¿Cómo surgió la idea de formar un Gobierno Revolucionario? (5)

Luis M. Buch Rodríguez fue testigo excepcional de los primeros pasos de la formación del Gobierno Revolucionario. Destacado abogado y revolucionario, combatiente de la generación del 30, Luis asumió el 3 de enero de 1959 el cargo de Ministro de la Presidencia y secretario del Consejo de Ministros. En esta oportunidad publicamos algunos fragmentos de su libro Gobierno Revolucionario Cubano: génesis y primeros pasos

En la alborada del 2 de enero de 1959, tras escuchar el discurso de Fidel, la multitud eufórica comenzó a disgregarse. Unos regresaban a sus hogares felices y tranquilos, pues había cesado el terror; mientras otros, formando grupos, comentaban a toda voz los acontecimientos, sin temor a represalias.

Inmediatamente después de llegar a La Habana el Gobierno suprimió los tribunales de urgencia, la sala Segunda de lo Criminal del Tribunal Supremo, disolvió el Congreso y asumió facultades para dictar leyes.

Poco después Fidel partió rumbo a Bayamo, rindiendo a la tropa que supuestamente guarnecía la ciudad, e inició la Caravana de la Libertad hacia La Habana.

En Santiago de Cuba, el Presidente y su familia se hospedaron en la residencia del matrimonio Moliere, ubicada en la calle Aguilera no. 1303, entre 8 y 9, reparto Santa Bárbara. El 2 de enero de 1959 ese fue el punto más concurrido de la ciudad. Revolucionarios, amigos y pueblo en general acudieron para saludar al Presidente o conocerlo personalmente. Entre ellos se encontraban los venezolanos René Estévez y Marcelino Madrid, quienes eran portadores de los saludos enviados por Wolfgang larrazábal y Edgar Sanabria, entonces presidente de Venezuela, que fue el primer mandatario en reconocer al Gobierno Revolucionario de Cuba.

En la mañana del día 2 se dictó el Comunicado No. 1 de la Jefatura del Mando Conjunto Revolucionario dirigido a los comerciantes, para que mantuvieran abiertos sus negocios el sábado y el domingo, pues comenzaban a escasear los alimentos. A los directivos de ómnibus, centros de comunicaciones y a otros, se les pedía que restablecieran los servicios públicos. El comunicado enfatizaba:

Camilo conversa con el presidente provisional de la República.

Se hace la aclaración pertinente en el sentido de que la huelga general decretada, solamente fue ordenada su declaración por la Comandancia General del Movimiento Revolucionario para aquellas zonas que aún no han sido liberadas, tratando con esto de subsanar una errónea interpretación a la orden dada al iniciarse el actual movimiento revolucionario de liberación.

El resto del día y la noche fue de ajetreo total. En la ciudad se escucharon tiroteos esporádicos, como resultado de enfrentamientos entre revolucionarios y esbirros, incluidos los llamados "tigres de Masferrer", motivo por el cual también se dictó el Comunicado No. 2:

En vista de los desagradables hechos que se vienen sucediendo esporádicamente en esta ciudad en perjuicio del pueblo (...) y velando por la más estricta conservación del orden (...) se ordena a todos los milicianos que se acuartelen inmediatamente en la Escuela de Artes y Oficios de esta ciudad, ya que las tropas rebeldes serán retiradas del perímetro urbano, quedando únicamente las que se designen por orden de la superioridad (¼ ) Queda terminantemente prohibido el uso de armas de fuego a todo aquel que no pertenezca a las Fuerzas Conjuntas Revolucionarias integradas por el Ejército, la Marina de Guerra, la Policía Nacional y el Movimiento Revolucionario de Liberación, respectivamente. Ambos documentos fueron firmados por José M. Rego Rubido, jefe del Estado Mayor del Ejército, y por Raúl Castro Ruz, jefe de las Fuerzas de Oriente.

En la ciudad, gran número de personas manifestaban inconformidad con la ratificación de Bonifacio Haza Grasso como jefe de la Policía. El Presidente tuvo conocimiento del estado de opinión desfavorable que existía al respecto, y nos comisionó a Armando Hart y a mí para que informáramos a Raúl Castro sobre la situación.

