Octubre de 1962: la mayor crisis de la era
nuclear Surge una idea audaz e
inesperada
RUBÉN G. JIMÉNEZ GÓMEZ (*)
En una ocasión, Anastas Mikoyan, primer vice Primer Ministro de
la URSS, refiriéndose al apoyo de la dirigencia soviética a la
Revolución Cubana, expresó que los comunistas de la vieja guardia
llevaban muchos años esperando que otro país hiciera una revolución
socialista por generación espontánea, entonces inesperadamente Cuba
la realizó sin que interviniera "la mano de Moscú" para nada, por lo
que todos estaban como niños con un juguete nuevo... Puede ser que
no lo dijera con esas palabras textuales, pero este era el sentido.
Fidel
y Nikita Jruschov.
Nikita Jruschov no fue indiferente ante la nueva Cuba y su joven
líder revolucionario. El Primer Ministro de la URSS recibía por
distintas vías una amplia información sobre la situación existente
alrededor de Cuba y estaba convencido de que después de la derrota
de Playa Girón los Estados Unidos organizarían de nuevo la invasión,
apostando solamente a la victoria en esta ocasión.
ENTRE TEMORES E INTERROGANTES
No se han fijado con exactitud el momento, las circunstancias y
ni siquiera el lugar en que el líder soviético tomó su célebre
decisión, pero una serie de indicios y publicaciones apuntan a que
esto sucedió en abril de 1962. En sus memorias, publicadas entre los
años 1990 y 1995 por la revista Cuestiones de historia,
Jruschov plantea que estaba seguro de que una nueva acción sería
organizada con grandes fuerzas; incluso pensaba que si utilizaban de
nuevo a los contrarrevolucionarios, con ellos irían las tropas
estadounidenses, pero con el uniforme de los cubanos. Luego,
mientras se aclaraba quiénes habían actuado en realidad, ya el
asunto habría concluido. Podrían haber distintas variantes de
agresión, incluyendo la invasión directa por los Estados Unidos o
una autoagresión en la Base Naval de Guantánamo. Qué sentido tendría
después tratar de aclarar quién tenía la razón, si ya no existiría
Fidel y en La Habana se habría instalado un nuevo Batista para
hablar en nombre del pueblo cubano; el asunto ya habría concluido.
Solo quedaría hacer una condena de carácter moral, mas cuando algo
se decide por la fuerza de las armas la moral es desechada.
Había que hacer algo extra por la seguridad de Cuba, ¿pero qué?
¿con alguna declaración o advertencia? Pero eso no hubiera causado
un gran efecto en los agresores si no llegaran a sentir tras esa
advertencia una fuerza real. Habría que emprender una acción de
importancia. ¿Cómo salvar a Cuba teniendo en cuenta la ubicación
geográfica de la URSS, su lejanía con respecto a Cuba y la cercanía
de esta a los Estados Unidos? La situación era difícil.
Ahora bien, ¿eran fundados estos temores del líder soviético? Si
creemos a Robert McNamara, secretario de Defensa en el gabinete de
Kennedy, resulta que no. Él declaró que nunca hubo el propósito de
invadir a Cuba y lo hizo en dos ocasiones, en las reuniones
celebradas entre norteamericanos, soviéticos y cubanos en 1987 y
1992 para analizar los acontecimientos. Mas Pierre Salinger, uno de
los colaboradores íntimos de Kennedy, escribió en el periódico
International Herald Tribune: "Tengo gran respeto por el señor
McNamara, pero su insistencia en que los Estados Unidos nunca
intentaron invadir a Cuba hace caso omiso de los hechos"(1)
...
