Cumpliendo indicaciones directas del mando superior, la jefatura
de la Flota del Norte, utilizando sus especialistas, realizó de
forma encubierta la instalación de cargas de sustancias explosivas
en el barco, en los lugares señalados por el mecánico principal;
estas cargas servirían para efectuar la voladura del casco de la
nave y el hundimiento rápido de la misma en el caso de que fuera
ocupada por el enemigo. La dirección del sistema de voladura fue
instalada en un local independiente ubicado junto al camarote del
capitán, el cual se encontraba cerrado y sellado. El jefe del convoy
militar, coronel Nicolai Beloborodov, tenía permanentemente las
llaves del local y del equipo de voladura. En correspondencia con
las instrucciones recibidas, debía tomar conjuntamente con el
capitán la decisión acerca de la voladura del barco: el capitán
informaría de ello al Centro, mientras que el jefe del convoy
ejecutaría la decisión.
Con el objetivo de aumentar los medios de autodefensa del barco
contra un posible ataque, esta fue la primera embarcación de la
Flota Mercante de la URSS en la que fueron montadas las dos
instalaciones de cañones antiaéreos dobles de 23 mm, una en el
castillo de proa y la otra en la popa. La partida se produjo en la
tarde del 16 de septiembre de 1962. Sobre este acontecimiento fue
informado personalmente Nikita Jruschov. A partir de esa fecha, los
capitanes de los barcos mercantes y los jefes de los convoyes
militares tenían la orden de responder con fuego si una nave era
atacada en el mar. El ataque, por barcos o aviones extranjeros debía
ser interpretado como una agresión contra la Unión Soviética. Debían
notificar de inmediato a Moscú y hacerle frente al ataque con las
instalaciones de cañones dobles antiaéreos emplazadas de forma
oculta en cada una de las embarcaciones. Los capitanes de los barcos
soviéticos tenían autoridad para decidir si respondían o no con
fuego al ataque, en dependencia de las circunstancias, y se les
ordenó transmitir en texto abierto sus partes sobre la acción
enemiga. Sin embargo, debían transmitir lo relacionado con su
respuesta al ataque en forma codificada, para que Moscú pudiera
presentar el incidente como un acto de piratería contra una nave
pacífica y desarmada. Estaba claro que aquello era un riesgo, pues
si se producía un incidente y se descubrían los cañones enmascarados
a bordo de la nave, esta perdería todas sus ventajas legales para la
protección a la luz de lo estipulado al respecto por el Derecho
Internacional.
Afortunadamente, las actividades de vigilancia estadounidenses,
aunque intensas hasta llegar casi al hostigamiento, nunca escalaron
la violencia; mientras que las embarcaciones y avionetas piratas
tripuladas por contrarrevolucionarios de origen cubano, a pesar de
sus bravuconerías y declaraciones belicosas, no se arriesgaron a
lanzarse, sabían que eso era jugar con candela y que podían
quemarse; más valía continuar los ataques a embarcaciones de
pescadores y a soñolientos puntos costeros durante la madrugada,
aprovechando la sorpresa.
Este día llegó al puerto de Mariel la motonave Poltava, la que
trasladó a Cuba los primeros elementos del regimiento coheteril
estratégico que sería emplazado en la región de Candelaria-San
Cristóbal, provincia de Pinar del Río, en la parte occidental de la
Isla, incluyendo ocho cohetes de combate R-12. En general, la
decisión de trasladar la división coheteril estratégica después que
se trasladaron casi todas las grandes unidades y unidades de la
Agrupación de Tropas Soviéticas en Cuba, no fue del todo acertada.