Cuando llegamos al Cuartel Moncada y hablamos con él, supimos que también había recibido las quejas. Nos dijo que, tan pronto se presentara la oportunidad, sustituiría a Bonifacio Haza por el comandante José Izquierdo. Pidió que nos comunicáramos con la Dirección Municipal del M-26-7, para que se calmaran los ánimos y nos confió: "Tan pronto consolide el control del regimiento estableciendo el licenciamiento voluntario de los soldados y clases, con el total de los salarios que percibían, comenzarán a funcionar los consejos de guerra sumarísimos para los acusados de asesinatos y torturas".

En las primeras horas del 2 de enero, el Presidente había hecho públicas algunas decisiones que tenían extraordinaria importancia para el país. Declinó a favor del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz la Jefatura de las Fuerzas de Tierra, Mar y Aire, mando que, por la Constitución de 1940, correspondía al Primer Magistrado de la nación. En esta nueva condición, Fidel impartió numerosas órdenes a todas las fuerzas militares incorporadas a la Revolución. Antes había impartido otras, como jefe del Ejército Rebelde, con el propósito de neutralizar el golpe militar en La Habana y asegurar el triunfo.

Constitución del Gobierno Provisional Revolucionario

Resultaba indispensable que los ministros tomaran posesión de sus cargos y el Gobierno Revolucionario tuviera una sede. No era apropiado que el presidente Urrutia continuara ejerciendo sus funciones en la casa de la familia Moliere. En consecuencia, se analizaron distintas proposiciones: el Ayuntamiento, donde Urrutia había jurado el cargo, el Palacio Provincial y la Universidad de Oriente. Se optó por esta última —aunque no tenía las mejores condiciones materiales para acoger al Gobierno—, porque representaba la rebeldía de Santiago de Cuba.

El 3 de enero, el Gobierno Revolucionario se estableció en la biblioteca de la Universidad de Oriente y comenzó a ejercer sus funciones. Se tomó el acuerdo de que el primer acto oficial que se celebrara fuera para honrar la memoria del Apóstol José Martí en el Mausoleo que guarda sus restos, en el cementerio de Santa Ifigenia. Por la situación que prevalecía en la ciudad, la ofrenda floral no se pudo llevar a efecto hasta el atardecer. Urrutia ofreció el homenaje con emotivas palabras.

En horas de la mañana de ese día, el coronel Rego Rubido había visitado al Presidente para expresarle sus respetos y recibir instrucciones. Urrutia le solicitó que pusiera al segundo teniente Pedro M. Sarría Tartabull a sus órdenes. Sarría había salvado la vida a Fidel Castro, pues al hacerlo prisionero junto a otros revolucionarios en la loma de la Gran Piedra, después del ataque al Cuartel Moncada, lo reconoció —ya lo había visto en la Universidad de La Habana— y le dijo en voz baja: "No mencione su nombre". De este modo protegió su vida durante el trayecto a la ciudad. En más de una ocasión, oficiales de mayor graduación pidieron que les entregara a los revolucionarios que trasladaba, pero se negó enérgicamente, alegando que eran sus prisioneros y debía cumplir la orden de ponerlos a la disposición de las autoridades competentes. En lugar de llevarlos al Cuartel Moncada, los ingresó en el vivac municipal de Santiago de Cuba.

Sarría se presentó ante el Presidente y, ascendido a capitán, fue nombrado edecán presidencial.

En horas de la tarde del 3 de enero, en el salón de la biblioteca de la Universidad de Oriente, engalanado con las banderas de las repúblicas americanas —incluida la de Puerto Rico—, presidido por el Presidente de la República y con la participación de revolucionarios dominicanos, haitianos y personalidades venezolanas, comenzó el acto de juramento de los que integrarían el primer Consejo de Ministros de la Revolución.

Las palabras de bienvenida a la alta casa de estudios fueron pronunciadas por el vicerrector, doctor Alberto Duboy Guernica. En nombre del Jefe de la Revolución y de los ministros que jurarían sus cargos, habló Armando Hart, como miembro de la Dirección Nacional del M-26-7.

