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Octubre de 1962: la mayor crisis de la era
nuclear (XVII) La Crisis en pleno
apogeo
RUBÉN G. JIMÉNEZ GÓMEZ (*)
Sábado 20 de octubre.
El Presidente se encontraba en la ciudad de Chicago, en los
trajines electorales del Partido Demócrata. A las diez de la mañana
Robert Kennedy le telefoneó al "Blackstone Hotel", donde se
hospedaba, y le informó que, según los últimos datos del
reconocimiento fotográfico, los soviéticos adelantaban rápidamente
en la preparación de los emplazamientos, que el Comité tenía listas
todas las variantes, estaba preparado para reunirse con él y era
necesario su regreso a la capital.
Kennedy
acompañado por los Jefes de Estados Mayores.
Más tarde Robert Kennedy le entregó una nota a Pierre Salinger,
secretario de Prensa: "El Presidente sufre de una inflamación en las
vías respiratorias superiores y tiene fiebre. El doctor le recomendó
regresar a Washington"(1). Salinger lo anunció a
los corresponsales.
El Presidente llegó a la Casa Blanca por el mediodía y decidió
nadar un poco en la piscina. A las 2:30 p.m. comenzó la reunión en
el Salón Ovalado, la que se prolongó durante casi tres horas.
Presentaron a su consideración las siguientes variantes:
-presentación del problema para su análisis en la ONU;
-conversaciones secretas con Jruschov por canales diplomáticos;
-implantación del bloqueo a la entrada de armas ofensivas;
-golpe aéreo, sorpresivo o no, para eliminar las instalaciones
coheteriles;
-invasión a Cuba.
El Comité Ejecutivo recomendaba al Presidente la tercera
variante: el bloqueo. De los 17 integrantes presentes, once estaban
a favor de esta medida y seis en contra. (2)
El secretario de Defensa expuso los argumentos a favor del
bloqueo y otros alegaron por el golpe aéreo, pues el Presidente
quiso que se discutiera de nuevo en su presencia. Se debatió
largamente la cuestión hasta que, en conclusión, el Presidente tomó
su decisión a favor del bloqueo. Durante la reunión se produjeron
los siguientes planteamientos de interés:
McNamara: Debían estar preparados para la posible variante de
retirar los cohetes de Turquía e Italia, e incluso de establecer una
fecha límite para utilizar la Base de Guantánamo. Planteó que el
estimado de inteligencia era de que los rusos no tratarían de romper
el bloqueo por la fuerza. Dijo que con un golpe aéreo, en el mejor
de los casos podemos destruir hasta dos tercios de los cohetes que
están en Cuba. Se estima que actualmente hay de seis a ocho mil
soviéticos en Cuba.
General Taylor: Ahora había posibilidad de eliminar no solo
los cohetes, sino todos los IL-28, pues están alineados limpiamente
en la base aérea, a la intemperie y sin protección, algo
incomprensible. La única forma de explicarlo es que ni cubanos ni
soviéticos esperaban un golpe aéreo de los Estados Unidos.
John McCone: Expresó que si el periodo de desmantelamiento
era grande, los cubanos podrían lanzar los cohetes contra los
Estados Unidos a su antojo.
Dillon: Un uso limitado de la fuerza desplegada para el
bloqueo implicará un grave peligro de lanzamiento de los cohetes por
los cubanos.
Adlai Stevenson: Instó a que ofreciéramos a los rusos un
arreglo con la retirada de nuestros cohetes de Turquía e Italia y la
evacuación de la Base de Guantánamo, a cambio de la retirada de sus
cohetes de Cuba.
Esta sugerencia provocó una fuerte reacción por parte de algunos
asistentes, seguida de vivas discusiones.
JFK: Rechazó tajantemente la idea de rendir la Base de
Guantánamo bajo la amenaza de los rusos, se pensaría que lo hacemos
por miedo; observó que, desde hacía mucho tiempo tenía sus dudas
sobre el valor de los cohetes Júpiter emplazados en Turquía e
Italia, y añadió que había pedido al Departamento de Estado que
entablara negociaciones para su remoción, pero ahora, dijo, no era
el momento adecuado para sugerir esta acción.