Esto provocó que en el periodo de mediados de septiembre a octubre,
a los puertos de la isla solo arribaron, fundamentalmente, buques
con pequeñas unidades y medios técnicos de las Tropas Coheteriles
Estratégicas. La gran acumulación de máquinas especiales y equipos
de grandes dimensiones en los puertos de destino, por sí misma, no
podía dejar de atraer la atención de la población local y, por ende,
la de los agentes enemigos. Más racional hubiera sido que después de
emplazadas algunas unidades que garantizaran la defensa antiaérea y
terrestre mínima en una región, se trasladaran los medios
coheteriles de la misma, y así sucesivamente; esto también hubiera
posibilitado que el primer regimiento en llegar hubiera estado listo
para el combate de dos a tres semanas antes de lo que se obtuvo
mediante la variante de traslado que se utilizó. Otro detalle que
dificultó las operaciones estuvo constituido por el hecho de que
cada uno de los regimientos de las unidades coheteriles, y de todas
las unidades en general, transportó los materiales de construcción
que necesitaba: madera, cemento, piezas de metal, elementos
prefabricados de concreto, etc., lo que hizo más engorrosos y
prolongados los procesos de carga y descarga de los medios de las
unidades en los puertos de la URSS y Cuba; hubiera sido mejor
trasladar todos aquellos materiales de construcción de forma
centralizada, como carga comercial, con lo que se aligeraban
considerablemente estos procesos para las unidades de combate.
Posteriormente, en Cuba se pudo hacer la distribución centralizada
de estos medios por regiones.
Por aquellos días, los servicios de inteligencia norteamericanos
recibieron los primeros informes más o menos dignos de crédito sobre
la presencia de cohetes balísticos de alcance medio en la Isla.
El 17 de septiembre se celebró una inusitada reunión conjunta de
los Comités de Relaciones Exteriores y de Servicios Armados del
Senado norteamericano para analizar la situación existente en Cuba y
los proyectos presentados para invadir el país, invocando la
Doctrina Monroe. La Reunión se prolongó durante cinco horas y estuvo
tan concurrida que no alcanzaron los asientos para los legisladores
y altos funcionarios del Gobierno que asistieron al debate. Los
proyectos presentados ofrecían distintos matices, pero no alteraban
el propósito central: invocar la Doctrina Monroe para agredir
militarmente a Cuba, en última instancia, y probar inicialmente con
un bloqueo naval del cual no se libra-rían ni los aliados de la
OTAN. (1) Todos estuvieron de acuerdo en la conveniencia de invocar
la Doctrina Monroe a falta de otro basamento legal (NA: ¡¿o
ilegal?!) al que pudieran apelar.
En la prensa se hizo una ruidosa campaña para actualizar la
famosa doctrina. Pocos días después la revista Time propugnó el
ataque militar a Cuba con gran despliegue, justificándolo con la
Doctrina Monroe. Enumeraba gustosamente los nombres de los
personajes políticos que la invocaban para poder atacar la Isla:
El senador republicano Kenneth Keating declaró en el Congreso
que la Doctrina Monroe era la piedra angular de la política exterior
norteamericana y había sido violada.
El representante demócrata O. C. Fisher demandaba el bloqueo
naval de Cuba porque los soviéticos estaban violando la Doctrina
Monroe.
El senador demócrata Thomas J. Dodd decía que los Estados
Unidos de-bían invocar la Doctrina Monroe para proclamar un embargo
total contra Cuba.
Spruille Braden, exsecretario asistente de Estado para
Asuntos Interamericanos (y exEmbajador en Cuba), solicitaba la
invasión militar en nombre de la Doctrina Monroe.
El exPresidente Harry S. Truman declaraba que "la razón por
la cual tenemos problemas con Cuba es porque Eisenhower no había
tenido agallas para imponer la Doctrina Monroe".
El senador Prescott Bush presentó una enmienda por la que se
declaraba que los Estados Unidos tenían el derecho y la obligación
de atacar a Cuba. Su enmienda haría saber a la Unión Soviética que
la Doctrina Monroe no estaba muerta, sino que permanecía como una
parte integral de la política exterior y como tal tenía que ser
impuesta y respetada. (2)
Es necesario señalar que semejante agitación belicista se
encontraba en su apogeo antes de que se descubrieran los cohetes en
Cuba, pues formaba parte de las medidas encaminadas a crear un
estado de opinión nacional e internacional, que sirviera de telón de
fondo al plan general de invasión que preparaba meticulosamente el
Pentágono.
