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Octubre de 1962: la mayor crisis de la era
nuclear (XX) La respuesta de la
Revolución
RUBÉN G. JIMÉNEZ GÓMEZ (*)
La
noche del 23 de octubre de 1962 el Comandante en Jefe Fidel Castro
compareció ante la radio y la televisión para refutar las
imputaciones hechas por el mandatario norteamericano el día
anterior.
El líder cubano impugnó, uno a uno, los argumentos utilizados por
Kennedy para implantar el bloqueo, y denunció las transgresiones de
las normas de convivencia entre las naciones cometidas
reiteradamente por los estadounidenses, como era el caso de la
violación frecuente de los espacios aéreo y naval cubanos. Además,
entre otras cosas planteó las siguientes:
"¿Por qué se ha agudizado la situación, por qué se ha hecho
crítica? Sencillamente porque los Estados Unidos han fracasado en
todos los intentos realizados hasta ahora contra nosotros".
"¿Qué hemos hecho? Defendernos (...) ¿O pretendían los
imperialistas que desde la primera hostilidad que hicieran contra
nosotros, la primera acción, ya iban a tener un pueblo rendido, un
Gobierno rendido, y una legión de revolucionarios levantando bandera
blanca? (...) Lo que nosotros hicimos fue defendernos. Y si tomaron
medida tras medida contra nosotros, nosotros tomamos otras".
"Fueron ellos los que decretaron esa política de agresión, de
enemistad hacia nosotros, de ruptura de relaciones con nuestro país.
Fueron ellos. Si han fracasado, la culpa es de ellos. No es
nuestra".
"Está claramente definida nuestra opinión sobre las armas.
Nosotros adquirimos las armas que nos dé la gana para nuestra
defensa, y tomamos las medidas que consideremos necesarias para
nuestra defensa. Eso es lo que hemos hecho (...) ¿Quién ha dicho que
nosotros tenemos que rendir cuentas a los imperialistas, a los
agresores, de las medidas y de las armas que tenemos?
"Ninguna de nuestras armas es ofensiva, como no lo ha sido hasta
ahora. ¿Por qué? Porque nunca hemos tenido intenciones agresivas
contra nadie (...) Nunca seremos agresores. Nunca seremos ofensores.
Por eso nuestras armas nunca serán ofensivas".
"Desde luego, nosotros rechazamos terminantemente todo intento de
fiscalización, todo intento de inspección de nuestro país. A nuestro
país no lo inspecciona nadie (...) Jamás renunciaremos a la
prerrogativa soberana de que dentro de nuestras fronteras somos
nosotros los que decidimos y somos nosotros los que inspeccionamos,
y nadie más (...)".
"¡Cualquiera que intente inspeccionar a Cuba debe saber que tiene
que venir en zafarrancho de combate! Esa es nuestra respuesta
terminante a las ilusiones, a las proposiciones de realizar
inspecciones en nuestro territorio".
"Este señor plantea que nosotros nos desarmemos. Sentimos mucho
decirle que sus esperanzas son fallidas, porque ni ahora ni nunca
nos desarmaremos, mientras persista la política de agresión y de
hostilidad de Estados Unidos hacia nosotros".
"Podrán rebuscar los archivos y lo que quieran, y como no sea en
la historia de la piratería, no encontrarán antecedentes de esto en
ninguna parte. ¡Un acto de guerra en época de paz! ¡Señores, esto es
yanqui puro! (...) En la historia del fascismo pueden encontrar
antecedentes de todos estos actos". (1)
Miércoles 24 de octubre.
Temprano en la mañana hubo una reunión en el puesto principal de
mando de las FAR, en la que se analizó que para realizar una
invasión el enemigo utilizaría cinco o seis divisiones cuyo traslado
requeriría de 120 a 130 barcos de transporte y no menos de seis días
para su preparación. En aquellos momentos no existían indicios de
que fuera a ocurrir de inmediato, y el incremento del tráfico de
comunicaciones que sería necesario, así como los buques y aviones
que tomarían parte, serían detectados rápidamente. Se apreció que el
ataque aéreo era la acción más probable.
Se informó también que, según los cálculos, los aviones de
combate cubanos disponían de combustible y municiones para veinte
días de acciones, realizando cuatro misiones diarias. El Comandante
en Jefe Fidel Castro indicó que las baterías antiaéreas de reserva
debían encontrarse en posibilidad de maniobrar hacia cualquier lugar
cuando fuera necesario.
