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Octubre de 1962: la mayor crisis de la era
nuclear (XVI) Bloqueo, pero
después el golpe aéreo
RUBÉN G. JIMÉNEZ GÓMEZ (*)
Jueves 18 de octubre
El
análisis preliminar de las fotos obtenidas el día anterior por los
U-2, mostraba un rápido avance en los trabajos de preparación de las
posiciones de lanzamiento de los cohetes en Cuba, lo que fortalecía
la posición de los partidarios del ataque aéreo.
Durante las discusiones de este día en el Comité Ejecutivo, una
parte de sus miembros abogaba, en primera instancia, por la
realización de un ataque aéreo limitado que denominaban
"quirúrgico", dirigido a la destrucción de los emplazamientos
coheteriles solamente. Sin embargo, cuando el Presidente inquirió
sobre la efectividad de esa acción militar, el general Taylor
aseguró solo el 90 % de destrucción de los emplazamientos conocidos,
por lo cual la opción del bloqueo comenzó a tomar fuerza en los
debates.
¿Sería verdad que los integrantes del Comité se creían eso de los
golpes aéreos "quirúrgicos", en los que destruirían limpiamente los
cohetes? De qué cirugía se podía hablar en aquella época, cuando las
bombas solo obedecían a las ciegas leyes de la aerodinámica y la
balística, las que dependían de una masa de factores imponderables
con in-fluencia notoria sobre la precisión del bombardeo; cuando no
existía la posibilidad de ejercer ninguna influencia sobre las
bombas después de lanzadas, pues las famosas armas inteligentes aún
no habían salido de las oficinas de diseño más aventajadas. Como
demostró la experiencia de la guerra de Viet Nam más tarde, para
destruir blancos terrestres con bombas de aviación todavía había que
bombardearlos muchas veces, y ni así se lograba su aniquilamiento
con frecuencia, aunque no contaran con una fuerte defensa antiaérea.
Es seguro que aquellas evaluaciones de destruir los cohetes
atacándolos con grupos de seis-ocho aviones, como se planteaba, y
obtener un 90 % de efectividad, resultaban poco creíbles. Al igual
que lo de destruir los grupos coheteriles antiaéreos con facilidad y
prácticamente sin pérdidas, penetrando por debajo del límite
inferior de la zona de destrucción de los mismos, pues los grupos
eran blancos poco densos y formados por una serie de elementos
puntuales distribuidos sobre un área relativamente grande.
Durante la discusión Robert Kennedy, respondiendo a los
planteamientos del ex secretario de Estado Dean Acheson, quien
abogaba aún por el golpe aéreo amplio y sorpresivo, expresó que por
muy poderosos que pudieran ser los argumentos políticos y militares
a favor del ataque, con preferencia al bloqueo; fuesen cuales fuesen
las razones alegadas, lo que predicaban, en el fondo, era un ataque
por sorpresa de una gran potencia contra una nación muy pequeña. Y
eso no podían hacerlo los Estados Unidos si querían mantener su
moral en el país y en todo el mundo.
El bloqueo naval era considerado como una acción menos
provocativa que el ataque aéreo, el cual obligaría a los soviéticos
a una respuesta inmediata, por lo que mediante el bloqueo se evitaba
un choque militar directo de inicio. Además, al Presidente le
gustaba la idea de dejar a Jruschov una salida, de empezar a un
nivel bajo para ir aumentando la presión en dependencia de las
circunstancias. También había que tener en cuenta que el inicio por
el bloqueo resultaría más aceptable para otros países que el ataque
aéreo y favorecería la obtención del apoyo de los aliados con mayor
facilidad en el momento en que fuera necesario ejecutar una acción
más drástica.
El bloqueo comenzaría solamente por las armas "ofensivas" y luego
podría ser ampliado a los combustibles, lo que contribuiría al
colapso de la economía cubana.