Rusk: Planteó que la eliminación de la capacidad coheteril
estratégica soviética en Cuba sería supervisada en los
emplazamientos por equipos de observadores de la ONU. Propuso que la
acción no fuera denominada bloqueo, sino "cuarentena".
JFK: Dejó claro que en la ONU debíamos hacer énfasis en la
naturaleza subterránea del despliegue coheteril en Cuba. Expresó
claramente que los planes soviéticos en Cuba no le preocupaban
particularmente. Dijo que debíamos estar preparados para vivir con
la amenaza de bombarderos soviéticos en Cuba, sin embargo, la
existencia de cohetes estratégicos allí tenía un impacto totalmente
diferente.
Es de destacar que el Presidente estaba dispuesto a llevar al
mundo al borde del holocausto por el problema del impacto
psicológico de la acción soviética, pues estaba claro de que aquello
no alteraba el equilibrio estratégico y que la acción era legal al
ser Cuba y la URSS dos países soberanos; también tenían mucho peso
en sus decisiones las consideraciones de política interna, es decir,
cómo esa situación y la forma y rapidez con que se solucionara
podría influir sobre los resultados de las próximas elecciones
congresionales. ¡No eran ni presidenciales!
Cabe destacar también que ni en estas enjundiosas discusiones ni
en ningún documento de los miles elaborados por los gobernantes
norteamericanos se hace referencia a los derechos del pueblo cubano,
ni la más pequeña intención de examinar los argumentos planteados
por esa parte; es más, ni siquiera se tratan los aspectos morales de
su política, que desde hacía varios años trataba de derrocar al
Gobierno cubano por todos los medios encubiertos disponibles como la
Operación "Mangosta", que representaba en sí una verdadera cruzada
que no excluía el empleo de todos los medios subversivos contra
Cuba. Esta Operación tenía un objetivo claramente formulado,
consistente, como demuestran los documentos desclasificados
posteriormente, en la creación de condiciones que permitieran la
intervención militar directa de los Estados Unidos en la Isla.
En aquella reunión del Comité Ejecutivo también se analizó el
borrador del discurso del Presidente para comunicar al mundo la
situación y anunciar las medidas. Y se fijó fecha y hora para la
intervención por radio y televisión: el lunes 22 de octubre a las 7
de la tarde. Además, bajo la dirección de Ball, Martín y Alexis
Johnson se trazó un programa detallado, hora por hora, para
comunicar a los aliados la decisión tomada; preparar la reunión de
la Organización de Estados Americanos (la desprestigiada OEA), que
santificaría la acción, aunque fuera a posteriori y de una forma
cogida por los pelos; y preparar la justificación legal escrita en
que se apoyaría la medida filibustera, algo difícil, si no imposible
de realizar.
Cuando se confirmó el plan de la "cuarentena", McNamara, a
proposición de los militares, aprobó el traslado de aviones hacia el
sudeste desde sus bases en todos los Estados Unidos, así como el
reforzamiento de la región con unidades de defensa antiaérea que
estuvieran listas para la acción.
Durante los dos días que quedaban hasta el momento de la
intervención presidencial fueron tomadas algunas medidas extremas de
preparación: las Fuerzas Armadas en el Continente y en Europa
recibieron la orden de prepararse subrepticiamente para las
acciones, incluidas la Sexta flota, basada en el Mediterráneo, y la
Séptima, que se encontraba en la región de Taiwan; los submarinos
con cohetes "Polaris" ocuparon posiciones precombativas (NA: en
aquellos tiempos había nueve de estos submarinos; uno de ellos se
encontraba en la base de Charleston, en el territorio continental de
los Estados Unidos, y no participaría en las acciones; los ocho
restantes navegaban por el norte del Atlántico, no lejos de las
posiciones de combate previstas en el Mar de Noruega, desde donde
tendrían en la mirilla a una gran región de la parte europea de la
Unión Soviética, o se encontraban en una base naval inglesa, en
Escocia, cumpliendo distintas actividades: reparaciones,
mantenimientos o descanso del personal); con el pretexto de la
realización de entrenamientos y maniobras, una parte de las tropas
norteamericanas en Europa Occidental ocupó las regiones de
concentración previstas, la artillería salió a las posiciones de
fuego y la aviación táctica pasó al régimen de guardia.