Mientras tanto, en el aeródromo de Santa Clara se recibió la
orden de desconcentrar el regimiento aéreo de caza soviético,
equipado con los aviones MIG-21 F13. La tercera escuadrilla maniobró
hacia el aeródromo de Camagüey y la segunda lo hizo hacia el de San
Antonio de los Baños, en la provincia de La Habana. En Santa Clara
permanecieron el estado mayor del regimiento y la primera
escuadrilla.
Este día, también temprano en la mañana, antes de que se
implantara la "cuarentena", McNamara fue al salón donde se
controlaba la ubicación de los barcos que se dirigían a Cuba; allí
sostuvo una tensa conversación con el almirante Anderson, como
resultado de la cual le indicó que no se hiciera un solo disparo sin
su permiso expreso, pues aquello no era un simple bloqueo, sino una
forma de comunicación entre Kennedy y Jruschov; que no se podía
aplicar ningún tipo de medida de fuerza sin su permiso, y que este
no se daría sin analizarlo con el Presidente.
Antes de la hora de inicio de la "cuarentena", el Comando Aéreo
Estratégico pasó a la situación de DEFCON 2; este aumento de la
disposición combativa significaba que el personal estaría disponible
las 24 horas del día; se citaba a los efectivos que estuvieran de
pase y no se daban pases nuevos; se suspendieron los mantenimientos
y entrenamientos no esenciales; los elementos de combate y las
unidades de apoyo iniciaron preparativos reales para combatir. Los
mandos restantes se mantuvieron en DEFCON 3, pero listos a pasar a
DEFCON 2 si se les ordenaba. Este día terminó, además, la dispersión
de los bombarderos B-47 en cuarenta aeropuertos civiles.
El Departamento de Estado solicitó respuesta urgente al Embajador
en Turquía sobre las consecuencias políticas de la retirada de los
cohetes Júpiter, sustituyéndolos por la presencia de un submarino
con cohetes Polaris en el área u otras medidas significativas de la
OTAN, como las proyectadas fuerzas nucleares navales multilaterales.
Se recibió, además, un telegrama de la Embajada en Moscú con la
información sobre el encuentro sostenido con Jruschov por el hombre
de negocios estadounidense William Knox: el Primer Ministro
soviético denostó contra la "cuarentena" y amenazó con hundir los
barcos norteamericanos si los transportes soviéticos eran detenidos.
Dijo que los Estados Unidos tendrían que aprender a vivir con los
cohetes soviéticos en Cuba, como la URSS ha aprendido a vivir con
los cohetes norteamericanos en Turquía. Jruschov también aseguró que
los cohetes de alcance medio y los antiaéreos en Cuba se encontraban
bajo estricto control soviético e hizo una vaga proposición de
convocar una cumbre.
A las 10 de la mañana, hora de Washington, entró en vigor la
"cuarentena", proclamada la tarde anterior. A esa misma hora comenzó
una nueva reunión del Comité Ejecutivo del Consejo de Seguridad
Nacional...
EL DÍA EN QUE LA TIERRA DEJÓ DE GIRAR
De acuerdo con las informaciones existentes al comenzar la
reunión del Comité Ejecutivo, los barcos rusos seguían navegando en
dirección a Cuba sin alterar su marcha; algunos ya estaban cerca de
la barrera de quinientas millas establecida para la intercepción,
así que tendrían que decidir si los detenían o no.
La reunión comenzó con el informe del Director de la CIA de que
había un rápido progreso en la construcción de los emplazamientos de
cohetes de alcance medio, sin embargo, no se había detectado la
puesta en práctica de medidas intensivas para alcanzar niveles
superiores de disposición combativa por parte de las fuerzas
soviéticas y del Bloque.
Poco después de las 10 de la mañana llegó el informe de que dos
barcos soviéticos, el "Gagarin" y el "Komiles", se encontraban a
pocas millas de la barrera. La intercepción de ambos se produciría,
probablemente, antes del mediodía. Llegó entonces un inquietante
informe de la Armada de que un submarino soviético había tomado
posición entre los dos barcos.
Dejemos ahora que Robert Kennedy, uno de los participantes en la
reunión, nos relate los tensos minutos que siguieron: "Había llegado
el momento para el que nos habíamos estado preparando, el momento
que esperábamos que no llegase nunca. El peligro y la preocupación
que todos sentíamos se cernían como una nube encima de nosotros y,
sobre todo, del Presidente (...).