Indudablemente, los hechos pregonaban una agresión, y por
aquellos días se desarrollaba a plena marcha la Operación Mangosta,
cuyo objetivo final era la invasión de Cuba. Según el calendario
aprobado, entre abril y julio se fortalecería la actividad
clandestina en la Isla; en correspondencia con esto, se incrementó
la infiltración de grupos de espías y especialistas para crear las
condiciones que permitieran unificar las organizaciones
contrarrevolucionarias que actuaban en el país, entrenar a los
integrantes de las bandas, las que eran más de setenta en aquellos
momentos en las regiones montañosas, y recibir los cientos de
toneladas de armas, municiones y explosivos que ya se estaban
introduciendo por las costas para preparar el levantamiento popular
que se planeaba. Se incrementaban rápidamente las actividades
terroristas y de sabotaje; para tener una idea de la intensidad que
alcanzaron, baste señalar que en solo catorce meses, desde la
aprobación de la Operación por el presidente Kennedy en noviembre de
1961 hasta enero de 1963, se realizaron 5 780 acciones contra Cuba,
de las cuales 716 fueron sabotajes de envergadura contra grandes
objetivos económicos (2) . Es decir, unas trece diarias, dos
de ellas de primera importancia. En esa época los acontecimientos se
desarrollaban intensamente, y cada noche los cubanos se iban a la
cama con la incertidumbre de lo que podría pasar al día siguiente.
Se calcula que los primeros planes de contingencia contra Cuba,
que el Presidente había solicitado a la Junta de Jefes de Estados
Mayores, fueron presentados a su aprobación a principios de abril de
1962, pues el día 10 Kennedy ratificó al cabecilla
contrarrevolucionario Miró Cardona la disposición de su Gobierno de
resolver el problema cubano por medio de las armas. En
correspondencia con esto, se comenzaron el adiestramiento de las
posibles fuerzas participantes y la preparación de los estados
mayores para dirigir grandes operaciones de desembarco aéreo y naval
en teatros militares similares al cubano. Al mismo tiempo, la CIA
redoblaba sus esfuerzos en la recolección de información de
inteligencia sobre las capacidades defensivas de Cuba, especialmente
en lo relacionado con la composición y posibilidades del armamento
que se recibía de la URSS; también la Marina y la Fuerza Aérea
norteamericanas intensificaban la exploración radioelectrónica y
aérea del territorio cubano, mientras que los emigrados que llegaban
a los Estados Unidos eran interrogados minuciosamente para encontrar
informaciones útiles sobre la situación interna en la Isla.
El día 19 comenzó la maniobra "Quick Kick" ("Patada Rápida") del
Ejército estadounidense, la que se desarrolló en la costa este del
país con la participación de 300 aviones, 83 embarcaciones de guerra
y 40 mil hombres. Kennedy viajó a bordo del portaaviones Enterprise,
de propulsión nuclear, para inspeccionar directamente la marcha de
las maniobras, en las que participaban además otros tres
portaaviones. El supuesto táctico del ejercicio era el derrocamiento
de un gobierno caribeño hostil a los Estados Unidos y el desembarco
anfibio que lo culminó se realizó en la isla puertorriqueña de
Vieques... ¡Más claro, el agua!
LA INSPIRACIÓN
Mientras tanto, a mediados de abril, según cuenta Fedor Burlatski,
quien trabajaba en el Comité Central y en el equipo personal de
Jruschov, el mariscal Rodion Malinovski, ministro de Defensa de la
URSS, estaba descansando en Crimea, costa del Mar Negro, con el
Primer Ministro y le habló de los cohetes nucleares "Júpiter" de los
Estados Unidos, emplazados cerca de allí en el territorio de
Turquía, los que podían alcanzar blancos en la URSS en solo diez
minutos, mientras que los cohetes intercontinentales soviéticos,
desde el territorio de la URSS, demorarían unos 25 minutos en
alcanzar sus blancos en los Estados Unidos. Según esta exposición,
Jruschov reflexionó durante unos segundos y dijo que ellos también
podían crear una situación similar a los norteamericanos, ubicando
cohetes nucleares en Cuba. "Después de todo —añadió— los
norteamericanos no nos pidieron permiso para situar esos armamentos
junto a la frontera de la URSS"(3).
¡Aquella podría ser la solución tan buscada!...
