Octubre de 1962: la mayor crisis de la era
nuclear (IX) Si Jruschov hubiera
escuchado los planteamientos que le hicimos no ocurre la crisis
RUBÉN G. JIMÉNEZ GÓMEZ (*)
Las elevadas temperatura y humedad, así como las copiosas y
frecuentes lluvias tenían una fuerte influencia sobre el estado de
conservación y el funcionamiento de muchos tipos de armamento,
medios técnicos y de transporte. De acuerdo con sus características
constructivas, estaba garantizada la confiabilidad de funcionamiento
de los equipos soviéticos en las condiciones del continente
Euroasiático, pero en las condiciones de Cuba no todos los medios
técnicos resistieron el "examen tropical". En cierta medida esto se
convirtió en un "punto neurálgico" para la Agrupación.
El
Che y Aragonés en su regreso de Moscú en septiembre de 1962,
acompañados del embajador soviético, Alexiev.
Los equipos radiotécnicos se encontraban entre los más afectados
por el clima tropical; debido a este se producía la disminución de
la resistencia de aislamiento de los circuitos eléctricos, lo que
afectaba especialmente durante las conexiones para el trabajo de las
estaciones de radiolocalización y otros equipos complejos, de los
agregados de alimentación eléctrica y diversos instrumentos; se
recalentaban con frecuencia los motores eléctricos, alterándose su
funcionamiento normal; los transformadores y rectificadores se
ponían fuera de servicio antes de los plazos previstos por el
fabricante; tenían lugar frecuentes cortocircuitos en las redes
eléctricas de distribución y la elevada humedad del aire conducía a
la alteración de las propiedades aislantes de los dieléctricos entre
otras afectaciones. Además se ponían fuera de servicio con mayor
frecuencia los abastecedores de combustible, los sistemas de
estabilización del cañón en los tanques, las autogrúas, estaciones
eléctricas móviles y otros medios técnicos.
En general, los sistemas e instrumentos hidráulicos resistían mal
las elevadas temperaturas. Los medios de transporte y los equipos
blindados también se ponían fuera de servicio con mayor frecuencia,
pues además de los problemas con los amortiguadores hidráulicos, los
motores de combustión interna se recalentaban y se fundían como
consecuencia de insuficiencias en el funcionamiento de los sistemas
de enfriamiento y engrase.
Las lanchas coheteras perdían sus características de velocidad y
no podían desarrollar los 42 nudos previstos con 1 800 revoluciones
del motor, ya que estos no se encontraban en condiciones de trabajar
con la carga máxima de una forma sostenida a causa de la temperatura
relativamente elevada del agua y por la imperfección del sistema de
enfriamiento. Además, también se puso de manifiesto la influencia de
un medio marino más agresivo, debido a lo cual los cuerpos de los
barcos se cubrían con mayor rapidez de algas, conchas, etc., por lo
que había que realizar su limpieza con mayor frecuencia.
Los helicópteros se elevaban trabajosamente, incluso con carga
mínima a bordo, pues sus motores no desarrollaban la potencia
necesaria en el clima tropical. Fue encontrado un método "no
reglamentario" para solucionar el problema provisionalmente. El
método consistía en incrementar la potencia mediante la regulación
del sistema de suministro de combustible del motor, sin embargo, con
esta manipulación aumentó el régimen de temperatura del equipo, se
redujo el recurso técnico del mismo y creció el riesgo de fallo del
motor del helicóptero, pero no había otra cosa que hacer hasta que
la fábrica efectuara las adaptaciones necesarias.
Costaba considerables esfuerzos realizar el abastecimiento con
aire seco de alta presión a los cohetes y otros equipos, en lo que
incidía negativamente la elevada humedad del aire circundante, la
que en Cuba llega a ser de hasta el 100 %.
Además, en las partes metálicas de los elementos y equipos
surgían con gran rapidez el óxido y los hongos, especialmente en las
superficies sin pintar.