Mientras tanto, en Cuba este día se comprobaron las
comunicaciones por radioenlace con los regimientos de San Cristóbal;
con el regimiento instalado en la región central no se podían
establecer las comunicaciones por estos medios debido a la
distancia, del orden de los trescientos kilómetros. Para aquel
momento ya habían sido desplegados y estaban listos para el trabajo
los equipos de comunicaciones por radio, por lo que se estableció
que las redes inalámbricas funcionaran las 24 horas del día en
régimen de recepción de guardia, de modo que ya se podían dirigir
todas las unidades desde el puesto de mando de la división. La
situación era que el regimiento de la región central estaba listo
para el combate por completo y algunas de las rampas de lanzamiento
de la zona de San Cristóbal estaban casi listas. Se continuaba
trabajando intensamente en todas las posiciones.
Este día el general Gribkov viajó al estado mayor de la división
coheteril, y allí el mayor general Statsenko le informó que el
personal trabajaba intensamente en la terminación de las posiciones.
Después realizaron un recorrido por las unidades. Esa noche Gribkov
le informó al general de Ejército Pliev que los recursos de la
división coheteril estaban agotados o a punto de agotarse, y que
había que cumplir el plan de que todos los regimientos estuvieran
listos para el combate entre el 25 y el 27 de octubre, por lo que se
necesitaba ayuda de otras unidades. Esta fue organizada con rapidez
por la jefatura de la ATS.
En esos momentos, alrededor de 15 barcos mercantes navegaban por
el Atlántico hacia Cuba, entre ellos el "Alexandrovsk", con las
cargas nucleares para los cohetes de alcance intermedio R-14 y las
restantes para los cohetes alados tácticos FKR, así como el "Poltava"
con los 24 cohetes R-14.
LOS ÚLTIMOS TOQUES
Domingo 21 de octubre.
En la mañana, el presidente Kennedy sostuvo una reunión con un
grupo de generales, entre los que se encontraba Walter Sweeney, jefe
del Comando Aéreo Táctico; en la reunión participaron además, el
secretario de Defensa, Robert McNamara, el presidente de la Junta de
Jefes de Estados Mayores, general Maxwell Taylor; el director de la
Cia, John McCone y el Fiscal General, Robert Kennedy.
McNamara informó que ahora parecía que había equipamiento en Cuba
aproximadamente para unas cuarenta rampas de lanzamiento de cohetes
de alcance medio e intermedio; en esos momentos se conocía la
ubicación de unos 30 cohetes y se creía que habría alrededor de 48
en la Isla y que llegarían al total de 80.
A instancias del Presidente, el general Sweeney explicó el plan
de ataque aéreo para eliminar la capacidad coheteril estratégica
instalada en Cuba:
-cada una de las instalaciones de cohetes antiaéreos cercanas a
los emplazamientos de los cohetes de alcance medio sería atacada por
ocho aviones;
-doce aviones cubrirían cada uno de los aeródromos con MIGs que
podían defender los emplazamientos y atacarían a los MIGs que
despegaran;
-cada una de las 36 rampas de lanzamiento de cohetes conocidas
sería atacada por seis aviones.