El propio día 17 salió del puerto de Feodosia, en el Mar Negro,
el barco mercante Krasnograd, transportando la primera parte del
personal y los medios técnicos del tercer regimiento de cohetes
estratégicos, que se emplazaría en la zona de Santa Cruz de los
Pinos-San Cristóbal, región occidental de Cuba. Entre los medios
técnicos se encontraban seis cohetes R-12 de combate.
Por aquellos días se había presentado una situación
extraordinaria en el regimiento aéreo de caza que acondicionaba sus
posiciones en el aeródromo cercano a la ciudad de Santa Clara. La
cuestión consistía en que, durante la planificación de la maniobra
del regimiento, alguien había cometido un burdo error de cálculo,
como consecuencia del cual los contenedores con los aviones de
entrenamiento MIG-15 UTI fueron los últimos en llegar a Cuba en
lugar de ser los primeros. La cosa era que ya estaban armados y
listos para ser probados en vuelo varios de los cuarenta MIG-21 F13
con que contaba el regimiento y había llegado una parte de los
pilotos, pero estos arribaron vencidos después de tan largo y lento
viaje. En correspondencia con las normas soviéticas, cuando los
pilotos de aviones de combate no vuelan regularmente y transcurre
cierto intervalo de tiempo sin hacerlo, se considera que se han
vencido para el vuelo, pues se pierden los hábitos necesarios en su
peligrosa labor, en la que muchas cosas se hacen con frecuencia de
una forma automática, instintiva casi, pues no hay tiempo para
ponerse a pensar y razonar. Cuando esto le sucede a un piloto de
combate tiene que realizar un ciclo de preparación para los vuelos,
el que incluye obligatoriamente el pilotaje en aviones de
entrenamiento biplazas como el MIG-15 UTI, con el objetivo de
restablecer los hábitos perdidos o amodorrados.
En definitiva, el comandante del regimiento, coronel Nicolai
Shivanov, se vio obligado a tomar una decisión arriesgada, pero
necesaria: comenzar a volar en los aviones de combate sin el
entrenamiento previo de los pilotos en los MIG-15 UTI. El 18 de
septiembre, el navegante mayor del regimiento, teniente coronel
Vladimir Grol, despegó con el primer avión, describió un círculo, se
alejó más allá de los límites del aeródromo y luego pasó en vuelo
rasante sobre la pista de aterrizaje, después de lo cual tomó tierra
sin novedad. Entonces debe haber respirado con alivio el coronel
Shivanov. Los vuelos de los demás pilotos también transcurrieron sin
complicaciones. Pero si el destino hubiera querido que cualquiera de
ellos se hubiera accidentado junto con su máquina, seguramente no le
hubiera ido muy bien al osado comandante, ni teniendo en cuenta la
situación, ni la disposición combativa ni nada, pues había tomado
una decisión muy riesgosa.
Ese mismo día, mientras los pilotos soviéticos volaban en el
cielo de Santa Clara, el exvicepresidente Richard M. Nixon, quien
después de lo de Watergate y su renuncia obligada pasó a ser
conocido como Dirty Dick, llamó a establecer una cuarentena
para detener el incontenible flujo de armas desde la URSS hacia
Cuba. Además, los aviones del Comando Aéreo Táctico norteamericano
comenzaron a participar en los entrenamientos para respaldar un plan
de contingencia de bombardeo a Cuba, conocido por la denominación
codificada de OPLAN 312.