No resultó fácil solucionar aquel conjunto de problemas
ocasionados por la influencia del clima tropical. Fue necesario
hacer más frecuentes los trabajos profilácticos que incluían el
mantenimiento y la limpieza y engrase de los equipos, controlar en
periodos más breves el funcionamiento de una serie de elementos y
mecanismos, mejorar los sistemas de enfriamiento de los distintos
tipos de motores, y buscar soluciones que permitieran mejorar la
ventilación de los equipos eléctricos y radiotécnicos.
El 20 de agosto, el general Maxwell Taylor, quien ya era
Presidente de la Junta de Jefes de Estados Mayores, comunicó al
presidente Kennedy que no se veía posibilidad alguna de que el
Gobierno cubano pudiera ser derrocado sin la intervención militar
directa de Estados Unidos, por lo que el Grupo Especial Ampliado
(GEA) recomendaba un curso aún más agresivo de la Operación
"Mangosta". Entonces, Kennedy dio instrucciones para la elaboración
de una variante ampliada de la segunda opción propuesta por el
general Lansdale y planteó que su preparación era un asunto de
urgencia.
Parten
los cohetes
Dos días más tarde, en el puerto de Sebastopol comenzó la carga
del barco mercante "Omsk" con los medios del primer regimiento
equipado con cohetes de alcance medio R-12 que se trasladaría a
Cuba. En dos días de trabajo ininterrumpido se cargaron 2 200
toneladas de carga, 166 unidades de técnica diversa y seis cohetes
portadores de combate. En total para trasladar el regimiento y la
base técnica coheteril al puerto de embarque se necesitaron 19
trenes, y para llevar los medios a Cuba se emplearon seis barcos;
mientras que para trasladar todos los medios de la división, que
incluían alrededor de 11 000 efectivos, unas 11 000 toneladas de
cargas diversas y algo más de 1 600 unidades de técnica, a los
puertos de embarque de Sebastopol, Nikolaev y Baltiisk, se
utilizaron 111 trenes con 7 171 vagones, y 35 barcos mercantes para
llevarlo todo al otro lado del océano.
Había que colocar los cohetes en las bodegas, pero las
dimensiones de las escotillas no permitían su introducción en
posición horizontal, por lo que hubo que cargarlos con un
determinado ángulo de inclinación, que fue determinado previamente y
verificado con una maqueta. En las bodegas, los cohetes fueron
colocados en carretillas especiales de transportación y se fijaron
con gran cuidado.
El día 23, McGeorge Bundy firmó a nombre del presidente Kennedy
el Memorando de Seguridad Nacional 181, mediante el cual era
aprobada la Variante B Ampliada propuesta por el general Lansdale;
en este documento se solicitaba el estudio de las acciones a
emprender a la luz de la evidencia de la nueva actividad del bloque
soviético en Cuba, incluyendo: qué hacer con los cohetes Júpiter
instalados en Turquía si la URSS colocaba ese tipo de armamento en
Cuba, advirtiendo que los cohetes de Turquía eran defensivos y los
de Cuba tendrían un carácter ofensivo (Nota del Autor: así que
los de Turquía eran defensivos porque eran suyos, mientras que los
de Cuba eran ofensivos porque pertenecían a los contrarios, buena
"filosofía" aquella); un estudio del probable impacto
militar, político y psicológico del despliegue en Cuba de cohetes
capaces de alcanzar el territorio de los Estados Unidos y un estudio
de las alternativas militares que podrían tomar para eliminar tales
cohetes.(1)
La Variante B aprobada estaba expuesta en la forma siguiente:
"Ejercer todo tipo de presiones posibles, diplomáticas, económicas,
psicológicas y otras, para derrocar al régimen comunista de Castro
sin el empleo abierto del Ejército de los Estados Unidos". Esto
incluía ataques biológicos y químicos para destruir las siembras de
caña de azúcar, la recolección de datos de inteligencia,
infiltraciones paramilitares, la falsificación de dinero y de
libretas de abastecimiento, ataques a refinerías, la colocación de
explosivos en establecimientos comerciales y fábricas; además, el
GEA solicitó una relación de los posibles objetivos para realizar
sabotajes en Cuba, entre los que se encontraba una gran mina de
cobre cubana, presumiblemente la de Matahambre, en Pinar del Río.
