La presencia militar exagerada y agresiva de EE.UU. en la región constituye una amenaza contra América Latina y el Caribe en su conjunto.
Con el impulso del Secretario de Estado, el blanco principal e inmediato es el derrocamiento violento del gobierno de Venezuela con el uso de la fuerza militar de EE.UU., una acción altamente peligrosa e irresponsable de consecuencias impredecibles e incalculables.
Dado el grado de amenaza manifiesto, esto constituye una violación del Derecho Internacional y la Carta de las Naciones Unidas.
Con una escalada militar, se podría cometer un crimen internacional de primer orden.
Esta agresión responde a un objetivo guerrerista que no comparte la mayoría del pueblo de Estados Unidos.
Si estalla la guerra, ¿dónde estará el Secretario de Estado? Alguien realmente piensa que acompañará a jóvenes soldados a arriesgar su vida en una batalla que no es de ellos. Habría que preguntarle si alguna vez pasó el Servicio Militar.
El pretexto de combatir el tráfico ilegal de narcóticos es una mentira insostenible.
Tal concentración de medios navales, tan grandes y sofisticados, con un volumen y poder de fuego tan destructivo, no se despliega para combatir a organizaciones criminales.
El gobierno de EEUU podría causar un número incalculable de muertes y crear un escenario de violencia e inestabilidad en el hemisferio que sería inimaginable.
La amenaza de guerra no resuelve ninguno de los problemas políticos y económicos internos de Estados Unidos; aleja las posibilidades de una relación constructiva y de entendimiento en la región, a la vez que demuestra a las nuevas generaciones la vieja desconfianza de los pueblos latinoamericanos y caribeños sobre las ambiciones del poderoso vecino del Norte.
Cuba denuncia esta escalada militar en los términos más enérgicos posibles y reafirma su pleno apoyo a Venezuela.
Apelamos también al sentido común, la solidaridad, el espíritu de paz y la ética de la comunidad internacional.
Apelamos al pueblo de Estados Unidos para detener esta locura.















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