A las 3 de la tarde se efectuó una reunión del Consejo Nacional
de Seguridad para informar y precisar las medidas tomadas; al
resumir los argumentos por los que debían actuar en ese momento, el
Presidente planteó entre otros aspectos los siguientes:
1) En septiembre dijimos que reaccionaríamos si emprendían
determinadas acciones en Cuba, por lo que debemos cumplir ese
compromiso que fue contraído públicamente.
2) El despliegue oculto de cohetes estratégicos soviéticos en
Cuba fue un cambio tan radical con respecto a su política anterior
de no desplegarlos fuera de las fronteras de la URSS, que si no
actuamos ahora daremos a los rusos la impresión de que nunca
actuaremos, independientemente de lo que ellos hagan en cualquier
parte.
3) El efecto en América Latina sería muy dañino para nuestros
intereses, si por no actuar damos a los latinos la impresión de que
los soviéticos están incrementando su posición mundial, mientras que
nosotros estamos decayendo.
Planteó dos interrogantes que debían ser analizadas y respondidas
para el próximo día:
a) ¿cuál será nuestra respuesta si un U-2 es derribado con
cohetes antiaéreos?;
b) si continúa sin detenerse el despliegue coheteril en Cuba
¿cuál debe ser nuestro próximo curso de acción?
El presidente Kennedy expresó que no se actuó antes contra Cuba
porque no se tenían las evidencias fotográficas que se tenían ahora
sobre la existencia allí de emplazamientos de cohetes estratégicos.
El Fiscal General dijo que si antes se hubiesen realizado vuelos con
los U-2 es posible que la construcción de los emplazamientos aún no
hubiera estado lo suficientemente adelantada para identificarlos
mediante la fotografía. El Presidente expresó además que los cohetes
soviéticos en Cuba tenían un efecto psicológico diferente al de los
cohetes que se encuentran en territorio de la URSS, y analizó
también las razones por las que se decidió no realizar el golpe
aéreo sorpresivo:
- no había certeza de destruir todos los cohetes que hay en Cuba;
- sería una acción comparable al ataque japonés a Pearl Harbour;
- incrementaría el peligro de llegar a una guerra nuclear
mundial.
A las 4 de la tarde sostuvo una conferencia con el gabinete
ministerial, al que puso al tanto de los últimos acontecimientos y
de las decisiones tomadas, y una hora más tarde se reunió con los
líderes del Congreso; esta fue una reunión muy tensa para el
mandatario norteamericano, pues algunos congresistas le formularon
duras críticas. Opinaban en general que el Presidente debía
emprender una acción más enérgica, ya fuera el golpe aéreo o la
invasión, que el bloqueo era una reacción muy débil. Los
planteamientos fueron muy extremistas en general, pero el máximo
exponente lo fue el senador Fulbright, quien dijo que el bloqueo era
la peor de las alternativas, pues representaba un enfrentamiento
directo con Rusia, y que cuando tuviéramos que dañar o hundir un
buque soviético que no respetara el bloqueo, estaríamos en guerra
con Rusia, la que sería provocada por nuestra propia iniciativa. En
su opinión sería mucho mejor lanzar un ataque y eliminar las bases
de cohetes en Cuba. Esas no eran bases soviéticas, sino cubanas. No
existía ningún pacto de defensa mutua entre la URSS y Cuba, y esta
no era miembro del Pacto de Varsovia, por lo tanto los soviéticos no
reaccionarían si algunos rusos morían en Cuba. Los rusos, a fin de
cuentas, no le daban mucho valor a la vida humana, según el senador.
Había llegado la hora para una invasión a Cuba. Un ataque contra
barcos rusos es un acto de guerra contra Rusia, pero un golpe aéreo
o una invasión a Cuba es un acto de guerra contra Cuba, no contra
Rusia.
Después de escuchar las críticas, el Presidente explicó que
tomaría todas las medidas necesarias para la seguridad de los
Estados Unidos, pero que creía que, de momento, no estaba
justificada una acción más vigorosa. Si había resuelto seguir el
camino que había indicado era porque aún existía la posibilidad de
resolver la cuestión sin llegar a una guerra devastadora.