A partir de entonces, los expertos de los Departamentos de
Estado, Justicia y Defensa trabajaron en la elaboración de la
proclama oficial del bloqueo. Aprovechando la ocasión, Abram Chayes,
director del Departamento Legal del Departamento de Estado, fue
consultado sobre la legalidad de la instalación de los cohetes
nucleares en Cuba, y siempre mantuvo que era algo legal. "En
realidad —expresó posteriormente— nuestro problema legal era que la
acción soviética no era ilegal". 1 Además, en las
reuniones del Comité Ejecutivo la base legal que se invocó para
objetar los cohetes, si se les calificaba de ofensivos, fue que su
presencia en la Isla se podía interpretar como un ataque armado,
aprovechando lo planteado en el artículo 51 de la Carta de la ONU,
argumento que los juristas no compartían, pues resultaba evidente
que no se había efectuado semejante acción bélica. Este es un
ejemplo de cómo se retorcían y adulteraban los conceptos jurídicos y
las disposiciones de los instrumentos internacionales para servir a
sus fines agresivos.
También Theodore Sorensen, asesor del Presidente, ha dicho que:
"Los soviéticos tenían perfecto derecho a hacer lo que hicieron,
siempre que el Gobierno cubano estuviese de acuerdo. Kennedy estaba
claramente preocupado de que los soviéticos apelaran a la opinión
pública mundial invocando la ley internacional. Por tanto me urgió a
que (...) pusiera énfasis en lo repentino y engañoso del despliegue
(en el proyecto de discurso que yo estaba preparando)".2
Este día los integrantes de la Junta de Jefes de Estados Mayores
fueron citados para participar en parte de una reunión del Comité
Ejecutivo. Allí pidieron la acción militar inmediata y se opusieron
a un bloqueo, pues dudaban de su eficacia; en la reunión se produjo
un agudo intercambio entre el Presidente y el general Curtis LeMay,
jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea, quien defendió
ardientemente la necesidad de un ataque militar. Al preguntarle el
Presidente cuál sería la respuesta de los rusos al ataque aéreo y la
invasión de Cuba por los Estados Unidos, el general le aseguró que
no habría reacción alguna; el presidente Kennedy se mostró escéptico
y opinó que reaccionarían en algún lugar, de algún modo, pues
después de todas sus declaraciones no podían dejar que destruyeran
sus cohetes y mataran a una gran cantidad de rusos, sin hacer nada.
Si no actuaban en Cuba, lo harían sin duda en Berlín. Kennedy habló
del peligro de que se instalaran más y más cohetes en Cuba, y de que
si continuaba pasando el tiempo, todos los que ya estaban allí se
harían operacionales.
Después de la reunión, el Presidente estaba colérico con los
comentarios de LeMay y le dijo a su ayudante que "estos altos
militares tienen una gran ventaja a su favor, pues si hacemos lo que
quieren que hagamos, ninguno de nosotros estará vivo después para
decirles que estaban equivocados".3
Al finalizar el día, los partidarios del bloqueo comenzaban a ser
la mayoría, y el Presidente pidió que los integrantes del Comité se
dividieran en dos grupos, uno para estudiar las ventajas de un curso
lento de las acciones, con el bloqueo y lo que sería necesario hacer
después, según el desarrollo de los acontecimientos; el otro grupo
continuaría estudiando la acción rápida, mediante un golpe de
proporciones sustanciales, con o sin aviso previo.
A pesar de las discrepancias con el Presidente, los jefes
continuaron trabajando para determinar cuándo se podrían ejecutar
las acciones militares contra Cuba, y al finalizar la tarde de este
jueves habían decidido que el domingo 21 era la fecha factible más
cercana para el ataque aéreo en gran escala, pero que la fecha
preferible era la del martes 23. La fecha posible más cercana para
el inicio de la invasión era el domingo 28, pero el 30 de octubre
sería mejor.
A las 5 de la tarde el presidente Kennedy recibió en la Casa
Blanca a Andrei Gromyko, ministro de Relaciones Exteriores de la
URSS, quien participaba en la Asamblea General de la ONU. Ninguno de
los dos se refirió durante la reunión a los cohetes emplazados en
Cuba. Gromyko planteó que la asistencia soviética a la Isla se hacía
con el único propósito de elevar las capacidades defensivas del país
y contribuir a su desarrollo, pues los cubanos habían tenido ante sí
el dilema de continuar sin prepararse para resistir un ataque
externo o dar pasos para defenderse; que especialistas soviéticos
estaban entrenando a los cubanos en el manejo de armamento de
carácter defensivo y subrayó la palabra defensivo, por lo que la
entrega de aquel armamento y el entrenamiento no podían constituir
una amenaza para los Estados Unidos.