Jruschov continúa relatando en sus memorias que pensó en lo que
sucedería si se ponían de acuerdo con los dirigentes cubanos e
instalaban allí cohetes nucleares. Después de mucha meditación sobre
el tema, llegó a la conclusión de que si lo hacían todo en secreto y
los estadounidenses se enteraban cuando los cohetes ya estuvieran
emplazados y listos para el combate, tendrían que pensarlo muy bien
antes de decidirse a atacar, pues eso ya sería enfrentarse
directamente con la Unión Soviética. Pensaba que esto podría
contener a los norteamericanos. Además, no sería nada nuevo, en 1957
la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) había
decidido emplazar cohetes estadounidenses en Europa en contra de los
intereses de la URSS y sin escuchar sus protestas; después
Eisenhower concertó un acuerdo con Turquía para instalar allí 15
cohetes nucleares del tipo "Júpiter" y Kennedy autorizó su
emplazamiento en 1961; fueron operacionales en marzo o abril de
1962. También concertaron acuerdos similares para instalar 30
"Júpiter" en Italia y 60 "Thor" en Inglaterra.
Los cohetes "Júpiter" tenían un alcance aproximado de 1 500
kilómetros, por lo que ubicados en el territorio de los Estados
Unidos no podían alcanzar el territorio de la URSS, pero al ser
emplazados en Europa adquirían un carácter estratégico, pues podían
batir blancos en una gran parte de la zona europea de la Unión
Soviética.
Por aquellos días, Jruschov razonaba que no estaría mal pagarles
a los norteamericanos con su propia moneda; así ellos podrían
experimentar lo que significaba esa situación. Los soviéticos ya se
habían acostumbrado a ella, mas los Estados Unidos desde hacía mucho
tiempo no tenían guerras en su territorio. Participaban en muchas
guerras, pero enriqueciéndose, ganando miles de millones con costos
mínimos en vidas de sus ciudadanos y sin experimentar ninguna
destrucción en su país... Andaba pensando en todo aquello y poco a
poco esas ideas maduraban dentro de él. Se formaba su opinión
personal, y llegó al convencimiento de que no era posible garantizar
la defensa de Cuba con armamentos convencionales, solo los cohetes
nucleares podían resultar un medio seguro para contener una posible
agresión.
Es necesario señalar que de acuerdo con las Memorias de
Jruschov, estos razonamientos fueron hechos por él en el mes de
mayo, durante su visita a Bulgaria, mas todo indica que sucedió en
abril.
Los testigos afirman que Anastas Mikoyan fue el primero a quien
Jruschov confió sus ideas. Al respecto Serguei, hijo de Mikoyan que
actuaba como su secretario particular, escribió que una tarde a
fines de abril su padre objetó la idea de instalar los cohetes en
Cuba, mientras paseaba con Jruschov por el jardín de su residencia
en las colinas "Lenin", en las afueras de Moscú, pues creía que ese
paso conduciría a una nueva escalada de la tensión entre la URSS y
los Estados Unidos, que los cohetes serían descubiertos antes de
estar listos y que los norteamericanos no permitirían bajo ninguna
circunstancia que fueran emplazados junto a su territorio; además,
pensaba que Fidel Castro no los aceptaría por los riesgos militares
y políticos que implicaba tener armas nucleares en su país. También
se afirma que, por el contrario, la idea de Jruschov contó con el
apoyo de Malinovski.
EL PROCESO DE AUTOCONVENCIMIENTO
A pesar de los planteamientos en contra de Mikoyan, el Primer
Ministro soviético decidió poner manos a la obra. Para tratar de
esclarecer la posición de la dirección cubana, y en primer lugar la
del comandante Fidel Castro, en los primeros días de mayo se decidió
llamar a Moscú al consejero de la Embajada soviética en Cuba, Alexei
Alexeiev, quien por recomendación de Mikoyan era analizado por aquel
entonces para el cargo de Embajador en la Isla. Alexeiev había sido
el primer funcionario soviético que se había entrevistado con los
dirigentes cubanos en octubre de 1959, y gracias a sus elevadas
cualidades personales, a su preparación profesional y al
conocimiento del idioma español, logró establecer buenas relaciones
personales con Fidel Castro, con su hermano Raúl, con Ernesto Che
Guevara y con otros líderes de la Revolución Cubana.