"Se había enviado un portaaviones apoyado por helicópteros con
equipos antisubmarino. El ‘Essex’, portaaviones de propulsión
nuclear, tenía que ordenar al submarino, por medio del sonar, que
emergiese a la superficie y se identificase. Si se negaba, dijo
McNamara, se lanzarían cargas de profundidad de poca potencia hasta
que saliera a flote.
"Creo que aquellos pocos minutos fueron los de mayor preocupación
para el Presidente. ¿Estaba el mundo al borde de un holocausto? ¿Era
por nuestra culpa? ¿Nos habíamos equivocado? ¿Hubiéramos debido
hacer otra cosa, o no hacer nada? Se llevó la mano al rostro y se
tapó la boca. Abrió y cerró el puño. Parecía tener la cara chupada,
doloridos y casi grises los ojos. Nos miramos fijamente por encima
de la mesa (...) Las voces seguían zumbando, pero me parece que no
oí nada de lo que decían hasta que escuché la voz del Presidente:
‘¿No hay alguna manera de evitar nuestro primer choque con un
submarino ruso..., algo que no sea precisamente esto?’ ‘No
—respondió McNamara—, el peligro es demasiado grande para nuestros
barcos. Los comandantes tienen instrucciones de evitar las
hostilidades por todos los medios posibles; pero tenemos que estar
preparados para esto, y esto es lo que hemos de esperar que ocurra’.
"Había llegado el momento de la decisión final (...) Sentí que
estábamos al borde de un precipicio, sin salida posible. El momento
era ahora, no la semana próxima; no mañana, ‘para tener otra reunión
y decidir’; no dentro de ocho horas, ‘para poder enviar otro mensaje
a Jruschov’. No; nada de esto era ya posible. A mil millas de
nosotros, en la vasta superficie del océano Atlántico, se tomarían
las decisiones finales en los próximos minutos. El presidente
Kennedy había iniciado el curso de los acontecimientos, pero ya no
podía controlarlos. Tenía que esperar..., teníamos que esperar
(...).
"Entonces, un ordenanza trajo una nota a McCone. ‘Señor
Presidente, tenemos un primer informe que parece indicar que algunos
barcos rusos se han detenido’.
"¿Se han detenido? ¿Qué barcos son? ¿Se ha comprobado la
veracidad del informe? (...) ‘El informe es exacto, señor
Presidente. Seis barcos que se dirigían a Cuba se han detenido al
borde de la línea del bloqueo, o han dado media vuelta en dirección
a la Unión Soviética (...) Al poco rato, llegó el informe, según el
cual los veinte barcos rusos más próximos a la barrera se habían
detenido y permanecían inmóviles o habían dado media vuelta.
"Bueno, no tendremos que detener ni interceptar a ningún barco",
dijo el Presidente (...).
"Después, volvimos a los detalles. La reunión se prolongó. Pero
todos parecíamos haber cambiado. Por un instante, el mundo se había
parado; ahora, volvía a girar". (2)
Más tarde se supo que 16 barcos soviéticos estaban detenidos o
regresaban a casa. La mayor parte de los que continuaban la marcha
hacia Cuba eran tanqueros. Uno de ellos, el "Bucarest", llegó a la
barrera durante el día, se identificó a una de las naves
norteamericanas, y se le dejó pasar por ser un petrolero, en el que
era poco probable que se transportaran cohetes o alguna otra arma de
las prohibidas por el bloqueo. Sin embargo, algunos miembros del
Comité Ejecutivo sostuvieron enérgicamente la conveniencia de
inspeccionarlo, para que Jruschov no tuviera dudas de la decisión
del Gobierno de los Estados Unidos. En definitiva, el Presidente
aplazó su decisión y ordenó que fuera seguido por barcos de guerra
estadounidenses. En aquel momento se dirigía a Cuba a una velocidad
de 17 nudos, por lo que habría que decidir algo antes de anochecer.
Se recibió una carta de Jruschov al presidente Kennedy, con los
planteamientos fundamentales siguientes:
—Usted no declara una cuarentena, sino que más bien está lanzando
un ultimátum, y amenaza con el empleo de la fuerza. Eso es un reto.
—La OEA no tiene autoridad para adoptar tales decisiones, por lo
que no la reconocemos.
—Nos adherimos a los principios de las leyes internacionales y
observaremos estrictamente las normas que regulan la navegación en
alta mar, en aguas internacionales.
