDIAL PENDÍA DE UN CABELLO
La Casa Blanca también publicó una declaración amenazante sobre
la continuación de la instalación de cohetes en Cuba, la que
finalizaba señalando: "En resumen, no hay pruebas, hasta la fecha,
que indiquen la menor intención de desmantelar estas bases de
cohetes o de interrumpir el trabajo en las mismas. Por el contrario,
los soviéticos siguen construyendo rápidamente sus instalaciones
para los cohetes y sus rampas de lanzamiento, mientras procuran
disimular sus esfuerzos a toda costa".
(5)
Durante el atardecer y la noche se efectuó la reunión del
Comandante Fidel Castro y el General Pliev, Jefe de la Agrupación de
Tropas Soviéticas, la que se desarrolló en la Jefatura de la ATS y
en presencia de los miembros del Consejo Militar de la misma. El
líder cubano, después de argumentarles la causa de la decisión de
hacer fuego contra los aviones en vuelo rasante a partir del
amanecer del día siguiente, aprovechó para persuadir al jefe
soviético de la necesidad de incorporar los radares de los grupos
coheteriles antiaéreos a la guardia combativa, con el objetivo de
detectar las incursiones aéreas enemigas con tiempo suficiente.
Además, le sugirió insistentemente que no mantuviera los cohetes
concentrados en un lugar, como una elemental medida de precaución
para preservarlos de un ataque aéreo sorpresivo, pues este no
tendría éxito si quedara aunque fuera un tercio de los proyectiles
en buen estado. En la reunión, el jefe de la ATS mandó a buscar a
distintos jefes de unidades y todos declararon que estaban listos
para el combate. (6)
Sobre la base de la información disponible, incluida la transmitida
por agentes, y el análisis de la situación que fue realizado, los
mandos cubano y soviético llegaron a la conclusión de que era
inminente una agresión de los Estados Unidos contra Cuba, con mayor
probabilidad un golpe aéreo masivo, el que debía esperarse en las
próximas 24-72 horas, es decir, entre el 27 y el 29 de octubre.
El mando soviético envió un informe a Moscú sobre la situación
existente y la decisión de los cubanos de disparar contra los
aviones en vuelo rasante, y solicitó instrucciones sobre la forma de
actuar en las condiciones creadas, pero el Ministerio de Defensa no
respondió. En este informe también se planteaba la conclusión acerca
de la inminencia del ataque norteamericano.
Esa noche, en Washington, se reunieron en secreto el embajador de
la URSS, Dobrinin y Robert Kennedy. Durante la conversación el
diplomático soviético expresó que en Turquía había una base
coheteril norteamericana y no se planteaban situaciones extremas con
ella. El Fiscal General respondió que si la URSS estaba interesada
en la salida de los cohetes de Turquía lo consultaría de inmediato
con su hermano. Salió del salón donde se encontraban, regresó poco
después y dijo que se podía examinar la cuestión de los cohetes de
Turquía. El contenido de la entrevista fue informado de inmediato al
Kremlin.
A las 9:30 p.m. la Jefatura de la ATS autorizó que se comenzara a
trabajar con todos los equipos de comunicaciones por radio y que los
radares y demás medios de los complejos coheteriles antiaéreos
irradiaran al espacio; los grupos fueron puestos en régimen de
preparación de seis minutos. A los jefes de unidades de la defensa
antiaérea se les autorizó a abrir fuego contra los aviones que
atacaran las posiciones y objetivos de las tropas. Además, con el
objetivo de reducir el tiempo de preparación para la primera salva
con los cohetes de alcance medio, durante esa noche y por decisión
del general de ejército Pliev, las cabezas de combate nucleares
fueron llevadas desde el almacén central de la Agrupación hacia las
regiones de los asentamientos de campaña de los regimientos, para lo
que se emplearon camiones especiales climatizados. A los regimientos
coheteriles les fueron puntualizadas las misiones de combate y les
entregaron las tareas de vuelo que habían sido debidamente
preparadas para los cohetes; estas tareas eran capaces de garantizar
que las cabezas nucleares lanzadas con cada uno de ellos
describieran las trayectorias previstas desde las rampas de
lanzamiento hasta los blancos seleccionados en el territorio de los
Estados Unidos. No obstante, ni uno solo de los cohetes R-12 fue
abastecido con combustible y oxidante, no se efectuó el acoplamiento
de las cabezas de combate ni se introdujeron las tareas de vuelo.
Pero de todos modos, era como si en las mismas estuvieran apresadas
decenas de millones de vidas humanas e incalculables cantidades de
riquezas materiales del país más poderoso del mundo, las cuales
corrían el peligro de perder su cohesión y convertirse en partículas
atómicas elementales disgregadas durante las próximas horas o días,
si los dirigentes de las dos grandes potencias no actuaban de una
forma cuerda y responsable. En realidad, a partir de ese momento el
hacha de piedra estaba al doblar de la esquina. (Continuará)
(*) Teniente coronel (r) y fundador de las Tropas Coheteriles
1 Relaciones Exteriores de los Estados Unidos 1961-1963. Volumen
XI... Ob. Cit., documento 75.
2 Sorensen, Theodore C.: Kennedy, el hombre, el presidente.
Ediciones Grijalbo S.A., Barcelona-México, 1966, p. 1054.
3 Operación Estratégica "Anadir" ¿Cómo fue?... Ob. Cit.
4 Un pueblo invencible... Ob. Cit., p. 51.
5 Kennedy, Robert: Trece días (La crisis de¼
Ob. Cit., pp. 171-172.
6 Castro Ruz, Fidel: Declaraciones en la Reunión Tripartita sobre la
Crisis de Octubre efectuada en La Habana en 1992.
Entregas anteriores:
·
Octubre de 1962: la mayor
crisis de la era nuclear (XX): La respuesta de la Revolución
·
Octubre de 1962: la mayor crisis de la era
nuclear (XIX): Crecen las tensiones; se desata la guerra
mediática
·
Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (XVIII):
¿Había llegado la hora para una invasión a Cuba?
·
Octubre de 1962: la mayor crisis de la era
nuclear (XVII): La Crisis en pleno
apogeo
·
Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (XVI):
Bloqueo, pero después el golpe aéreo
·
Octubre de 1962: la mayor crisis de la era
nuclear (XV): Atacar o no atacar, he ahí la cuestión
·
Octubre de 1962: la
mayor crisis de la era nuclear (XIV): La histeria se desencadena
·
Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (XIII): La clave
que nunca se usó: “Al Director: la cosecha de caña de azúcar marcha
con éxito”
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Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (XII): Nunca
rendiremos cuentas de nuestra soberanía
·
Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (XI): Si Jruschov
hubiera escuchado los planteamientos que le hicimos no ocurre la
crisis
·
Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (X): Si Jruschov
hubiera escuchado los planteamientos que le hicimos no ocurre la
crisis
·
Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (IX): Si Jruschov
hubiera escuchado los planteamientos que le hicimos no ocurre la
crisis
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Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (VIII): Si
estamos haciendo una cosa absolutamente legal, absolutamente justa,
¿por qué ocultarlo?
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Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (VII): Ocupando
posiciones
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Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (VI): La
travesía, ¿en qué condiciones?
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Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (V): Una reunión
histórica y una decisión de última hora
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Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (IV): ¡Manos a la
obra!
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Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (III): Algunos
errores de apreciación
·
Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (II): Nacimiento
y aprobación de la Operación “Anadir”
·
Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (I): Surge una
idea audaz e inesperada |