22
de
agosto de 2008
Diez años de injusticia (IV)
La farsa
Duró casi siete meses, pero
el jurado de Miami solo necesitó para deliberar breves
espacios de tiempo. En apenas cuatro días declaró a los
Cinco culpables de cada uno de los 26 cargos de la acusación
DEISY FRANCIS MEXIDOR
Francis_mexidor@granma.cip.cu
¿Dónde
estuvieron los medios de prensa norteamericanos durante los
casi siete meses que duró el juicio contra los Cinco? La
pregunta aún continúa sin respuesta al cabo de ocho años.
No solo fue este uno de los juicios más largo en Estados
Unidos en el momento que tuvo lugar, sino también fue un
caso que involucró importantes asuntos de política exterior
y terrorismo internacional, en el que comparecieron 74
testigos (43 por la fiscalía y 31 por la defensa), entre
ellos generales, un almirante, así como un asesor de la Casa
Blanca, quienes coincidieron en que Cuba no constituía una
amenaza militar para ese país, sino que únicamente estaba
interesada en conocer lo necesario para defenderse de la
amenaza de ataque por parte de EE.UU. o de mercenarios
radicados en ese territorio.
El proceso legal contra Gerardo Hernández, René González,
Antonio Guerrero, Ramón Labañino y Fernando González se
inició en el otoño del 2000 y terminó en junio del 2001. Se
necesitaron 119 volúmenes de transcripciones y 15 de
narraciones de hechos previos, cajas de documentos de
prueba¼ un registro enorme y exhaustivo. Lo que sin duda
resultó un suceso para grandes titulares, se mantuvo en
secreto y lo cubrió solo la prensa local de Miami.
DE VIOLACIONES SE HABLA
Se conoce que los acusados fueron detenidos violentamente
sin previa notificación, encarcelados durante largo tiempo
antes del inicio del juicio y sometidos a castigos
penitenciarios sin haber violado ninguna norma del sistema
carcelario.
Además, hubo una clara manipulación de las pruebas,
transgrediéndose el principio del "discovery", que
obliga a que las evidencias que posea o pretenda presentar
una u otra parte para valerse de ellas en la audiencia,
deben ser comunicadas a la otra parte y puestas a su
disposición para su conocimiento y examen.
Sin embargo, en el caso de los Cinco la defensa se vio
constantemente limitada en su derecho de disponer libremente
de la documentación considerada como evidencia, para su
estudio y análisis, dado que fue clasificada bajo la Ley de
Procedimiento de Información Clasificada (CIPA), hecho
inexplicable ya que a los encausados no se les ocupó ni un
solo texto de interés para ser tutelado por la CIPA.
Por otra parte, la manipulación de los testigos, debido a
las presiones que ejerció sobre ellos la Fiscalía, fue
atroz, dificultando unas veces e impidiendo otras, que se
pusieran de manifiesto ante el jurado y la Corte, hechos e
informaciones que pudieran constituir evidencias favorables
a la defensa de los acusados.
‘"Cuando nuestro juicio estaba a punto de comenzar, uno
de los abogados de la defensa nos advirtió sobre la
posibilidad de que los agentes del FBI mintieran en el
estrado de los testigos: ‘Ellos podrán pensar que es lo más
patriótico’, nos dijo el abogado. Nosotros, a pesar de que
conocemos el ambiente de Miami, nos negamos a creerlo hasta
que la verdad nos abrió los ojos. Otro de los abogados lo
resumió en una frase más simple: ‘Cuando un testigo de la
Fiscalía jura en el estrado, está recibiendo una licencia
para mentir"’, escribió en una carta René González Sehwerert
a esta reportera.
Más adelante comentaba: "Durante nuestro juicio llegamos
a pensar que los fiscales tendrían una oficina dedicada solo
a preparar trampas y a manipular el sistema. Yo no pudiera
imaginarme cuántos volúmenes habrán dedicado los abogados de
este gobierno en estudiar al milímetro todo... ".
LO QUE TUVO LA FISCALÍA
Lo que la Fiscalía poseía eran evidencias de que uno de
los Cinco, Antonio Guerrero, había trabajado durante cinco
años como empleado de mantenimiento en la base de
entrenamiento de la Marina en Boca Chica, en el sur de la
Florida.
Esa instalación estaba completamente abierta al público,
e incluso tenía un área de observación especial apartada
para permitir que las personas tomaran fotografías de los
aviones en las pistas de aterrizaje.
Durante la estancia de Tony allí, nunca solicitó un
certificado de confianza, ni tuvo acceso a áreas
restringidas, y mucho menos intentó penetrar en ninguna de
ellas. A pesar de intensas acciones de intimidación por
parte de la Fiscalía, algunos de sus compañeros de trabajo
testificaron que "era una persona normal, buen trabajador y
sociable, que no mostró interés particular alguno por las
áreas de seguridad". De hecho, mientras el FBI lo mantuvo
bajo vigilancia durante dos años antes de las detenciones,
ninguno de los agentes ofreció testimonio sobre algún acto
indebido de su parte.