Con esto se intentaba nuevamente la fabricación, en las probetas y
retortas subversivas norteamericanas, de un levantamiento
contrarrevolucionario en todo el país, por lo que se infiltraron
otra vez en la Isla cientos de toneladas de armas y decenas de
agentes.
La adición de la palabra "Ampliada" daba mayor flexibilidad en
relación con la existencia de los planes de contingencia del
Pentágono para una invasión. Si no era necesario enviar las tropas
con banderas desplegadas, se evitaría ese paso, pero si para
garantizar la creación de un gobierno estable y amistoso había que
intervenir con toda la fuerza militar, no se vacilaría en hacerlo.
Si todo esto no era terrorismo de Estado, entonces, ¿qué era?
Entre tanto, solo este día, 23 de agosto, cuando habían
transcurrido tres meses de la reunión conjunta del Presidium y el
Consejo Militar en la que se había aprobado la Operación "Anadir" de
forma preliminar, el KGB informó al Comité Central del PCUS que
agencias de información y firmas occidentales propagaban informes
acerca de la llegada a Cuba de soldados y barcos soviéticos con
armamento. Se considera que los primeros datos sobre el despliegue
militar soviético en Cuba fueron obtenidos por los estadounidenses
mediante satélites espías y mediante la inteligencia
germanoccidental, que les informó sobre el movimiento de barcos
soviéticos con armamento hacia Cuba. Otra fuente de información fue
la correspondencia de los emigrados cubanos con sus familiares en la
Isla, los que aseguraban haber visto grandes caravanas militares en
la madrugada, largos vehículos que transportaban cohetes cubiertos
con lonas (seguramente cohetes antiaéreos, pues en esta época los de
alcance medio no habían salido todavía de la URSS, aunque estaban a
punto de hacerlo), así como que de algunas zonas se había sacado a
la población residente en las mismas para otros lugares. Los cubanos
que por esos días salían legal o ilegalmente del país hacia Estados
Unidos eran interrogados minuciosamente en el centro de recepción
establecido por la CIA en Opalocka, Florida.
Una cosa era evidente, las medidas adoptadas para preservar el
carácter encubierto de la Operación habían evitado que durante la
primera fase de la misma se filtrara información que indicara, sin
lugar a dudas, a los servicios de inteligencia norteamericanos, la
verdadera dimensión y el objetivo de la maniobra emprendida. No es
que los aviones espía U-2 no volaran sobre Cuba en esos meses, sino
que aún no se habían construido los emplazamientos coheteriles. Los
estadounidenses sabían que los barcos transportaban medios militares
y sospechaban que también iban tropas, pero no tenían la
confirmación. Los barcos eran sometidos a una estrecha vigilancia,
se tomaban fotografías de ellos desde las costas, desde otros
barcos, desde aviones que volaban a baja altura; esto se hacía en el
Mediterráneo y el Báltico, en el Atlántico y al acercarse a Cuba,
pero todo aquel esfuerzo no fue capaz de revelar la verdad de lo que
se hacía.
Precisamente, al amanecer de aquel 25 de agosto de 1962, había
partido desde el puerto de Sebastopol el barco mercante "Omsk", en
el que por primera vez salían de las fronteras de la URSS los
cohetes estratégicos, para dirigirse en este caso a una larga
travesía que los llevaría allende el océano. En los archivos del EMG
de la URSS se conservó un documento relacionado con este momento:
"Suplemento a las instrucciones para los capitanes de los barcos y
los jefes de los convoyes militares que realizan la travesía por mar
con cargas de los camaradas Biriusov y Boliatko" (Aclaración:
mariscal Biriusov --comandante en jefe de las Tropas Coheteriles
Estratégicas, coronel general Boliatko --jefe de la 12 Dirección
Principal del Ministerio de Defensa que administraba las municiones
nucleares).