Kennedy, por su parte, manifestó que en el verano la URSS había
cometido un serio error, y sin ninguna comunicación había emprendido
una política de suministro de armas a Cuba en una escala sin
precedentes, lo que había creado un grave peligro. Entonces, para
evitar cualquier confusión, leyó en alta voz su declaración del 4 de
septiembre, en la que se señalaban las graves consecuencias que
tendría el emplazamiento de cohetes o armas ofensivas en Cuba por
los soviéticos.
Mientras estas cosas sucedían en Washington, en Cuba quedaban
listas otras cuatro rampas de lanzamiento del regimiento de cohetes
estratégicos de la región central, con lo que el mismo se encontraba
completamente listo para el combate. Para esta fecha ya la
Agrupación de Tropas Soviéticas (ATS) contaba con alrededor de 40
mil hombres.
POR FIN: ¿LO SABÍAN O NO?
Este día llegó a La Habana el grupo de ayuda e inspección del
Ministerio de Defensa encabezado por el general Gribkov. El general
Pliev le informó entre los aspectos positivos que los cubanos
estaban brindando la ayuda necesaria para la instalación de las
tropas, y que, al nivel superior, el Estado Mayor General de Cuba y
los oficiales superiores soviéticos cooperaban satisfactoriamente en
la planificación de la defensa coordinada de la Isla. Entre lo
negativo señaló que el despliegue de los cohetes de alcance medio
estaba atrasado debido a la escasez de equipos de construcción, por
lo que oficiales y soldados de los regimientos tenían que hacer gran
parte del trabajo de forma manual; además informó que era posible
que los norteamericanos hubieran descubierto los emplazamientos de
cohetes de alcance medio que se construían en la zona de San
Cristóbal, pues se habían realizado un vuelo de U-2 el día 14, dos
el 15 y seis el 17. Las cámaras de los U-2 también debían haber
captado el aeródromo de San Julián, donde se encontraba la mayoría
de los Il-28 en sus embalajes, así como el aeródromo de la región
central de la Isla donde estaban los MIG-21.4
Si como dice el general Gribkov, habían sido detectados esos
vuelos de los U-2 y el mando de la ATS sospechaba que los
norteamericanos habían descubierto los cohetes de alcance medio,
sería algo imperdonable que no comenzaran de inmediato a tomar
medidas con el objetivo de prepararse para la peor reacción de
ellos, y además parece que no lo habían comunicado al mando cubano
para que las FAR y el país en su conjunto también se prepararan.
El Comandante en Jefe Fidel Castro ha dicho al respecto: "Esos
errores políticos y militares nos llevaron a un peligro grande, a un
peligro muy serio, porque después que los norteamericanos conocen lo
que se está haciendo, podían tomar la iniciativa; la iniciativa
estaba en manos de ellos, la iniciativa diplomática, política y
militar". 5
Era casi evidente que los norteamericanos habían descubierto los
emplazamientos. Los aviones U-2 no volaban desde el 29 de agosto,
cuando fotografiaron los emplazamientos de los cohetes antiaéreos, y
de pronto hacen un vuelo de sur a norte precisamente sobre San
Cristóbal, en los alrededores de donde estaban concentrados dos
regimientos de cohetes de alcance medio, con un total de 16 rampas
de lanzamiento, y por si eso fuera poco, al día siguiente hacen
otros dos vuelos, ellos, que habían estado 45 días sin volar entre
el 29 de agosto y el 14 de octubre. Pero es que dos días más tarde,
el 17, hacen seis vuelos, lo que es seguro que nunca había sucedido
en Cuba ni en ninguna otra parte del mundo. ¡Que se hicieran seis
vuelos de U-2 sobre un territorio tan pequeño en un solo día!
Es que por sus características de ser un avión muy secreto,
destinado al espionaje sobre la URSS y otros lugares de singular
importancia y teniendo en cuenta la poca cantidad de ejemplares en
existencia de este avión (al parecer, en aquellos momentos solo
había algo más de una decena), estoy casi seguro de que jamás habían
volado seis durante un mismo día en todo el mundo, y no sobre una
pequeña parte de este.