En este golpe se emplearían unos 350 aviones-vuelo y, en
condiciones óptimas, podrían ser destruidos no más del 90 % de los
cohetes conocidos. El general insistió en que el primer golpe aéreo
debía ser seguido por otros, y esto conduciría inevitablemente a la
invasión de la Isla. El general también recomendó encarecidamente
que cualquier ataque aéreo incluyera como objetivos a los aviones
MIG e IL-28, lo que se garantizaría aumentando el número total de
aviones-vuelo a quinientos. El presidente Kennedy estuvo de acuerdo
y los instruyó para que se encontraran preparados para asestar el
golpe aéreo en cualquier momento a partir de la mañana del lunes,
por si era necesario utilizarlo. A continuación ordenó reforzar la
vigilancia aérea de Cuba y solicitó al almirante Anderson que
explicara los procedimientos que se emplearían durante la ejecución
del bloqueo; este dijo que: "Primero, cada barco que se aproximara a
la Isla recibiría órdenes de detenerse a fin de admitir a bordo un
piquete de control. Luego, si no se recibía una respuesta
satisfactoria se dispararía un cañonazo ante la proa. Finalmente, si
ni así llegaba la respuesta deseada, se le dispararía al timón, para
desgobernarlo sin hundirlo". (3)
A las 2:30 p.m. se efectuó la reunión del Consejo Nacional de
Seguridad en su volumen completo. Inicialmente fue discutido el
borrador del discurso que el Presidente pronunciaría al día
siguiente, para anunciar la situación existente al mundo y plantear
la implantación del bloqueo. Después del análisis del discurso y
respondiendo a una pregunta del Presidente, el general Taylor dijo
que una invasión a Cuba podía comenzar siete días después de que se
tomara la decisión de efectuarla o siete días después de que se
iniciara el golpe aéreo. McNamara planteó que ese plazo se podría
reducir si algunas decisiones se tomaban desde entonces para iniciar
la preparación. El Presidente dijo que en tres-cuatro días él podría
tener que decidirse a actuar y no quería tener que esperar tanto
hasta el inicio del desembarco.
McNamara planteó que el movimiento de tropas en preparación de la
invasión podría comenzar durante el discurso del Presidente e
incluso antes, y que la movilización de fuerzas de la reserva se
iniciaría con el comienzo del golpe aéreo.
El general Taylor explicó que si se decidía la invasión, el golpe
aéreo siempre sería necesario para poner la situación bajo control
antes de comenzar los desembarcos, y agregó que el primer día
desembarcarían 25 mil hombres y seguiría hasta llegar a los 90 mil
en un período de 11 días; estarían involucrados un total de 250 mil
efectivos. La previsión de pérdidas norteamericanas era superior a
los 25 mil hombres.
En respuesta a una pregunta del Presidente, el almirante Anderson
dijo que cuarenta buques de la Marina ya estaban en sus posiciones
para iniciar el bloqueo y que se conocían las ubicaciones de 27-30
barcos soviéticos que se dirigían a Cuba, que había 18 en puertos
cubanos y 15 iban de regreso. Expresó que tenían capacidad para
proteger a los buques de los Estados Unidos en el Caribe, que si las
lanchas Komar realizaban acciones hostiles podían ser hundidas y que
si los MIGs intervenían podían ser derribados. Estimaba que en menos
de diez días no podrían llegar al área unidades soviéticas de
superficie y sus submarinos no llegarían en menos de 10-14 días.
Propuso que si se detectaban submarinos soviéticos que se dirigían
al área fueran atacados.
El Presidente planteó que no podrían aceptar una Cuba neutral y
la retirada de Guantánamo sin dar a entender que estaban en estado
de pánico. Manifestó que no aceptarían nada menos que el fin de la
capacidad coheteril existente en Cuba y la seguridad de que tales
emplazamientos no se construirían en el futuro.
En tres reuniones que efectuó este día, la Junta de Jefes de
Estados Mayores propuso o decidió, entre otras cuestiones, lo
siguiente:
-Obtener autorización del secretario de Defensa para dispersar
los aviones de caza del Comando de Defensa Antiaérea Continental
antes de la hora P (hora de inicio del discurso del Presidente) y
dispersar los bombarderos medianos B-47 del Comando Aéreo
Estratégico en aeropuertos civiles del país.
-Trasladar el 14 Grupo Aéreo de la Infantería de Marina desde
Cherry Point , en Carolina del Norte, a la Estación Aeronaval de
Cayo Hueso.
-Establecer un Grupo Especial de Planificación en materia de
asuntos civiles para confeccionar una directiva detallada de asuntos
civiles para la ocupación militar de Cuba.
-Dispersar los interceptores con armas nucleares a las P-12
horas.
-Poner 1/8 de los bombarderos estratégicos pesados B-52 de
guardia en el aire.