En el documento se complementaba el punto 11 de las
instrucciones: "En el caso en que no sea posible liquidar el ataque,
impidiendo el acceso al barco de personas ajenas, el jefe del convoy
militar debe destruir todos los documentos que constituyan secreto
militar y estatal.
"Cuando sea evidente la amenaza de la captura del barco por
extranjeros, el capitán y el jefe del convoy militar deben tomar las
medidas para el traslado organizado del personal a todos los medios
de salvamento que se tengan y hundirán el barco, guiándose para esto
por la Instrucción del Ministerio de la Marina Mercante que se
adjunta".(2)
Es necesario señalar que durante esta travesía, uno de los
problemas fundamentales que hubo que solucionar fue el de la
transportación del oxidante para el combustible coheteril, producto
"O-30", manteniendo su temperatura dentro de los límites
establecidos. Este era un líquido muy agresivo e inestable. Para el
enfriamiento del mismo fue preparada una estructura especial en la
que se colocaban las cisternas con el oxidante cubiertas con lonas.
Se construyó un sistema de conductos para garantizarles un buen
flujo de aire en todo momento, y se succionaba agua del mar
constantemente para mantener mojadas las lonas. Estaba previsto que
si se detectaba la descomposición del "O-30", la cisterna afectada,
con su contenido, debía ser lanzada por la borda para evitar su
posible explosión y el surgimiento de un incendio. La temperatura
límite permisible era de 35º C para el producto "O-30", pero
momentos antes de la partida se recibió la información de que esta
podía ser de hasta 55º C. No obstante, durante el viaje la
temperatura del líquido nunca fue mayor de 28º C.
En un local del objeto "S" No. 713, que por sus dimensiones y
configuración era equivalente a la bodega típica de un barco de
carga, se elaboraron en la práctica los esquemas de ubicación y
fijación de los cargamentos que serían trasladados.
Teniendo en cuenta sus diferentes tipos, las municiones nucleares
se transportaban en embalajes metálicos individuales de cuatro
clases, confeccionados siguiendo un principio único: una fuerte base
inferior con elementos interiores para la fijación de la munición a
ella, así como puntos externos para el izaje y la fijación a los
medios de transporte, y una parte superior para la protección de la
munición. Para ejecutar la manipulación de esa técnica durante el
traslado fue preparada una dotación integrada por doce hombres,
oficiales y soldados físicamente fuertes que dominaban bien los
hábitos de trabajo durante la carga, descarga y transportación de
los cargamentos especiales y que conocían las particularidades de
los mismos, con lo que se garantizaba el cumplimiento con calidad de
las exigencias de seguridad.
El Che se reúne con
Jruschov
El 27 de agosto tuvo lugar en Moscú una reunión del Comandante
Ernesto Che Guevara y el capitán Emilio Aragonés con Jruschov. Para
ese momento, el Proyecto de Acuerdo había sido enmendado teniendo en
cuenta las proposiciones de la parte cubana, estaba impreso en los
idiomas ruso y español, preparado para la firma y ulterior
publicación, y se había adoptado para el mismo la primera variante
de título propuesta por los cubanos: "Acuerdo entre el Gobierno de
la República de Cuba y el Gobierno de la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas sobre la colaboración militar para la defensa
del territorio nacional de Cuba en caso de agresión". Además, fue
presentada una carta con las firmas de Fidel Castro y Osvaldo
Dorticós en la que se decía que el Gobierno de Cuba, sustentando una
confianza especial hacia la persona de Ernesto Che Guevara de la
Serna, lo investía de la plenitud del poder y le otorgaba el mandato
para suscribir el Acuerdo militar a nombre y por encomienda de la
República de Cuba.