Al día siguiente, los Comités de Relaciones Exteriores y de
Servicios Armados del Senado aprobaron el texto de una Resolución
Conjunta que había sido propuesta sobre Cuba, en la que se
autorizaba al Presidente para utilizar las tropas de ese país si
fuera necesario con el objetivo de resistir a la agresión comunista
contra el Hemisferio. Esta resolución fue aprobada el 20 de
septiembre en el Senado norteamericano con votación de 86 a 1, era
en realidad una "patente de corso" otorgada al presidente Kennedy;
el documento le concedía la facultad de hacer uso de las armas a su
discreción contra Cuba por sus supuestas actividades agresivas y
subversivas en cualquier parte del Hemisferio, así como para impedir
la creación o el uso en la Isla de una capacidad militar que pusiera
en peligro la seguridad de Estados Unidos.
El día 21, en su discurso ante la Asamblea General de la ONU, el
ministro de Relaciones Exteriores soviético, Andrei Gromiko,
advirtió que un ataque norteamericano contra Cuba significaría la
guerra con la Unión Soviética.
El 22 de septiembre de 1962, la motonave Nikolaevsk llegó al
puerto de Isabela de Sagua con los últimos elementos del regimiento
aéreo de caza que estaba ubicado en los alrededores de la ciudad de
Santa Clara. Ese mismo día arribó al puerto de Casilda la motonave
Kimovsk, la que entre otras cosas transportaba ocho cohetes R-12,
seis de ellos de combate y dos de instrucción, todos destinados al
regimiento que se estaba emplazando en la región central de la Isla.
Refiriéndose al traslado en secreto de los cohetes estratégicos
por las carreteras y caminos de Cuba, el Comandante en Jefe Fidel
Castro expresó posteriormente: "Los cubanos cumplieron su parte
en el mantenimiento del secreto. Ya era un secreto en que
participaban miles de personas. Porque cuando empiezan a moverse
tantas armas y tropas un gran número de personas recibe información.
Tuvimos un trabajo muy duro para mantener la discreción. Todo el que
sabía algo era aislado en alguna unidad militar. Pero llegó un
momento en que era imposible aislarlos a todos debido a la cantidad;
entonces se les pedía la máxima discreción. Pero llegó a ser un
secreto compartido por miles y miles de gente. Para trasladar un
proyectil de esa naturaleza hacen falta muchas cosas: camiones,
choferes, puertos, grúas, etc. Al principio vinieron otros
armamentos, pero cuando se hizo evidente que estábamos instalando
esos proyectiles hubo que tomar muchas medidas de control. Pero hay
un momento en que eso lo saben miles y lo sospechan decenas de
miles; llega un momento en que es un secreto de todo el pueblo
casi". (3)
A principios de la tercera decena de septiembre, en el barco
mercante Fisik Vavilov, llegaron a Cuba las últimas unidades de la
defensa antiaérea, con lo que se completaba la división que protegía
la parte oriental de la Isla. El jefe de la división con su estado
mayor y los órganos de dirección se instalaron en la ciudad de
Camagüey, mientras que los estados mayores de los regimientos se
ubicaron en Ciego de Ávila, Victoria de las Tunas y Santiago de
Cuba. El plazo establecido para efectuar el despliegue total en el
orden combativo de la división y para que todas las pequeñas
unidades comenzaran a realizar la guardia combativa, abarcó desde el
23 de septiembre hasta el 20 de octubre.
Hay que señalar que ya en aquellos momentos se encontraban listos
para el combate en sus emplazamientos fortificados más de la mitad
de los 24 grupos coheteriles antiaéreos que integraban las dos
divisiones, mas el mando soviético dio órdenes estrictas desde Moscú
para que no se disparara contra los aviones de exploración del
enemigo, con el objetivo de no empeorar una situación que ya era de
por sí bastante tensa. Incluso se prohibió que los medios de
radiolocalización de los grupos irradiaran al espacio, para evitar
su detección por el enemigo y que este conociera previamente la
composición y el orden combativo de las Tropas de la Defensa
Antiaérea. En realidad, esta decisión no se justificó, pues aparte
de la influencia negativa ocasionada por el hecho de que no se
actuara contra los medios de exploración enemigos, este fue capaz de
descubrir previamente, mediante la fotografía aérea, los
emplazamientos de casi todos los grupos coheteriles antiaéreos, por
lo que el enemigo conoció previamente la composición y el orden
combativo de esas unidades.