Durante este día se inició el reforzamiento de la Base Naval de
Guantánamo, fueron puestos en estado de alerta los diferentes mandos
de la Marina de Guerra de los Estados Unidos y pasaron a DEFCOM 3
los cinco distritos navales de la costa del Atlántico. En esa
situación las unidades se aprestaron a realizar acciones combativas
durante un largo periodo y los buques fueron desconcentrados de sus
bases permanentes, hacia alta mar. Las dotaciones de los cohetes del
Comando Aéreo Estratégico también fueron puestas en alerta y
continuó el traslado de tropas hacia la Florida y a la zona del
sudeste de los Estados Unidos en general. A últimas horas de aquel
domingo la 1ª División Blindada empezó a salir de Texas en dirección
a Georgia, mientras que otras cinco divisiones fueron puestas en
estado de alerta. Al anochecer ya se habían trasladado hacia el sur
sesenta aviones interceptores, con lo que su número total en la
Florida sobrepasaba los 120. También se ordenó que se trasladaran
hacia el sur ocho batallones de cohetes antiaéreos Hawk. Además, se
había ido incrementando la cantidad de funcionarios del Gobierno que
participaban en distintas actividades, y este día comenzó a
filtrarse a la prensa que era inminente una grave crisis; en horas
de la noche el Presidente telefoneó personalmente a Orville Dryfoos,
del periódico The New York Times, quien cooperó al suprimir un
artículo sobre la crisis latente que sería publicado en la edición
de la mañana; igualmente realizó gestiones personales con otros
diarios, con lo que se evitó la publicación de varias informaciones.
Solo en la edición matinal del Washington Post fue publicado un
artículo especulando sobre las recientes actividades en la Casa
Blanca y se conjeturaba que el foco podría ser Cuba, aunque también
se mencionaba la posibilidad de que fuera Berlín.
Lunes 22 de octubre.
En la mañana, el presidente Kennedy informó telefónicamente de la
situación a sus predecesores en el cargo: Hoover, Truman y
Eisenhower. Al finalizar la mañana Pierre Salinger, secretario de
Prensa, anunció que el Presidente haría una importante declaración a
las siete de la tarde, y solicitó tiempo por radio y televisión a
las cadenas.
En Washington, en una de las paredes del restaurante "Occidental"
pende una tablilla en la que se lee: "En el tenso periodo de la
Crisis cubana, en octubre del 62, en esta mesa conversaron el
misterioso ‘Señor X’, de nacionalidad rusa, y John Scally,
corresponsal de la compañía de televisión ABC. Este encuentro sirvió
de base para conjurar la amenaza de guerra nuclear".
El ruso misterioso era Alexander Feklisov y dio una entrevista a
la Revista Histórico Militar a la edad de 76 años, estando retirado.
En aquellos momentos era agente del servicio de inteligencia del KGB
en Washington. Cuenta que ese día, inesperadamente, lo había
invitado a almorzar John Scally, con el que se venía entrevistando
hacía casi año y medio. Entonces este era un famoso comentarista de
política exterior de la televisora ABC, y conducía una vez por
semana el programa "Preguntas y respuestas", en el que intervenían
ministros, miembros del Congreso y conocidos políticos. El programa
gozaba de popularidad, pues Scally lo conducía de una manera
interesante. Por sus relatos supe que había nacido en Boston y
conocía personalmente al clan de los Kennedy, incluido el
Presidente. Tenía además muy buenas relaciones con el secretario de
Estado, Dean Rusk, a quien con frecuencia acompañaba en sus viajes.
Charlando con Scally había conocido muchas cosas de las
costumbres, los gustos y de la vida de los estadounidenses. Algunas
veces lograba obtener de él información no secreta de utilidad. Por
su parte, Feklisov le explicaba aspectos que Scally no entendía de
la política de Moscú. Entablaron una buena relación y se llamaban
por sus nombres. No obstante, el ruso era cuidadoso en el trato con
el norteamericano, pues sospechaba que este informaba de los
encuentros al Departamento de Estado y a la CIA. Cuenta Feklisov:
"Ese día nos reunimos en el restaurante ‘Occidental’. Scally se
veía agitado. Sin preámbulos comenzó a acusar a Jruschov de llevar
una política agresiva, porque durante el encuentro de Viena, en
lugar de negociar, trató de imponer por dictado a Kennedy su
posición en cuanto a Berlín Occidental y ahora amenazaba a los
Estados Unidos con un ataque coheteril desde Cuba. Llevé la
conversación al campo de la política exterior de Washington. Le
recordé que su país trataba de rodear a la URSS con una red de bases
militares. Mencioné los vuelos de los aviones U-2 sobre el
territorio de la Unión Soviética y los intentos de Eisenhower y
Kennedy de derrocar al Gobierno de Castro. Terminé afirmando que
quienes promovían la carrera armamentista y las acciones agresivas
eran los Estados Unidos. La URSS tenía que tomar contramedidas
defensivas.