Jruschov estuvo conforme con las correcciones propuestas por la
parte cubana al Acuerdo, pero consideró inoportuno darlo a conocer
entonces, cuando los medios de la división coheteril estratégica aún
no estaban en la Isla, y recomendó a los cubanos que tuvieran calma,
que sería más conveniente el anuncio cuando se hubieran emplazado
los cohetes y la Operación ya fuera un hecho consumado que los
norteamericanos no tendrían más remedio que aceptar. El dirigente
soviético consideró, además, que el anuncio del Acuerdo en aquellos
momentos sería un obstáculo para la actividad política de Kennedy,
en instantes en que se desarrollaba la campaña para las elecciones
congresionales en los Estados Unidos. De forma que el Acuerdo
enmendado, solamente fue iniciado por el Che y Malinovski, los
textos en ruso y español fueron colocados en carpetas rojas de
ceremonia, atadas con cintas rojas y selladas con lacre gris que
llevaba el distintivo del Ministerio de Relaciones Exteriores de la
URSS, donde esperarían hasta noviembre, después de la llegada de la
escuadra de barcos de guerra a Cuba, cuando se efectuara la visita
del Primer Ministro soviético a la Isla y se firmara el documento.
En realidad, el texto del Acuerdo quedaría para dormir el sueño
eterno de los archivos, pues nunca sería firmado.
Sobre esta decisión dijo posteriormente el comandante Fidel
Castro: "Si Jruschov hubiera escuchado los planteamientos que le
hicimos no ocurre la crisis, porque estábamos actuando dentro de la
ley, dentro del derecho internacional, dentro de la moral; pero si
tú dices una mentira, si tú engañas, entonces pierdes fuerza ante la
opinión pública, pierdes fuerza moral, pierdes fuerza política".(3)
Entre las muchas incógnitas de la historia moderna está la
relacionada con la posible reacción de los Estados Unidos si el
Acuerdo de defensa soviético-cubano hubiera sido publicado en los
primeros días de septiembre. Es posible que los norteamericanos se
hubieran decidido a atacar la Isla de inmediato, antes que los
soviéticos reforzaran más sus defensas, para que el Acuerdo no se
pudiera llevar a la práctica, o que se hubiera producido una crisis
mucho menos peligrosa que la que estalló siete semanas después. Por
lo menos, el anuncio público hubiera quitado a Kennedy el argumento
esgrimido exitosamente en octubre de que había sido víctima de un
engaño. Una de las consecuencias podría haber sido la
reconfiguración del despliegue soviético en Cuba, en una fuerza más
pequeña y con una misión claramente defensiva.
El 29 de agosto, al responder en una conferencia de prensa a una
pregunta sobre la vigencia de la Doctrina Monroe a la luz de la
situación mundial y de la cubana en particular, el presidente
Kennedy afirmó que para él significaba lo mismo que para los
presidentes Monroe y Adams cuando la promulgaron, es decir, que se
oponía a toda intervención de una potencia extranjera en el
Hemisferio Occidental (NA: solo le faltó decir que en su criterio
este pertenecía a los Estados Unidos, que lo consideraban como su
propiedad privada), por eso se oponía a lo que ocurría en la
Isla, por eso era necesario aislar a Cuba. Además expresó que no era
partidario de que Cuba fuera invadida "por el momento", dejando en
el aire la interpretación de la frase, por lo que se deducía que
limitaba la agresión militar a factores de tiempo y
circunstancias... (4)
Lo cierto es que la trasnochada Doctrina Monroe desempeñaba un
papel importante en la justificación que se fabricaba para actuar
contra Cuba y para cubrir la ilegalidad de las medidas que se
tomaban. Al intervenir en la reunión celebrada en Cambridge en 1987
para analizar la crisis nuclear, McGeorge Bundy definió la
importancia que todavía se le daba al dinosaurio político
mencionado, cuando decía que el problema básico del gobierno
norteamericano era que, repetidamente, se había tomado la posición
pública de que la presencia de proyectiles "ofensivos" en Cuba era
inaceptable, porque desde la proclamación de la Doctrina Monroe era
un interés especial de los Estados Unidos la exclusión de cualquier
potencia europea del Hemisferio Occidental. Por tanto —agregó— "era
una poderosa realidad de nuestra conciencia política,
independientemente de la cuestión legal internacional".(5) O más
claro, "la doctrina proclamada unilateral y arbitrariamente en 1823
servía para evadir cualquier obligación internacional y para
desconocer cualquier derecho soberano de un país americano si ataba
las manos de Washington en el propósito de alcanzar los fines que se
propusiera".(6)
Este mismo día, el vuelo de reconocimiento realizado por un avión
U-2 detectó emplazamientos de cohetes antiaéreos en Cuba y una
cantidad mayor que la esperada de personal militar soviético.