Ahora bien, si los grupos coheteriles antiaéreos y sus radares de
exploración tenían prohibida la irradiación al espacio, ¿cómo
podrían los soviéticos haber detectado esos vuelos de los aviones
U-2? La cuestión debe radicar en lo siguiente: con las tropas
llegadas de la URSS habían arribado dos batallones radiotécnicos,
equipados de radares de diferentes tipos, y 40 aviones caza MIG-21
F13, los que volaban desde el 18 de septiembre, así que esos
batallones tenían que brindar el aseguramiento de radar a los
vuelos, por lo que sus posiciones de todos modos debían ser
conocidas por la exploración radiotécnica norteamericana. El mando
soviético debió tener organizado un gráfico de guardia, con los
radares de esos batallones, que garantizara la exploración mínima
del espacio aéreo de Cuba y sus alrededores durante las 24 horas.
Eso era lo mínimo imprescindible, y si no lo hubieran hecho sería
otra más entre las cosas incomprensibles que se hicieron en aquellos
meses. De forma que con los radares de esos batallones localizaron
los vuelos de los U-2.
Mientras tanto, los servicios de información e inteligencia de
las FAR se mantenían alertas ante el inusitado movimiento de tropas
norteamericanas que había comenzado a producirse desde el 16 de
octubre.
Viernes 19 de octubre.
El resultado del análisis de las fotos tomadas por los U-2 el día
17 demostró la existencia de otros dos emplazamientos de cohetes de
alcance medio, con cuatro rampas cada uno, en la zona de Sagua la
Grande, región central de la Isla, los que al parecer estaban listos
y con capacidad de ser disparados 18 horas después de tomarse la
decisión; también se detectó en aquella zona un emplazamiento con
cuatro rampas para cohetes de alcance intermedio, que estaría
operacional en diciembre. Además se detectaron tres emplazamientos
de cohetes alados de defensa costera, 22 emplazamientos de cohetes
antiaéreos y 35-40 aviones MIG-21; se consideraba que había no menos
de 8 000-9 000 especialistas militares soviéticos en Cuba.
Fue emitido un Estimado Especial de Inteligencia sobre las
probables reacciones soviéticas a las acciones que se emprendieran
en Cuba. En el estimado se planteaba que: si los Estados Unidos
emprendían una acción militar directa los soviéticos responderían de
forma que, aunque no puedan salvar a Cuba, ocasionen un daño
considerable a los intereses de Estados Unidos. No creían que la
URSS atacaría a los Estados Unidos, ni desde bases soviéticas ni con
sus cohetes en Cuba. Como no puede desencadenar una guerra general y
no debe aspirar a tener supremacía local, es casi seguro que
considerarán acciones de respuesta fuera de Cuba. Cualquiera que
sean las represalias que elijan, los dirigentes soviéticos no
iniciarían de forma deliberada una guerra general, ni tomarían
medidas militares que, según sus cálculos, condujeran a riesgos de
guerra.
La administración norteamericana comenzó el traslado de los
medios que se encontraban en las bases de la Florida, para permitir
la concentración en estas de la aviación táctica.
Este día el Presidente no participó en las reuniones del Comité
Ejecutivo porque estaba en actividades relacionadas con las próximas
elecciones congresionales en la ciudad de Cleveland. Durante la
discusión la mayoría de los miembros del Comité fue partidaria del
establecimiento del bloqueo, aunque todavía no se llegó a un acuerdo
definitivo. En esa sesión del Comité estuvo invitado un especialista
en cuestiones legales (Meeker), quien planteó que el establecimiento
de una cuarentena defensiva contra Cuba implicaría el empleo de una
fuerza y la Carta de la ONU contenía una prohibición general contra
el uso de la fuerza, salvo en ciertas situaciones. Una era la
respuesta al ataque armado, pero no era aplicable a Cuba en aquel
caso. Otra estaba constituida por la acción colectiva aprobada por
el órgano competente de la ONU; y era obvio que no habría resolución
aprobatoria por el Consejo de Seguridad para legitimar y emprender
semejante acción.
Solo podría armarse un caso para el uso de la fuerza si este
fuera sancionado por las repúblicas americanas en el marco del
Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) o Tratado de
Río, para enfrentar una situación que amenazara la paz en América.
Durante los debates del día hubo los planteamientos de interés
siguientes:
El exembajador en la URSS, Llewellyn Thompson: Señaló que
debían darse 24 horas entre el anuncio del bloqueo y su aplicación,
para dar tiempo a que el Gobierno soviético transmitiera sus
instrucciones a los capitanes de los barcos que estuvieran navegando
hacia Cuba en esos momentos.