En los momentos en que Alexeiev se preparaba para su viaje a la
Patria, el día 3 de mayo, el Secretario General de la OTAN planteó
que estaba en estudio la decisión de Estados Unidos de dotar de
armamentos nucleares a la Organización, para convertirla en una
nueva potencia atómica. Tres días más tarde, la OTAN anunció que los
norteamericanos habían confirmado su determinación de proporcionar
armas nucleares a la Organización, entregándoles submarinos con
cohetes "Polaris"; manifestaron también que los estadounidenses
habían accedido a que, paulatinamente, la RFA (República Federal de
Alemania) recibiera armamento nuclear a través de la OTAN. Estos
acontecimientos no podían hacer más que reafirmar a Jruschov en su
decisión.
El 7 de mayo, Alexandr Alexeiev fue nombrado nuevo Embajador en
Cuba, aunque el nombramiento no fue publicado de momento y Serguei
Kudriatsev continuó desempeñando esas funciones temporalmente. Este
día, además, el senador norteamericano George Smathers abogó porque
el presidente Kennedy arreciara su política agresiva contra Cuba
para demostrar que los Estados Unidos no admitirían que un país
comunista fuera aceptado en el Hemisferio. Al día siguiente, los
norteamericanos comenzaron en la región la operación de
entrenamiento "Whip Lash", en la que participaron varias armas con
decenas de miles de soldados, y concluyó la preparación de otro
ejercicio militar en el Caribe, denominado "Júpiter Springs", que
era un asalto de paracaidistas.
Poco después de su designación, Alexeiev llegó a Moscú y fue
invitado de inmediato al Kremlin para una conversación con Jruschov.
En distintos artículos y en sus memorias, Alexeiev ha contado la
historia de ese encuentro. Al inicio de la conversación, el Primer
Ministro le comunicó la decisión de nombrarlo Embajador en Cuba,
después, durante más de una hora, Alexeiev le informó de la
situación existente en la Isla y respondió múltiples preguntas sobre
un amplio círculo de aspectos; su interlocutor hablaba con gran
simpatía de la dirección revolucionaria cubana y estaba al corriente
de lo que allí ocurría, no solo por los informes de la Embajada,
sino por encuentros que tenía con muchos soviéticos que habían
visitado Cuba, incluyendo a su hija Rada y a su yerno Adzhubei. Como
conclusión de la entrevista, Jruschov le deseó éxitos en su nuevo
cargo y dijo que harían todo lo posible por ayudar al pueblo cubano
a defender sus conquistas. Durante ese encuentro no se habló sobre
los cohetes, pero el líder soviético le dijo que le avisaría para
encontrarse de nuevo junto con otros dirigentes.
A mediados de mes, un grupo de unidades militares norteamericanas
llevaron a cabo, en el estado de Carolina del Norte, otro ejercicio
de entrenamiento que fue denominado Demolex (Ejercicio de
Demolición). Mientras tanto, el día 14 partió Nikita Jruschov hacia
Bulgaria, al frente de una delegación en la que se encontraba el
ministro de Relaciones Exteriores de la URSS, Andrei Gromiko.
Continúa contando Jruschov en sus memorias que ya en Bulgaria,
participando en múltiples actividades y viajando por el país, en su
mente se mantenía clavado un pensamiento obsesivo: ¿qué sería de
Cuba?, ¿llegarían a perderla? Eso hubiera sido un duro golpe que nos
hubiera aislado de los países latinoamericanos y hubiera socavado
nuestro prestigio. ¿Qué pensarían después de ellos? La Unión
Soviética, una gran potencia que no había sido capaz de hacer nada
por un aliado en peligro, aparte de vanas declaraciones, protestas y
de la presentación del problema en la ONU, como sucede habitualmente
cuando no sucede nada. En esos días, la necesidad de emplazar
cohetes nucleares soviéticos en Cuba para garantizar su defensa se
iba enraizando fuertemente en la mente de Jruschov, preocupado con
la oleada de informes de inteligencia sobre los planes
norteamericanos para una nueva invasión a la Isla. Cada vez se
convencía más de que no era posible defenderla con armas
convencionales; solo los cohetes nucleares serían capaces de
proporcionar una disuasión eficaz.