Cuando en horas de la mañana de aquel día se anunció que el
presidente Kennedy hablaría a las 7:00 p.m. para dar a conocer
acontecimientos extraordinarios a la población de Estados Unidos, y
teniendo en cuenta una serie de movimientos militares que se habían
detectado en la Florida y en el sur de Estados Unidos en general, el
Comandante Fidel Castro apreció que ese hecho estaba directamente
relacionado con Cuba y con la presencia de los cohetes soviéticos.
Dadas esas circunstancias, ordenó poner en Situación de Alerta a las
FAR a las 3:50 p.m., y a las 5:35 p.m. decretó la Alarma de Combate
para toda la nación, casi hora y media antes de que hablara Kennedy.
Se aplicó la variante de que la defensa del litoral fue ocupada por
las divisiones de tiempo de guerra y el segundo escalón por las
divisiones permanentes y reducidas y demás unidades, con las
misiones de destruir los desembarcos aéreos, reforzar a las tropas
del primer escalón y realizar los contragolpes en las direcciones de
posibles desembarcos navales.
A las 7 de la tarde, casi todos los norteamericanos estaban
pendientes de la intervención del presidente Kennedy, la que se
inició en la forma siguiente:
"Conciudadanos, buenas noches. El Gobierno, de acuerdo con lo que
había prometido, ha mantenido una estrecha vigilancia sobre las
actividades militares soviéticas en la isla de Cuba. Durante la
última semana se han obtenido pruebas inequívocas del hecho de que
se están instalando una serie de bases de cohetes ofensivos en
aquella Isla esclavizada. El objeto de estas bases no puede ser otro
que el de montar una fuerza de ataque nuclear contra el Hemisferio
Occidental". (3)
Desde un inicio pone a los cohetes soviéticos en Cuba la etiqueta
de "ofensivos", y los define como "una fuerza de ataque nuclear
contra el Hemisferio Occidental", como si los pérfidos soviéticos y
cubanos quisieran atacar a Costa Rica, Haití, Paraguay o Ecuador,
entre otros, para reducirlos a polvo y cenizas. Mientras que ellos,
pobres corderitos, no habían hecho jamás nada que motivara la
necesidad de asegurar la defensa de una pequeña nación.
"Esta urgente transformación de Cuba en una base estratégica
importante —por la presencia de esas grandes y claramente ofensivas
armas de largo alcance y de destrucción en masa— constituye una
evidente amenaza a la paz y a la seguridad de todos los americanos,
en flagrante y deliberada violación del Pacto de Río de Janeiro de
1947, de las tradiciones de esta nación y de este Hemisferio, de la
Resolución Conjunta del 87º Congreso, de la Carta de las Naciones
Unidas y de mis propias y públicas advertencias a los soviéticos de
4 y 13 de septiembre".
En otra parte de su intervención, el señor Presidente planteaba:
"...y nuestra historia, a diferencia de la soviética desde la
Segunda Guerra Mundial, demuestra que no tenemos el menor deseo de
dominar o conquistar a cualquier otra nación, o de imponer a su
pueblo nuestro sistema. Sin embargo, los ciudadanos americanos han
tenido que acostumbrarse a vivir diariamente enfocados por los
cohetes soviéticos instalados dentro de la URSS o en submarinos".
Con tales falacias y sobre la base de semejantes declaraciones el
Presidente norteamericano resolvía, entre otras cosas, las
siguientes:
"...se inicia una estricta cuarentena de todo equipo militar
ofensivo con destino a Cuba. Todos los buques de cualquier clase
destinados a Cuba, procedentes de cualquier nación o puerto, serán
obligados a regresar si se descubre que llevan armamentos ofensivos.
Esta cuarentena será extendida, en caso necesario, a otros tipos de
cargamentos y transportes".
Era una medida de fuerza, como la que solo podría haber aprobado
el Consejo de Seguridad de la ONU en determinadas condiciones.
Además de que cuando lo estimaran necesario podrían ampliar a su
antojo la "cuarentena". ¡Pero es que ningún estado puede hacer eso!