Robert McNamara: expresó más de una vez que los Estados
Unidos tendrían que pagar un precio para lograr sacar los cohetes
soviéticos de Cuba, al menos pensaba que habría que retirar los
cohetes norteamericanos de Turquía e Italia, y probablemente habría
que pagar aún más.
Dean Acheson: Estaba de acuerdo en eliminar las bases
mediante un golpe aéreo. Dijo que este no es simplemente otro
emplazamiento de cohetes soviéticos apuntando contra los Estados
Unidos. Aquí están en manos de un loco de acciones absolutamente
irresponsables. Las restricciones usuales que operan con los
soviéticos no se aplican en este caso. Lo mejor que podemos hacer es
actuar rápidamente.
Nota del autor: Este señor desconocía que esas armas no
estaban en manos de los cubanos, sino de los soviéticos. Los cubanos
no tenían ni tendrían autoridad sobre ellas. De todos modos, es
posible que según el criterio de Acheson el comandante Fidel Castro
no solo era un loco e irresponsable por no doblegarse a las
exigencias de una superpotencia, sino que lo venía demostrando desde
hacía años, por ejemplo: cuando se puso al frente del puñado de
jóvenes que había asaltado el Cuartel Moncada, sin mandar a otro en
su lugar; cuando se hizo a la mar personalmente en una sobrecargada
cáscara de nuez llamada Granma, desafiando la furia ciega de los
elementos; cuando después del desembarco en la Isla y de un grave
revés inicial, reunió los restos de sus fuerzas, puso manos a la
obra e inició una difícil guerra de guerrillas que no se sabía si
podría durar dos años o cien, pues se desarrollaba contra un
gobierno que era apoyado, abastecido y asesorado por los poderosos
vecinos del Norte; cuando decidió enfrentarse a los intereses de
esos vecinos después de triunfar; cuando solo 18 meses atrás había
dirigido en el propio teatro de operaciones la lucha contra la
brigada desembarcada en Bahía de Cochinos, etc.
Robert Kennedy: Pensaba que sería muy difícil para el
Presidente realizar el golpe aéreo sorpresivo, con todo el recuerdo
de Pearl Harbour y con todas las implicaciones que tendría. Durante
175 años no hemos sido ese tipo de país. Un ataque a traición no
existía en nuestra tradición. Morirían miles de cubanos y un buen
número de rusos sin aviso. Estaba a favor de actuar, pero de forma
que los soviéticos tuvieran espacio de maniobra para retirarse.
Dean Rusk: Los Estados Unidos deben actuar de forma que una
acción sea seguida por una pausa, para que las grandes potencias
puedan dar un paso atrás al borde del abismo y tener tiempo de
considerar y elaborar una solución, antes que ser lanzados de una
acción a otra y escalar hasta una guerra nuclear. Por esto favorecía
el bloqueo más que el golpe aéreo.
El embajador ante la ONU, Adlai Stevenson: Dijo estar a favor
del bloqueo, pero que debíamos mirar más allá de este. Una
posibilidad podría ser la desmilitarización de Cuba bajo supervisión
internacional, tal vez acompañada por la neutralización de la Isla
bajo garantías internacionales y con observadores de la ONU para
supervisar su cumplimiento.
Es necesario señalar que los representantes militares presentes
en la reunión expresaron el punto de vista de que un golpe aéreo
podría darse en algún momento posterior al bloqueo, seguido de la
invasión, en el caso de que el bloqueo no tuviera resultado sobre
las bases de cohetes en Cuba. (Continuará)
* Teniente coronel ® y fundador de las Tropas Coheteriles
1 Blight, James G. y Welch, David A.: On the brink...
Ob. cit., p. 40.
2 Idem, p. 391.
3 Gribkov, Anatoli y Smith, William: Operación
ANADIR. Generales estadounidenses y soviéticos..., Ob. cit.
4 Gribkov, Anatoli y Smith, William: Operación
ANADIR. Generales estadounidenses y soviéticos..., Ob.
cit.
5 Shriver, María: Misiles en el...,
Ob. cit.
Entregas anteriores:
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Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (XVII):
La Crisis en pleno apogeo
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Octubre de 1962: la mayor crisis de la era
nuclear (XV): Atacar o no atacar, he ahí la cuestión
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Octubre de 1962: la
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