
En la reunión de trabajo, efectuada el último jueves en la sala Raquel Revuelta, de la calle Línea en el Vedado, conducida por la poeta y ensayista Nancy Morejón, presidenta de la Asociación, los participantes también abordaron problemas gremiales que afectan la creación y el vínculo de esta con la sociedad.
Hubo consenso acerca de cómo la agenda del evento de-be expresar el compromiso de los escritores con las transformaciones económicas y sociales derivadas de la implementación de los Lineamientos adoptados por el Congreso del Partido y los Objetivos aprobados por la Conferencia Nacional de la organización política.
Ese compromiso, según criterios expuestos en la plenaria, tendrá que traducirse en una participación activa de los escritores, desde una perspectiva ciudadana, en los debates que tienen lugar en el seno de nuestra sociedad.
Cobró fuerza el planteamiento de que no puede haber crecimiento económico ni prosperidad material sin una dimensión cultural, pues de faltar esta se enajenarían los principios humanistas que animan a la Revolución.
Dicha dimensión comprende desde la defensa y promoción de valores éticos hasta la lucha frontal contra la circulación entre nosotros de ideas tendentes a erosionar la identidad, el sentido de pertenencia y la comprensión del proceso histórico que nos ha llevado al presente y a pensar el futuro.
Destacados intelectuales expusieron cómo de manera subrepticia, y a veces desembozada, pretenden ganar terreno argumentos extrapolados de modelos ajenos, y se reproduce en determinados nichos de la sociedad una noción banal y superficial de la cultura, mientras por otra parte se registran prácticas deformadoras de los valores de la cultura popular tradicional.
También abogaron por continuar trabajando con los Ministerios de Educación y Educación Superior en la superación de las deficiencias en la enseñanza de la Historia y la Literatura cubanas y el relanzamiento del papel y la función de las bibliotecas escolares.
Otras preocupaciones enfocaron la necesidad de estudiar objetivamente y a fondo la recepción social de la producción literaria, implementar una seria investigación de la demanda en la comercialización del libro y de lograr una más pronunciada participación de los escritores en los programas de las instituciones culturales comunitarias.
En el orden gremial hubo reclamos para que se acaben de resolver añejos problemas como la obsolescencia y desactualización del reglamento del pago de las colaboraciones en las publicaciones periódicas, planteamientos que datan de anteriores Congresos, y las insuficiencias en la promoción y difusión de las obras y sus autores.
Ello repercute en la falta de estímulo a la presencia de creadores literarios en la prensa, la radio y la televisión; y en la menguada imagen social del escritor como sujeto de opinión.
Al intervenir en la plenaria, Zuleica Romay, presidenta del Instituto Cubano del Libro, explicó que si bien el sistema editorial se halla abocado a un proceso de cambios estructurales y funcionales, el libro siempre será entre nosotros un imprescindible valor cultural.
En los catálogos de nuestras editoriales, incluso en aquellas que han pasado al esquema empresarial, por cierto con resultados alentadores, precisó, no habrá espacio para la publicación de textos bajo criterios mercantilistas como sucede en buena parte del mundo.
Ello no quiere decir que se dejen de adoptar prácticas para una mayor racionalidad en la selección de los libros a editar, ni que se corrijan las pautas de distribución de los títulos a escala territorial, hasta ahora casi siempre arbitrarias.
Evaluó positivamente la experiencia de vincular de manera directa algunas librerías con las editoriales, lo cual permite a estas un conocimiento más exacto de la recepción de sus publicaciones.
El ICL trabaja por dar un salto de calidad en los proyectos promocionales y capacitar a los libreros como verdaderos promotores literarios.
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