Ningún estado puede detener los barcos de otro en alta mar. Eso está
contra las leyes internacionales, contra la moral y contra el más
elemental derecho de los pueblos. En este caso se cometían dos
violaciones: una contra la soberanía cubana y otra contra el derecho
de todos los pueblos, porque decían que detendrían, registrarían y
harían regresar a cualquier barco, de cualquier país. ¿Dónde lo
harían? ¿En aguas norteamericanas? ¡No! ¡En alta mar, es decir, en
aguas internacionales! O sea, que el Gobierno de Estados Unidos
violaba el derecho de todas las naciones, con lo que sentaba un
precedente que debía ser alarmante para todos los pueblos del mundo.
Y continuaba el presidente Kennedy: "He ordenado que prosiga y se
incremente la estricta vigilancia de Cuba y sus instalaciones
militares".
Planteaba además que: "Convocamos una reunión inmediata del
Órgano de Consulta de la OEA (NA: De nuevo el ministerio de
colonias) para que considere esta amenaza a la seguridad del
Hemisferio y que invoque los artículos 6 y 8 del Tratado de Río de
Janeiro en apoyo de cualquier acción que sea necesaria. La Carta de
la ONU permite los acuerdos de seguridad regional, y las naciones de
este Hemisferio se manifestaron hace tiempo contra la presencia
militar de potencias extracontinentales. Nuestros otros aliados de
todo el mundo también han sido avisados".
Y hacia el final de su discurso el señor Presidente manifestaba:
"Por último, quiero decir unas pocas palabras al pueblo cautivo de
Cuba (...) Os hablo como amigo (...), como hombre que comparte
vuestras aspiraciones a la libertad y a la justicia para todos. Yo
observé, y el pueblo americano observó, con profundo dolor, la
manera en que vuestra revolución nacionalista fue traicionada y en
que vuestra patria cayó bajo el dominio extranjero. Ahora, vuestros
líderes no son ya líderes cubanos que se inspiran en los ideales de
Cuba. Son marionetas y agentes de una conspiración internacional que
ha hecho que Cuba se vuelva contra sus amigos y vecinos de América,
y se convierta en el primer país latinoamericano que puede ser
blanco de una guerra nuclear, en el primer país latinoamericano que
tiene en su territorio armas de esta clase.
"(...) Pero nuestro país no quiere causaros sufrimientos ni
imponeros ningún sistema político.
"(...) Y no tengo la menor duda de que la mayoría de los cubanos
esperan hoy el momento de ser verdaderamente libres, libres de la
dominación extranjera, libres de elegir sus propios líderes, libres
de escoger su propio sistema, libres de poseer su propia tierra,
libres de hablar, de escribir y de adorar sin miedo y sin
humillación".
Eran el colmo de los colmos los pretextos que esgrimía Kennedy
para justificar su agresión a Cuba... . "Libres de escribir"... y
también debió decir de leer, que para eso la Revolución había
erradicado el analfabetismo.
Entre los últimos planteamientos del presidente Kennedy estaba el
siguiente: "Estamos solicitando (...) una reunión de emergencia del
Consejo de Seguridad (...) para pedir el pronto desmantelamiento y
retirada de todos los armamentos ofensivos (...), bajo la
supervisión de observadores, para que la cuarentena sea levantada".
Como ellos lo comprobarían días más tarde, si el levantamiento de
la cuarentena dependía de una inspección de la ONU en la Isla,
tendría larga vida esa medida de fuerza, porque Cuba no se dejaría
inspeccionar bajo ningún concepto.
Hay que señalar que en la intervención del Presidente también se
recalcaba que el bloqueo era solo el paso inicial, pues había
ordenado al Pentágono que hiciese todos los preparativos necesarios
para una ulterior acción militar.
En conclusión, dos grandes potencias estaban a medio paso de la
catástrofe nuclear.
El discurso del Presidente fue brusco, persiguiendo el objetivo
de crear la impresión, en los estadounidenses y en la opinión
pública mundial, de que los cohetes soviéticos en Cuba representaban
en sí una amenaza mortal para los Estados Unidos y otros Estados
latinoamericanos, ya que a rusos y cubanos les hormigueaban los
dedos por comenzar a oprimir los botones de lanzamiento.