—Las acciones de los Estados Unidos con relación a Cuba
constituyen un bandidaje abierto.
En la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, U Thant planteó
que mediaría en el conflicto a petición de un grupo de gobiernos,
por lo que envió un mensaje con textos idénticos a Kennedy y
Jruschov, solicitándoles que se abstuvieran de emprender acciones
que pudieran agravar la situación y propuso la suspensión
voluntaria, por un periodo de dos a tres semanas, de los envíos de
armas y de la "cuarentena", con el objetivo de que las partes se
reunieran para solucionar la Crisis.
En esa misma reunión del Consejo, el representante norteamericano
exigió al soviético que diera una respuesta directa a la pregunta de
si había en Cuba cohetes y bombarderos soviéticos. Zorin, sin tener
la autorización necesaria y, posiblemente, sin tener conocimiento
oficial y fidedigno de la cuestión, se vio obligado a rehuir la
respuesta directa, diciendo que le sería dada en el momento
oportuno. Entonces Stevenson hizo una señal e introdujeron en la
sala las ampliaciones de las fotos tomadas por los U-2, en las que
se veían claramente los bombarderos y las posiciones de lanzamiento
que se construían para los cohetes. El efecto fue devastador y el
lance constituyó un fracaso total para la diplomacia soviética.
A pesar de ello, al día siguiente los periódicos de la URSS
publicaron la noticia siguiente: "Valerian Zorin desenmascaró las
afirmaciones de los funcionarios del Departamento de Estado, sacadas
de cualquier montón de basura, acerca de la así llamada ‘instalación
de bases de cohetes soviéticos en Cuba". (3) Y uno de los
comunicados de la Agencia TASS anunciaba: "A la orden de Stevenson
fueron expuestas, en la sala del Consejo de Seguridad, las
falsificaciones fabricadas por la CIA. Después el delegado
norteamericano leyó, como un papagayo, las explicaciones preparadas
por la inteligencia estadounidense". (4)
En horas de la tarde, el comandante Fidel Castro visitó un grupo
coheteril antiaéreo soviético que se encontraba emplazado al este de
la capital cubana. Allí observó la vulnerabilidad de aquellas
unidades ante un ataque de aviones a baja altura, pues solo poseían
para su defensa una ametralladora antiaérea de dos cañones (ZPU-2)
de 14,5 mm. Inmediatamente ordenó que cincuenta baterías antiaéreas
de la reserva maniobraran para dar protección a esos grupos y a las
instalaciones de los cohetes de alcance medio. Además, se destinó
una batería de cañones de 100 mm para proteger el puerto de La
Isabela, donde estaba la motonave "Alexandrovsk" con las cabezas de
combate nucleares para los cohetes de alcance intermedio. El puesto
de mando de la división coheteril fue protegido por dos pelotones de
cañones de 23 mm que fueron retirados de los barcos mercantes
soviéticos.
Ya de noche, el Presidente decidió permitir que el Bucarest
continuara su viaje a Cuba sin ser inspeccionado. Contra la opinión
de los militares y de muchos de sus consejeros, quiso dar más tiempo
a Jruschov.
Esa noche, cumpliendo indicaciones del Departamento de Estado,
Stevenson se dirigió a U Thant intentando que este hiciera una
apelación a Jruschov para que mantuviera los barcos soviéticos fuera
del área de la "cuarentena"; el birmano debía hacer la proposición
como si fuera una iniciativa propia con el objetivo de evitar una
confrontación que podría producirse a corto plazo. Alrededor de la
medianoche Stevenson contactó con U Thant y este estuvo de acuerdo
con enviar un mensaje con la proposición a primera hora de la
mañana, haciéndolo a nombre suyo. Le plantearía la necesidad de que
mantuviera sus barcos alejados para evitar una confrontación, porque
pensaba que existía la posibilidad de que los norteamericanos
estuviesen preparados para discutir las modalidades de una
negociación.
Jueves 25 de octubre.
Por la mañana, el Secretario General Interino de la ONU, U Thant,
recibió las respuestas de Jruschov y Kennedy a su mensaje del día
anterior. El dirigente soviético dio una respuesta positiva,
aceptando la proposición de U Thant para tratar de solucionar la
Crisis. Por su parte, la respuesta norteamericana era ambigua y no
contenía ningún compromiso concreto:
"En vuestro mensaje y vuestra declaración al Consejo de Seguridad
habéis hecho ciertas gestiones y habéis invitado a garantizar
arreglos satisfactorios.
