Diez años de injusticia (II)
El “Chu”
Así se le dice al hueco en el
lenguaje de los presos. En las celdas de castigo fueron
confinados en tres ocasiones, la primera de ellas durante 17
meses
DEISY FRANCIS MEXIDOR
Francis_mexidor@granma.cip.cu
Es un espacio de cuatro metros de largo por
dos de ancho. Tiene una puerta metálica. Las paredes y el
piso destilan humedad. Le dicen "El Chu" en el argot de los
presos. Es "El Hueco"o "Special House Unit" (Unidad de
Alojamiento Especial, SHU, por su sigla en inglés).
Pertenece a una edificación bastante moderna. En Estados
Unidos la construcción de prisiones es un gran negocio.
A ese lugar, en el piso 12 del Centro de
Detención Federal de Miami, fueron trasladados los Cinco el
29 de septiembre de 1998, tras haberles negado las fianzas
el día 22 del propio mes.
"Esta es una unidad para presos que están
castigados (o sea, más castigados de lo normal), o para
casos muy peligrosos o de extrema seguridad. Para el caso es
lo mismo, porque a uno lo tienen bajo el mismo régimen, no
importa si estás castigado o si te tienen allí por razones
de seguridad. Allí nos tuvieron 17 meses, que no es un
récord, pero es muy buen average", dijo en la primera carta
que pudo escribir a su familia Gerardo Hernández Nordelo en
febrero del 2001.
Para el abogado Paul McKenna, uno de los
integrantes del equipo de la Defensa, esas celdas son como
una "...cáscara de nuez...", un "...cuarto semejante a un
armario...".
LA "VIDA EN EL HUECO"
La comida se entrega a través de ventanillas
que tienen las puertas de hierro y que también se abren y se
cierran con llaves. Por lo general es la misma alimentación
que ofrecen en el resto del penal, "pero menos cantidad
porque las bandejas en el hueco son más chiquitas", según
Gerardo.
Al describirlas dijo que son unas celdas
bastante pequeñas que tienen adentro un inodoro-lavamanos de
metal, una ducha, un pedazo de meseta de concreto que sirve
de mesa, otro pedazo de concreto que hace de silla y una
litera de hierro. Allí era obligado pasar las 24 horas del
día. "Solo nos sacaban una hora al día a ‘recreación’, días
entre semana, si no llovía, si no tronaba y si no era
feriado. La ‘recreación’ consiste en llevarte a otra celda
más grande que tiene un pedazo de malla en una parte del
techo por donde entra aire de la calle. Allí puedes
‘recrearte’ todo lo que quieras corriendo o caminando,
porque no hay nada más que hacer".
VIOLACIONES TRAS VIOLACIONES
En septiembre de 1998 la Fiscalía presenta
25 cargos contra ellos. Cuando llevaban ocho meses de
encarcelados, o sea, en mayo de 1999, añaden un cargo que no
estaba en la acusación inicial: el de conspiración para
cometer asesinato imputado a Gerardo. Para esa fecha los
Cinco permanecían en el "hueco", en franca violación del
Reglamento del Buró de Prisiones del Departamento de
Justicia de Estados Unidos, el cual establece de modo claro
que semejante sanción se aplica solo para "casos
disciplinarios" y por un "máximo de 60 días".
Cuando fueron enviados nuevamente al Hueco
el 28 de junio del 2001, se denunció que en grosera
represalia, resultaron despojados de todas sus pertenencias,
incluidas cartas, fotos, poemas y hasta el más pequeño
pedazo de lápiz.
En una de las Mesas Redondas transmitidas
después de haber dado a conocer la historia de los Cinco en
junio del 2001, el doctor Julio Fernández Bulté, profesor de
la Universidad de La Habana, destacó que esa irracional
actitud de las autoridades estadounidenses contravino la
Declaración sobre la Protección de todas las personas contra
la tortura y otros tratos inhumanos y crueles, aprobada por
la Asamblea General de las Naciones Unidas el 9 de noviembre
de 1975, así como otras disposiciones de la ONU. En el caso
de los antiterroristas cubanos, esa práctica, impuesta de
forma excesiva, transgredió numerosos de esos acuerdos y
constituyó una forma deliberada de tortura. La clara
intención era quebrantarlos.
Al ser llevados otra vez al hueco en el
2003, Gerardo especifica: "Allí tenían personas con graves
problemas de conducta, cada uno solo, y en ropa interior.
Algunos, estando en las celdas regulares del hueco, le
habían dado candela a las colchonetas, otros habían agredido
a los guardias, otros habían intentado suicidarse, y así
sucesivamente. En el mes que estuve allí no pude verle la
cara a ninguno de ellos, pero conocí a varios por sus gritos
y lamentos y supe que a algunos los tenían amarrados a las
camas y que tenían problemas mentales. En mi caso, me
dejaban la luz encendida las 24 horas. Todas las celdas,
menos la mía, tenían las puertas de hierro abiertas, por lo
que algunos podían comunicarse con los de al lado gritando.
Cuando me sacaban a bañarme, dos o tres veces por semana,
cerraban automáticamente las puertas exteriores de las demás
celdas para que no pudieran verme a través de las rejas, ni
yo a ellos, y las volvían a abrir cuando ya yo estaba de
regreso, con mis dos puertas cerradas.