Ahora bien, se puede afirmar sin lugar a dudas que la
implantación de la "cuarentena" constituyó un acto ilegal desde el
punto de vista del derecho, pues las reglamentaciones
internacionales consideran el bloqueo como un sistema de acciones
violentas de la marina de guerra de un Estado beligerante (o de una
coalición de Estados), dirigidas a impedir el acceso desde el mar a
una costa que se encuentra en poder del enemigo. El bloqueo es
entonces uno de los métodos de realización de la guerra. Por eso
este solamente puede ser legal en tiempo de guerra. El derecho
internacional moderno no reconoce el así llamado "bloqueo pacífico".
Durante la comparecencia del Presidente por radio y televisión,
se efectuó la evacuación de los 2 890 familiares civiles que se
encontraban en la Base Naval de Guantánamo; 390 de ellos fueron
evacuados en aviones y 2 500 en diferentes embarcaciones.
A continuación de la intervención presidencial, esa misma noche,
el representante de los Estados Unidos ante la ONU, Adlai Stevenson,
entregó al Presidente temporal del Consejo de Seguridad (quien, por
ironías del destino, no era otro que Valerian Zorin, el
representante de la URSS) la petición para que se realizara una
reunión extraordinaria del Consejo con el objetivo de que fuera
examinada la solicitud: "Sobre la seria amenaza a la paz y a la
seguridad en todo el mundo por parte de la URSS y Cuba".
Simultáneamente, estos dos países también se dirigieron al Consejo
con quejas sobre las acciones agresivas y antijurídicas de los
Estados Unidos, solicitando una reunión urgente.
Este día Kennedy envió además una carta personal a Jruschov a
través de un canal de comunicación especial. Con esta carta comenzó
la correspondencia secreta entre ambos, la que se extendió durante
todo el periodo de la Crisis y constó de 25 misivas.
El "canal secreto" de comunicación había sido organizado en la
primavera de 1961 por iniciativa del hermano del Presidente, Robert
Kennedy, y la comunicación directa se efectuaba a través del
diplomático soviético en Washington, Bolshakov. Este canal no
diplomático ni oficial jugó un rol muy importante en el
establecimiento de relaciones personales más cercanas entre los
máximos dirigentes de los Estados en conflicto. Sobre este canal no
podían influir la CIA, ni el Departamento de Estado ni el Pentágono.
Ambos líderes concedieron gran importancia a la posibilidad de esta
comunicación y la utilizaron activamente.
El contenido de la primera carta fue duro y sin compromisos; en
ella el presidente Kennedy expresó la esperanza de que el Gobierno
de la Unión Soviética se abstendría de acciones que complicaran la
Crisis y colaboraría en su rápida solución.
A su vez, en Cuba se desarrollaba la movilización del país por
Alarma de Combate, mientras que el general de ejército Pliev convocó
urgentemente una reunión ampliada del Consejo Militar de la
Agrupación de Tropas Soviéticas (ATS), en la que ordenó que todas
las unidades fueran puestas en completa disposición combativa.
También dijo en esa reunión: "Si el enemigo no emplea el arma
nuclear combatiremos con armas convencionales. No tenemos a dónde
retroceder, estamos lejos de la Patria y la reserva de combate
alcanza para 5-6 semanas. Si destruyen la Agrupación combatiremos en
composición de una división, si destruyen la división, en
composición de regimiento, si destruyen el regimiento nos iremos a
las montañas a desarrollar la lucha guerrillera...". (4)
Esa misma noche se recibió un telegrama de Moscú con el contenido
siguiente: "Al camarada Pavlov. En relación con el posible
desembarco en la isla de Cuba de las tropas norteamericanas que
realizan maniobras en el Mar Caribe, adopte medidas inmediatas para
incrementar la disposición combativa y para rechazar al enemigo con
las fuerzas conjuntas del Ejército cubano y de todos los medios de
las tropas soviéticas, excluyendo los medios de Statsenko y todos
los cargamentos de Beloborodov. Firmado DIRECTOR, No. 4/389".(5)
A partir de aquel momento, todos los trabajos en los
emplazamientos de los cohetes de alcance medio se realizaban
solamente de noche, y a la par con ellos se comprobaba el
funcionamiento de los equipos de lanzamiento y preparación, así como
se efectuaba la comprobación multilateral de los cohetes portadores
y de sus cabezas de combate nucleares.