Además, si bien el gobierno había confiscado miles de
páginas de documentos de los Cinco en el momento de su
arresto, faltaba el elemento común de todos los casos de
espionaje: el material clasificado, y a ellos no se les
encontró ni una sola página relacionada con información de
seguridad nacional.
ANÉCDOTAS EN LA SALA
Para comprender cómo se desarrolló el juicio de los
Cinco, el propio René relataba en su misiva: "Los fiscales
preparan minuciosamente a sus testigos para mentir con la
misma impunidad con que lo hacen ellos mismos ... En nuestro
propio caso, del mar de mentiras en que se hundió la
justicia, sobresalió la de un testigo que fue llevado para
identificar en una grabación la voz de uno de los pilotos de
Hermanos al Rescate que, según todo el resto de la
evidencia, era imposible que hubiera podido hablar a esa
hora porque ... ¡ya estaba
muerto! La explicación desenfadada de la fiscal ante tal
barbaridad: ‘Bueno, su señoría, el jurado es libre de creer
la versión que desee’.
"Otro ejemplo que me viene a la mente en nuestro caso.
Los fiscales me querían achacar la autoría de una carta que
sencillamente no había escrito yo, y según las pruebas de
laboratorio del propio FBI, la impresión de mi computadora
no se correspondía con la de la carta.
"Pues bien, el fiscal se paró en sus argumentos finales y
dijo que eso no importaba, que la carta la había hecho yo
con mi computadora y que de todas nuestras computadoras
ocupadas por ellos, la mía era la única que podía haberlo
hecho.
"Lo peor es que durante el juicio nadie se había
molestado en presentar evidencia en relación con nuestros
tipos de computadoras. El asunto sencillamente no se había
abordado en todo el juicio y todo lo que había era un
peritaje del FBI desechando mi computadora como fuente de la
carta.
"Pero eso no importó. El señor simplemente se paró ante
el jurado y le envió un mensaje: ‘La evidencia del FBI dice
una cosa pero yo, que soy el fiscal, les estoy diciendo
ahora’. El tipo tenía la más absoluta seguridad de que su
sola palabra anularía ni más ni menos que un peritaje del
FBI."
PREJUICIADA RETÓRICA
El acta de acusación contenía 26 cargos independientes,
cada uno de los cuales inculpaba a uno o más de los Cinco de
delitos específicos. La mayor parte eran hechos menores
vinculados con el uso de falsa identidad. No obstante, los
más graves, que aludían a espionaje y asesinato,
conllevarían sentencias de cadena perpetua.
Pero el acta no incriminaba a los Cinco cubanos de
cometer dichos crímenes, sino de conspirar para cometerlos.
Hecho que le dio margen a la Fiscalía para no tener que
probar realmente que alguno de los implicados había
realizado verdaderamente espionaje o cometido asesinato, o
que incluso estos delitos habían ocurrido en realidad. Todo
estaba pensado. Los Cinco se convertían en rehenes del odio
irracional del imperio contra Cuba.
El martes 29 de mayo del 2001, a las 9:40 a.m., se inició
la primera jornada de los alegatos finales de las partes en
este juicio. El informe conclusivo de la Fiscalía fue un
arma premeditadamente utilizada para suplir la falta de
evidencias en favor de una acusación insostenible. El
fiscal, en su último argumento ante el jurado, apeló a la
falsa y prejuiciada retórica del gobierno contra los Cinco,
afirmando, no menos de tres veces, que los acusados habían
ido a Norteamérica "con el fin de destruir a Estados
Unidos".
En un periodo de casi siete meses, el jurado de Miami
solamente deliberó por breves espacios de tiempo durante
cuatro días sin siquiera enviar una sola nota o expresar
alguna duda ante el tribunal, y procedió a declarar a los
cinco detenidos culpables de cada uno de los 26 cargos de la
acusación. No hizo ni una sola pregunta acerca de los
complejos principios legales involucrados y no hizo ni una
sola solicitud de revisión de ninguno de los testimonios.
El doctor Rodolfo Dávalos ha dicho: "No quedaba nada de
la ‘presunción de inocencia’ cuando encadenados como
esclavos, pero más libres de conciencia que sus juzgadores,
se pusieron de pie e irguieron su frente ...para recibir de
aquel jurado temeroso y amañado, el injusto e ilegal
veredicto de culpabilidad. Antes de ese veredicto eran
inocentes, jurídicamente hablando, y como tal debieron ser
tratados. Después lo siguen siendo, porque un fallo injusto
no torna en crimen la inocencia".
Diez
años de injusticia (I)
El comienzo
Diez años de injusticia (II)
El “Chu”
Diez años de injusticia
(III)
El
dilema de los 164
Diez años de injusticia (V)
Bajo presión
Diez años de injusticia (VI)
Inocencia condenada
Diez años de injusticia (VII)
Quinteto de gigantes
Diez años de injusticia (VIII)
Casos, cosas y
diferencias
Diez años de injusticia (final)
Preguntas,
respuestas
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