Años más tarde, Gromiko relató que durante el viaje de regreso a
Moscú, el Primer Ministro le expuso su idea de proponerle a Cuba la
instalación de los cohetes atómicos; en su criterio, solo eso podría
salvarla como estado independiente, pues Washington parecía decidido
a realizar una invasión directa. Gromiko le planteó que los riesgos
eran muchos y las posibilidades de éxito pocas.
EL PLANTEAMIENTO
El 21 de mayo de 1962 se efectuó en Moscú una reunión del Consejo
de Defensa a la que fue invitado el Embajador en Cuba, Alexander
Alexeiev. El Consejo era presidido por Nikita Jruschov en su calidad
de Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas de la URSS por ser el Jefe de
Estado. Lo integraban, además, Frol Kozlov y Leonid Brezhnev,
secretarios del CC del PCUS (Comité Central del Partido Comunista de
la Unión Soviética); Nikolai Kosiguin y Anastas Mikoyan, miembros
del Presidium del CC (años después el Presidium sería denominado
Buró Político); el ministro de Defensa de la URSS, mariscal Rodion
Malinovski, su primer sustituto, mariscal Andrei Grechko, y por el
jefe de la Dirección Política Principal del Ejército Soviético y la
Marina, general de ejército Epishev. El primer sustituto del jefe
del EMG (Estado Mayor General) y jefe de la Dirección Principal de
Operaciones, coronel general Semion Ivanov, era el secretario del
Consejo.
En la reunión, Alexeiev recuerda que repitió los informes que le
había suministrado a Jruschov anteriormente y este le hizo muchas
preguntas, en especial sobre la capacidad defensiva de Cuba y sobre
la decisión del pueblo y de los gobernantes de oponer resistencia a
las presiones norteamericanas. Evaluando la situación
político-militar existente, los participantes en la reunión
constataron que el potencial militar de los norteamericanos superaba
muchas veces las posibilidades combativas del Ejército cubano;
también era incomparable la experiencia en la conducción de las
acciones combativas en gran escala de estos ejércitos. Teniendo en
cuenta esos factores, la conclusión solo podía ser una: el pueblo
cubano no tiene posibilidades de defender su país con las fuerzas
propias ante una agresión de los Estados Unidos. Jruschov planteó
que no podíamos confiarnos en que Fidel Castro también vencería
contra una segunda invasión, pues esta vez enviarían gran cantidad
de efectivos de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos en
cualquier variante que emplearan y desembarcarían en varios puntos
simultáneamente. También había que tener en cuenta que la Isla tenía
más de mil kilómetros de largo, pero era muy estrecha, solo
alrededor de cincuenta kilómetros en algunos puntos, por lo que era
muy vulnerable a los desembarcos navales.
Entonces le preguntó a Alexeiev su opinión de cómo reaccionaría
Fidel si le proponían instalar cohetes nucleares soviéticos en Cuba;
este se quedó estupefacto y se desconcertó inicialmente ante la
inesperada pregunta, pero advirtió que era poco probable que
estuviera de acuerdo, pues la estrategia defensiva de la Revolución
se basaba en la disposición combativa y en el espíritu de sacrificio
del pueblo, así como en el apoyo de los países no alineados y de una
amplia opinión pública mundial, sobre todo en América Latina,
mientras que la instalación de los cohetes privaría a Cuba de ese
apoyo y le ocasionaría una pérdida política en la arena mundial.