"Nuestra charla fue fuerte y, por demás, era evidente que Scally
tenía prisa por irse a algún lugar. Antes de salir del restaurante
dijo que a las siete de la tarde el presidente Kennedy haría una
alocución importante al pueblo estadounidense, en la que anunciaría
las medidas adoptadas por el Gobierno contra la Unión Soviética y
Cuba". (4)
Este día los responsables de las armas atómicas estadounidenses
ubicadas en Turquía e Italia recibieron instrucciones de tomar las
máximas precauciones para asegurarse que esas armas solamente serían
disparadas con autorización presidencial. También la Base Naval de
Guantánamo fue reforzada con dos batallones de infantería de marina,
los que se unieron a un tercero que había desembarcado en la Base el
día anterior.
En la Base Aérea de Homestead, en la Florida, fue creado un
puesto de mando avanzado con la misión de controlar y dirigir las
operaciones aéreas. Para el plan del golpe aéreo sorpresivo contra
Cuba se habían preparado 579 aviones de combate, los que harían 1
190 incursiones sobre la Isla el primer día. Ese día fueron enviadas
hacia la región unidades de radiolocalización y de defensa aérea, y
se instaló una red de radares con posibilidades de detectar blancos
aéreos hasta distancias de unos 370 kilómetros.
Se aprobó también el alerta en vuelo del Comando Aéreo
Estratégico, por lo que a partir de las 12 del día se inició de una
forma paulatina y discreta la medida de poner en el aire 66
bombarderos estratégicos pesados B-52 con bombas nucleares a bordo y
p
lanes de vuelo que podían guiarlos en cualquier momento, si se
daba la orden, contra blancos ubicados en la Unión Soviética. Cuando
uno de estos aviones aterrizaba al terminar su turno de guardia, o
lo hacía antes de tiempo por cualquier causa, otro despegaba
inmediatamente para ocupar su lugar. A partir de las 12 del día
comenzó, además, la dispersión de los bombarderos B-47 por cuarenta
aeropuertos civiles, llevando todos su carga de bombas nucleares.
Con la aprobación del Presidente, se ordenó a las fuerzas militares
estadounidenses en distintas áreas que pasaran de su disposición
normal DEFCON 5 a DEFCON 3, un estado de preparación más elevado que
permitiría una respuesta eficaz a cualquier uso de la fuerza por los
soviéticos. Además, durante el día se dispersaron los cazas del
Comando de Defensa Antiaérea Continental, llegó a Cayo Hueso el 14
Grupo Aéreo de la Infantería de Marina, el Comando del Atlántico
impartió instrucciones para la protección de la navegación
estadounidense en el Estrecho de la Florida, el Paso de los Vientos
y el Estrecho de Yucatán.
La Junta de Jefes de Estados Mayores sostuvo, además, tres
reuniones durante el día, en las que decidió o propuso cuestiones de
preparación para la guerra. La Crisis en pleno apogeo, estaba al
comenzar. (Continuará)
(*) Teniente coronel (r) y fundador de las Tropas Coheteriles
1 Operación Estratégica "Anadir" ¿Cómo fue?... Ob. Cit.
2 Al borde del abismo... Ob. Cit., p. 103.
3 Diez Acosta, Tomás: Peligros y... Ob. Cit., p. 127.
4 Operación Estratégica "Anadir". ¿Cómo fue?... Ob. Cit.
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Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (XVI):
Bloqueo, pero después el golpe aéreo
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nuclear (XV): Atacar o no atacar, he ahí la cuestión
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