Es posible que el alto mando soviético no se imaginara la calidad
y el elevado grado de definición que tenían las imágenes de la
superficie terrestre obtenidas por los medios fotográficos
instalados en los aviones U-2, mientras estos volaban a alturas del
orden de los veinte kilómetros; de otro modo no se concibe que
pudieran dejarlos volar libremente y se mantuvieran confiados en que
se preservaría el secreto de los emplazamientos de sus unidades, que
se veían desde el aire como si fuera una gran pelota de baloncesto.
El 25 de septiembre, el Congreso norteamericano aprobó la
resolución que otorgaba al presidente Kennedy la autoridad necesaria
para llamar al servicio activo a 150 000 reservistas por un plazo no
mayor de doce meses, si lo consideraba necesario. Al mismo tiempo,
en Moscú, el Consejo de Defensa decidió suspender el envío a Cuba de
la escuadra de barcos de superficie y de la división de submarinos
portacohetes, lo que se debió a la preocupación por la capacidad
soviética para suministrarles todo lo necesario si se de-sencadenaban
las acciones combativas, además de que su presencia alarmaría
grandemente a políticos y militares norteamericanos. (4)
El día 26, la Cámara de Representantes de los Estados Unidos
aprobó la resolución conjunta sobre Cuba por 384 votos a favor y
siete en contra. Esta resolución resumía toda la política de
hostilidad que había caracterizado la conducta de los gobernantes
norteamericanos en relación con Cuba, a partir del triunfo de la
Revolución en la Isla; política que violaba los más elementales
principios del Derecho Internacional, de la Carta de la ONU y hasta
los más elementales conceptos de la ética y la hidalguía, pues
proclamaba abiertamente el uso de la fuerza por una nación grande y
poderosa contra un país pequeño y subdesarrollado.
Por aquellos días ya se desarrollaba a todo tren la preparación
de los emplazamientos en los dos regimientos de cohetes de alcance
medio que estaban arribando. Era una misión muy voluminosa. Los
trabajos se desarrollaban día y noche. Al oscurecer se comprobaba el
estado de la técnica y se realizaban clases y ejercicios complejos
en las posiciones de despegue para mantener o perfeccionar el nivel
de preparación del personal. Cada regimiento estaba formado por dos
grupos de combate, integrados por cuatro posiciones de lanzamiento
cada uno.
En ellos había que acondicionar las cuatro rampas de lanzamiento,
construir un silo de 25 metros de largo por 11 de ancho para
almacenar las cabezas de combate nucleares; este silo se
confeccionaba por el sistema de arcos prefabricados de hormigón.
También había que preparar los pisos de concreto para almacenar los
cohetes bajo tiendas de campaña, preparar los almacenes y el área de
vivienda del personal, la que al inicio fue de tiendas de campaña,
además de los puestos de mando de los jefes de los grupos de combate
y de los regimientos, pues se decidió ubicar el estado mayor de cada
regimiento en uno de sus grupos de combate.
Las rampas de lanzamiento se colocaron en línea irregular, en
forma de zigzag, a una distancia de alrededor de doscientos metros
entre ellas. El perímetro del área de cada grupo de combate fue
rodeado por una cerca de alambre de púas con postes. Dentro de esa
área la seguridad estaba a cargo de los soviéticos, que a cierta
distancia construían garitas de vigilancia y puntos de control en
las entradas. Estas cercas perimetrales fueron ubicadas a una
distancia tal de las posiciones de lanzamiento que impedía que el
disparo directo de las armas de infantería dañara los cohetes.