Al escuchar la respuesta, Jruschov dijo que la Unión Soviética
apoyaría a Cuba en cualquier caso y con todos los medios posibles,
pero que tenía información fidedigna acerca de la invasión que se
estaba preparando, y que difícilmente se lograría detener a los
norteamericanos con medios convencionales de lucha. Razonó acerca de
que para impedir la intervención de los estadounidenses era
necesario encontrar un medio de disuasión que hiciera desistir a los
Estados Unidos de la realización de sus planes y que pusiera a Cuba
en el foco de la política mundial. Expresó que las advertencias y
las declaraciones en defensa de Cuba en la ONU no eran suficientes,
que tenían que emplear un medio de disuasión que hiciera comprender
a los norteamericanos que si atacaban a Cuba no solo tendrían que
vérselas con un pueblo indomable, sino también con todo el poderío
militar de la Unión Soviética, y resumió que semejante medio de
disuasión solamente podía ser el arma nuclear. Subrayó que esa
operación no perseguiría el objetivo de desencadenar una guerra,
sino solo el de contener al agresor. Expresó que esa operación debía
ser realizada en el más estricto secreto para que los cohetes no
fueran detectados antes de estar listos para el combate, de modo que
los estadounidenses no pudieran adelantarse y organizar antes el
desembarco; él confiaba en que se podrían transportar e instalar los
cohetes sin que se supiera nada al respecto, hasta que todo fuera un
hecho consumado. Planteó su seguridad de que los norteamericanos,
que eran una gente pragmática, no se lanzarían a un riesgo
irracional, del mismo modo que los soviéticos entonces tampoco
podían hacer nada contra los cohetes de los Estados Unidos que
apuntaban a la URSS desde Turquía e Italia. (Nota del Autor: la
vida se encargaría de demostrar que esta apreciación constituyó un
serio error de cálculo). También expresó que todo debía hacerse
público en noviembre, después de las elecciones parciales al
Congreso de los Estados Unidos, cuando él visitara Cuba y
participara en la Asamblea General de la ONU.
En sus memorias, Jruschov plantea que al terminar su exposición
propuso que aquella cuestión no se decidiera en ese momento, pues
los demás no estaban preparados para tomar una decisión sobre algo
de tanta importancia. Se haría otra reunión en un plazo breve;
mientras tanto debían sopesarlo todo muy bien, pues semejante acción
traería muchos acontecimientos desconocidos e imprevistos. Querían
garantizar la seguridad de Cuba, pero podían verse arrastrados a la
guerra y eso también habría que tenerlo en cuenta. Si Cuba era
derrotada sería un duro golpe, mas peor sería si la Unión Soviética
era destruida y tenía que restablecerse de nuevo. Para el movimiento
comunista internacional esto sería un daño mucho mayor que la
pérdida de Cuba.
El Consejo de Defensa decidió que la proposición fuera elaborada
para presentarla en una próxima reunión. Ese mismo día, Jruschov
ordenó al secretario del Consejo, coronel general Ivanov, que
preparara la proposición para instalar los cohetes en Cuba. En
esencia este documento era, en forma concisa, el plan de la futura
operación. El contenido de la nota a elaborar se reducía a lo
siguiente: en primer lugar, la fundamentación de la necesidad de
fortalecer la defensa militar de Cuba, señalando que con el objetivo
de frustrar la invasión en ciernes la parte soviética enviaba, al
territorio de un Estado soberano, determinado contingente de tropas;
en segundo lugar, la nota debía contener en rasgos generales las
tropas que serían enviadas a Cuba, su plan de preparación y envío,
señalando los medios para hacerlo, los plazos de realización y los
ejecutores, así como las medidas para garantizar el carácter secreto
de las actividades a realizar.
Para elaborar la proposición fue designado el jefe de la
dirección de operaciones, mayor general Anatoli Gribkov, y
resultaron incluidos además en el grupo de trabajo el mayor general
Eliseiev y el coronel Kotov. Comenzaron a trabajar de inmediato,
bajo la dirección del coronel general Ivanov, y terminaron en la
noche del día 23 la versión inicial de la proposición para crear una
Agrupación de Tropas Soviéticas en la isla de Cuba, cuya misión era
cooperar con las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) para impedir
la agresión enemiga.(Continuará)
(*)Teniente Coronel (R) y fundador de las Tropas Coheteriles.
1 Salinger, Pierre: Kennedy and Cuba, the Pressure to Invade was
Fierce. Periódico International Herald Tribune, 6 de febrero de
1989.
2 Demanda del pueblo de Cuba al... Ob. Cit., p. 22.
3 Garthoff, Raymond L.: Reflections on the Cuban Missile Crisis.
Edición revisada. The Brookings Institution, Washington, DC, 1989,
p. 12. |