"El embajador Stevenson está listo a discutir prontamente esos
arreglos con Usted. Puedo asegurarle de nuestro deseo de llegar a
una solución satisfactoria y pacífica de este asunto". (5)
Poco después, U Thant se dirigía de nuevo a Jruschov y Kennedy.
Con el objetivo de evitar un enfrentamiento en el mar, pedía a
Jruschov que mantuviera los barcos soviéticos fuera de la zona de
intercepción por un tiempo limitado, que permitiera la realización
de conversaciones sobre un posible acuerdo para solucionar la
Crisis. A Kennedy le solicitaba que las fuerzas de los Estados
Unidos en el Caribe evitaran un enfrentamiento con los barcos
soviéticos, con el objetivo de disminuir el riesgo de cualquier
enojoso incidente.
Este día el ministro de Relaciones Exteriores austriaco, Bruno
Kreisky, sugirió que las bases cubanas fueran retiradas a cambio de
la retirada de las bases de los Júpiter de Turquía.
A las 10 a.m. se efectuó la reunión del Comité Ejecutivo, en la
que se aprobó definitivamente la autorización para que el buque
tanque "Bucarest" no fuera interceptado. McNamara recomendó la
realización de varios vuelos a baja altura que asemejaran el
asestamiento de un golpe aéreo, con lo que podrían observar la
marcha de la construcción de los emplazamientos y contribuirían a
enmascarar la posibilidad de un ataque posterior a baja altura. Por
su parte, Rusk solicitó información a la CIA acerca del efecto que
había tenido en Cuba el hecho de que una parte de los barcos hubiera
regresado a la URSS, y sobre la reacción de los cubanos en general a
las acciones emprendidas por los estadounidenses hasta la fecha: si
los cubanos sabían sobre la existencia de los cohetes soviéticos en
su país; si habían escuchado el discurso del Presidente y cuál era
la moral en la Isla. El Director de la CIA prometió respuestas.
Este día, como consecuencia de lo tensa que continuaba la
situación, la dirección y el estado mayor de la Agrupación de Tropas
Soviéticas (ATS) en Cuba pasaron al puesto de mando subterráneo que
había sido acondicionado en los alrededores de La Habana y contaba
con todos los medios necesarios para garantizar la seguridad de la
dirección, así como para efectuar la cooperación con las formaciones
militares cubanas.
En la jefatura de la ATS también se recibió el telegrama
siguiente:
"Al camarada Pavlov: Debido a que la Marina de Guerra de los
Estados Unidos bloquea los accesos a Cuba, tomamos la decisión de no
enviarles los Regimientos Coheteriles 665 y 668. Ustedes no deben
descargar del transporte ‘Alexandrovsk’ las cabezas de combate para
los cohetes R-14. Si ya fueron descargadas, organice su carga en el
‘Alexandrovsk’ de una forma oculta. Preparar la motonave para su
envío a la Unión Soviética acompañada por el ‘Almetievsk’. Firmado:
DIRECTOR".
ANGUSTIA EN LAS PROFUNDIDADES
Por aquellos días la 69 Brigada de Submarinos, que estaba
integrada por las naves B-4, B-36, B-59 y B-130, se encontraba en
una situación extremadamente difícil. Desde que se acercaban a las
islas Bermudas para ocupar sus posiciones de combate, la brigada
había chocado con una fuerte resistencia de los medios
antisubmarinos pertenecientes a la Marina de Guerra de los Estados
Unidos, los que contaban con una superioridad numérica abrumadora.
Como resultado de una prolongada y tenaz persecución, que no
permitía subir a la superficie durante días y días para efectuar la
recarga de las baterías de acumuladores y ventilar debidamente los
compartimientos, las embarcaciones B-36 y B-59 tuvieron que emerger
y mantenerse en la superficie durante varias horas, mientras se
recargaban las baterías, rodeadas de barcos de guerra, helicópteros
y aviones norteamericanos. El B-130 también fue perseguido
inicialmente, pero después se pusieron fuera de servicio sus tres
motores diesel, por lo que tuvo que abandonar la campaña y ser
auxiliado por medios de la Flota del Norte.
Los submarinos eran del modelo 641 y, al parecer, no habían sido
probados totalmente en condiciones complejas, por lo que durante la
travesía se pusieron de manifiesto serios defectos técnicos, pues no
estaban suficientemente acondicionados para efectuar una navegación
tan prolongada en condiciones de elevadas temperaturas del agua y el
aire, así como en presencia de una incrementada salinidad del mar.