"En esas condiciones pensaban mantenernos
por lo menos un año, y fue gracias a las protestas y
manifestaciones de solidaridad de muchos compañeros que solo
estuvimos un mes. Durante ese tiempo no me permitieron tener
nada de leer. Después de mucho pedirlo, me dieron unas hojas
de papel y un repuesto de pluma para escribir a mi abogado.
El sobre lo tuve que fabricar con ese mismo papel, y pegarlo
con pasta dental."
EL ABRAZO DE LA SOLIDARIDAD
Recuerda a Granma Graciela Ramírez
Cruz, coordinadora del Comité Internacional por la Libertad
de los Cinco que "cuando nos enteramos de que los habían
metido de nuevo en el hueco —del 28 de febrero al 30 de
marzo del 2003—, nos impresionó muchísimo". Fue una acción
injustificada, "sin nada que amparara una sanción tan
terrible".
Por ejemplo, Antonio Guerrero, se encontraba
impartiendo clases de Matemática en la prisión aquel día de
febrero. "Lo interrumpieron y lo sacaron de entre sus
alumnos sin explicación", señala Graciela, quien también
explica cómo a Gerardo lo dejaron "solo con su ropa interior
en momentos en que todavía era temporada invernal".
Pero lo peor fue que "Gerardo estuvo
solicitando asistencia médica durante casi los 30 días del
hueco porque le caían las aguas albañales del piso de arriba
sobre su rostro. Él tenía el temor de dormirse, pidió que
taparan ese orificio y jamás fue atendido. Esa fue una de
las situaciones, además de la extrema soledad, el
aislamiento y la presión sobre ellos, que puso en alerta al
movimiento de solidaridad en el mundo, porque además los
mandaron al hueco en el preciso instante en que se
preparaban para presentar sus documentos de apelación. La
orden de impedir que pudieran trabajar con sus abogados fue
enviada desde Washington".
Constan cada uno de los correos que entonces
se enviaron al Departamento de Estado, a organismos de
derechos humanos, al buró de prisiones. En 30 días los
amigos solidarios llegaron a recaudar más de 6 000 firmas
que denunciaban esa violación.
El abogado Leonard Weinglass, cuando tuvo
ocasión de visitar a su defendido, Antonio, comentó que
también se había sentido prisionero, porque de hecho le
pusieron en una especie de cabina donde apenas podía tomar
notas y el diálogo se producía a través de un auricular.
Como expresara en su momento Weinglass, la imagen de Tony
saliendo del hueco es "inolvidable".
Precisamente, en mayo del 2005, ante las
violaciones cometidas y tan injusta prisión se pronuncia el
Grupo de Trabajo sobre Detenciones Arbitrarias de la ONU, al
emitir una decisión técnica, que no cuestionó el sistema
jurídico norteamericano. Se derivó del estudio de la
documentación del proceso y concluyó que la detención
arbitraria se produjo desde el primer momento del arresto en
Miami.
En aquella ocasión, esa instancia de la ONU
dijo que el gobierno de Estados Unidos debía adoptar las
medidas necesarias para poner fin a esa situación irregular
y lejos de atender esa solicitud, que acoge una
reivindicación inclaudicable del pueblo cubano, también
enarbolada por cientos de miles de personas honestas del
planeta, Washington dio nuevos pasos para consolidar el
absurdo régimen de detención impuesto contra los Cinco.
Para llegar a tales reflexiones los expertos
tuvieron en cuenta una combinación de tres factores: el
confinamiento solitario, la aplicación del acta de
información clasificada (CIPA) y el ambiente inadecuado en
el que se hizo el juicio.
En opinión de Roberto González, integrante
del equipo de la defensa y hermano de René, esos criterios
no los dieron sobre la base de que "los Cinco son hombres
valientes, eso es cierto, pero hay otros presos valientes,
ni porque tienen una buena familia, porque también hay otros
presos que tienen buenas familias, el asunto de este tema es
que los Cinco son inocentes, no porque sean valientes ni
porque tengan familias, sino porque son personas que tienen
derecho a la libertad, porque se les han violado todos sus
derechos en un proceso penal".
AQUÍ SE HABLA DE HONOR Y DIGNIDAD
Durante estos diez años tras las rejas, las
veces que fueron llevados al hueco han sido para Gerardo,
Fernando, Antonio, René y Ramón, uno de los periodos más
duros.
No obstante, al hacer la evaluación de
aquellos 17 meses en celdas de confinamiento solitario,
Gerardo expuso en la mencionada carta a su familia en
febrero del 2001: "Fue una etapa bastante dura, no solo por
las condiciones sino porque coincidió que eran los primeros
meses".
Y sin dejar a un lado el humor innato que
suele caracterizarle, comentó: "De todos modos, como decía
Gustavo Adolfo Bécquer, ‘eso no es pedo que moje
calzoncillos’ y en un par de meses ya le habíamos cogido la
vuelta al hueco", porque "el Hueco también fue una
‘escuela’. Aprendimos mucho de nosotros mismos y de los
demás, del honor y de la dignidad humana...
".
Diez
años de injusticia (I)
El comienzo
Diez años de injusticia
(III)
El
dilema de los 164
Diez años de injusticia (IV)
La farsa
Diez años de injusticia (V)
Bajo presión
Diez años de injusticia (VI)
Inocencia condenada
Diez años de injusticia (VII)
Quinteto de gigantes
Diez años de injusticia (VIII)
Casos, cosas y
diferencias
Diez años de injusticia (final)
Preguntas,
respuestas
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