Mientras tanto, unos veinte kilómetros por debajo del U-2 el
Departamento de Seguridad del Estado cubano, conocedor del plan
preparado por la contrarrevolución para realizar un levantamiento
armado al día siguiente, detenía a los principales complotados, a
quienes ocupó armas y pertrechos militares.
El día 31, el gobierno norteamericano emitió una declaración
acusando a Cuba de haber atacado el día anterior a un avión de su
Marina de Guerra sobre aguas internacionales, y advertía que si se
repetían esos casos contra naves aéreas o embarcaciones de los
Estados Unidos emplearían todos los medios necesarios para su
protección y asegurarían el libre uso de dichas aguas. Las
autoridades cubanas rechazaron la información por su falsedad y
plantearon que no era más que un intento de crear un incidente que
justificara ante la opinión pública un eventual ataque a Cuba.(7)
Ese mismo día, el senador Kenneth Keating, republicano por New
York, declaró que había evidencias de la instalación de cohetes
soviéticos en Cuba, urgió a Kennedy a que actuara contra la Isla y
propuso que un equipo de investigación de la OEA fuera enviado a
Cuba. Ese discurso fue el primero de una serie de 25 que el senador
pronunció sobre el mismo tema durante las siete semanas
siguientes.(8) Lo que no precisó el senador fue la forma en que el
grupo penetraría en la Isla y cómo realizaría la investigación.
Este día partió desde el puerto de Sebastopol el barco mercante "Poltava"
con el primer viaje para transportar personal y equipos del
regimiento coheteril estratégico que se emplazaría en la zona de
Candelaria-San Cristóbal, provincia de Pinar del Río. En el barco se
llevaban grandes planchas de hormigón que serían utilizadas en Cuba
como plataformas de lanzamiento de emergencia para los cohetes de
alcance medio R-12. En esta misma fecha comenzó en la URSS el
ejercicio "Tulpan", durante el cual se realizaron lanzamientos de
cohetes portadores de ojivas nucleares de combate en el territorio
del polígono de Aguinsk. Entre los cohetes lanzados estuvieron los
R-14 que se preparaban para partir hacia Cuba. El ejercicio se
prolongó hasta el 8 de septiembre y constituyó una parte de la
respuesta soviética a la serie de pruebas nucleares efectuadas por
los norteamericanos con anterioridad. (Continuará... )
(*)
Teniente coronel ® y fundador de la Tropas Coheteriles.
1 Nathan, James A.: The Cuban Missile
Crisis Revisited.
St.
Martin’s Press. New York, 1992, p. 58-59.
2 Al
borde del... Ob. Cit., p. 76.
3 Shriver,
María: Misiles en el... Ob. Cit.
4
Periódico Revolución. La Habana, Cuba, 30 de
agosto de
1962.
5 Blight,
James G. y Welch, David A.: On the brink...
Ob.
Cit. p.
244.
6
Lechuga, Carlos: En el ojo de la... Ob. Cit. p. 53.
7 Revista
Bohemia. No 36. La Habana, Cuba.
Septiembre 7 de 1962, p. 58.
8 Diez
Acosta, Tomás: Peligros y... Ob. Cit. p. 109-110. |