Además de la creciente presión exterior, ejercida por las fuerzas
antisubmarino norteamericanas, se dificultó al máximo la situación
existente en el interior de las embarcaciones. La temperatura
alcanzó los 60-65º C en los compartimientos de los motores diesel y
eléctricos, así como en los compartimientos de los acumuladores,
mientras que en los compartimientos ubicados hacia los extremos de
la nave la temperatura era de alrededor de 40-45 grados, de modo que
el personal se desmayaba con frecuencia cuando trabajaba en los
compartimientos de temperaturas más elevadas. Además, las reservas
limitadas de agua no permitían distribuir más de 250 gramos al día
por persona, y esto, en condiciones de fuerte sudoración y
deshidratación, conducía a que el personal enfermara de miliaria
(fiebre caracterizada por erupciones de pequeñas ampollas,
semejantes a los granos de mijo) en una variante supurante
especialmente desagradable. Los hombres casi no ingerían alimentos,
por lo que las pérdidas de peso llegaron a ser de hasta un tercio
aproximadamente.
Cuando había transcurrido cierto tiempo del regreso a la URSS,
los comandantes de los submarinos participantes en la campaña fueron
llamados a Moscú para informar personalmente al ministro de Defensa,
pero Malinovski estaba enfermo y los escuchó el mariscal Grechko,
primer viceministro de Defensa de la URSS, quien expresó su
inconformidad (o sorpresa) porque los submarinos no eran atómicos y
se vieran obligados a emerger para cargar las baterías, no entendía
por qué debían hacerlo cada noche, ni escuchó acerca de las
deficiencias y dificultades de la campaña. Solo entendió una cosa,
que los submarinistas habían violado el carácter oculto de la
operación. En las conclusiones del encuentro, el mariscal Grechko se
manifestó en el sentido de que si él hubiera estado en el lugar de
los jefes de los submarinos, hubiera preferido perecer y hundirse
antes que emerger ... Así mismo, ¡ni más ni menos! (Continuará)
(*) Teniente coronel (r) y fundador de las Tropas
Coheteriles
1 Un pueblo invencible. Editorial José Martí. La Habana, Cuba, 1991,
pp. 21-40.
2 Kennedy, Robert: Trece días (La crisis de¼
Ob. Cit., pp. 67-72.
3 Al borde del abismo... Ob. Cit., p. 112.
4 Idem, p. 112.
5 Diez Acosta, Tomás: Peligros y Principios... Ob. Cit., p. 160.
Entregas anteriores:
·
Octubre de 1962: la mayor
crisis de la era nuclear (XXI): El hacha de piedra estaba al doblar
de la esquina
·
Octubre de 1962: la mayor crisis de la era
nuclear (XIX): Crecen las tensiones; se desata la guerra
mediática
·
Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (XVIII):
¿Había llegado la hora para una invasión a Cuba?
·
Octubre de 1962: la mayor crisis de la era
nuclear (XVII): La Crisis en pleno
apogeo
·
Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (XVI):
Bloqueo, pero después el golpe aéreo
·
Octubre de 1962: la mayor crisis de la era
nuclear (XV): Atacar o no atacar, he ahí la cuestión
·
Octubre de 1962: la
mayor crisis de la era nuclear (XIV): La histeria se desencadena
·
Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (XIII): La clave
que nunca se usó: “Al Director: la cosecha de caña de azúcar marcha
con éxito”
·
Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (XII): Nunca
rendiremos cuentas de nuestra soberanía
·
Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (XI): Si Jruschov
hubiera escuchado los planteamientos que le hicimos no ocurre la
crisis
·
Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (X): Si Jruschov
hubiera escuchado los planteamientos que le hicimos no ocurre la
crisis
·
Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (IX): Si Jruschov
hubiera escuchado los planteamientos que le hicimos no ocurre la
crisis
·
Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (VIII): Si
estamos haciendo una cosa absolutamente legal, absolutamente justa,
¿por qué ocultarlo?
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Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (VII): Ocupando
posiciones
·
Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (VI): La
travesía, ¿en qué condiciones?
·
Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (V): Una reunión
histórica y una decisión de última hora
·
Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (IV): ¡Manos a la
obra!
·
Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (III): Algunos
errores de apreciación
·
Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (II): Nacimiento
y aprobación de la Operación “Anadir”
·
Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (I): Surge una
idea audaz e inesperada |