En aquellos momentos, el sistema empleado para garantizar el
funcionamiento de cada rampa de lanzamiento estaba integrado por un
conjunto de armamento, moderno para la época, que contaba con más de
veinte medios técnicos diversos y 150 hombres para atenderlo.
En un corto intervalo de tiempo y en condiciones extenuantes de
trabajo se realizó una tarea enorme: se construyeron las posiciones
de lanzamiento con todos los elementos de hormigón que estaban
previstos, más algunos senderos imprescindibles para que las
carretillas con los cohetes y otros equipos no se atascaran como
consecuencia de las frecuentes lluvias; se construyeron los
depósitos para el almacenaje de las cabezas de combate nucleares; se
prepararon doce kilómetros de caminos de gravilla para las
comunicaciones internas de cada región de emplazamiento; se
construyeron también las trincheras y refugios, tanto para la
guardia, como para organizar la defensa circular de los
emplazamientos; se efectuaron un promedio de más de mil voladuras en
cada grupo de combate en terreno rocoso; se desplegaron los
almacenes, las cocinas y comedores, y se prepararon las tiendas de
campaña del área del campamento. Por cierto, es necesario señalar
que estos conglomerados de tiendas de campaña se convirtieron en uno
de los principales indicios desenmascarantes de las unidades.
Todo el trabajo se realizaba en condiciones de temperaturas de
hasta 35º C y una humedad muy elevada, en ocasiones de casi el 100
%, lo que afectaba al personal. Por si esto fuera poco, el terreno
rocoso brindaba tenaz resistencia a los medios de excavación
llevados de la URSS, por lo que gran parte del trabajo había que
hacerlo a mano, y dado el carácter tan secreto de la misión no solo
estaban prohibidos los pases del personal, sino también el empleo de
mano de obra cubana en los emplazamientos.
El volumen tan grande de trabajos ingenieros, ejecutados en
extensiones de terreno relativamente pequeñas y en plazos limitados
de tiempo, así como la aglomeración de una gran cantidad de equipos
en los emplazamientos, dificultaron en extremo la realización
oportuna de los trabajos de enmascaramiento que estaban previstos.
Además, de los medios de enmascaramiento reglamentarios la división
solamente contaba con redes de enmascaramiento, con cuya ayuda solo
se podían enmascarar algunos equipos; también había que tener en
cuenta que los colores de las cubiertas de policloruro de vinilo de
las redes no se correspondían en absoluto con las condiciones
locales. La realización de los trabajos de enmascaramiento de las
posiciones de fuego se complicó más porque debido a las condiciones
del terreno y climáticas se pavimentaron no solo las plataformas de
lanzamiento, sino también los senderos para el desplazamiento de los
posicionadores (erectores) y de las carretillas con los cohetes, con
lo que aumentaba ostensiblemente el volumen de los trabajos de
enmascaramiento, ya que no bastaba con enmascarar los distintos
equipos ubicados en la zona de lanzamiento, sino que había que
enmascarar toda la zona.
El 29 de septiembre llegó al puerto de Cienfuegos el barco
mercante Metallurg Baikov con la primera remesa de personal y
equipos de la base técnica coheteril destinada a la región central.
Hay que decir que cada regimiento coheteril tenía su propia base
técnica, incluidas las camionetas para la transportación de las
cabezas de combate nucleares desde los depósitos de almacenamiento a
los cohetes, una vez que se daba la orden de prepararlos para el
tiro. Esa separación física de los componentes de las armas y del
vehículo de reparto, incluidas las guardias especiales del KGB para
las cabezas de combate nucleares almacenadas, eran las
características normales del despliegue nuclear soviético hasta que
posteriormente se desarrollaron salvaguardias más avanzadas.
Este mismo día llegaron al puerto de La Isabela los últimos
elementos del regimiento de infantería motorizada correspondiente a
la región central, el que ocupó sus posiciones no lejos de la ciudad
de Remedios.