Parece un sueño, pero aquí estamos, en los primeros pasos por el camino de la libertad, después de siete años de lucha, en cuyo tiempo habíamos estado imaginando la idea de ver al fin derrotada la tiranía.

Tenemos demasiado profundo dentro del alma lo que en Cuba acaba de pasar, donde la familia ha sido atormentada en lo más profundo y como es natural su dolor es intenso.

Luego de saludar a los representantes de Venezuela y de República Dominicana, el Presidente Provisional tomó juramento público a Ios ministros de la Revolución triunfante: Roberto Agramonte Pichardo, ministro de Estado; Ángel Fernández Rodríguez, ministro de justicia; Julio Martínez Páez, ministro de Salubridad y Asistencia Social; Faustino Pérez Hernández, ministro de Recuperación de Bienes Malversados; Luis Buch Rodríguez, ministro de la Presidencia y secretario del Consejo de Ministros. No estaban presentes en esa ocasión los ministros de Comercio, Raúl Cepero Bonilla, y del Trabajo, Manuel Fernández García.

Cuando el nombre de Faustino Pérez fue mencionado por los micrófonos —cuya señal se transmitió por las emisoras de Santiago de Cuba— se escuchó un clamor ensordecedor, seguido por intensos aplausos. El Presidente había anunciado que Faustino ocuparía el recién creado Ministerio de Recuperación de Bienes Malversados.

Urrutia hizo pública su determinación de designar al doctor Fidel Castro Ruz como Delegado Personal del Presidente de la República en los institutos armados y Comandante en Jefe de las Fuerzas de Tierra, Mar y Aire. También nombró al coronel Rego Rubido, como jefe del Estado Mayor del Ejército; al comandante Gaspar Brooks, en el cargo de jefe de la Marina de Guerra y al comandante guerrillero Efigenio Ameijeiras, como jefe de la Policía Nacional Revolucionaria. Le confió la Presidencia del Tribunal Supremo de Justicia al doctor Emilio Menéndez y Menéndez y designó como Fiscal del Tribunal Supremo al doctor Felipe L. Sebrango.

Terminado el acto, el Presidente convocó a los ministros a la primera sesión del Consejo.

El Gobierno Revolucionario traslada su sede para La Habana

El 4 de enero de 1959 el Gobierno continuó funcionando en la Universidad de Oriente. En horas de la noche se recibió una nota de Fidel, donde proponía que nos trasladáramos a la capital. Seguro de que aceptaríamos, dispuso que el avión presidencial "Guáimaro" fuera a recojernos al aeropuerto Antonio Maceo, de Santiago de Cuba. La aeronave hizo escala en Camagüey, pues allí él nos estaba esperando.

Antes de partir del territorio santiaguero, el Consejo de Ministros emitió la primera nota oficial del Gobierno Revolucionario:

Por primera vez en nuestra historia patria, Santiago de Cuba ha sido sede de la constitución del Gobierno de la República, según el deseo y la promesa del Doctor Fidel Castro, Comandante en Jefe del Ejército Rebelde, y del propio señor Presidente, expresados en sus inolvidables palabras de la madrugada del 2 de enero en los balcones del Ayuntamiento.

Sabemos, sin embargo, que lo que realmente interesa a Santiago de Cuba es el triunfo definitivo de la Revolución. Cualquier otra consideración que primara en el pensamiento de los abnegados coterráneos de Frank País, estará subordinada siempre a los principios y metas de aquella¼

El Gobierno de la Revolución nunca podrá olvidar el apoyo y el calor con que el pueblo santiaguero le ha acogido durante el tiempo que Santiago de Cuba ha sido la sede oficial del mismo.

Al mismo tiempo y para aumentar más aún la importancia histórica de esta ciudad, el Gobierno de la República ha acordado lo siguiente:

1. Aprobar la Ley Fundamental del Estado Cubano, basada sustancialmente en la Constitución de 1940, con las modificaciones que las actuales circunstancias y las exigencias de la Revolución demanden.

2. Declarar disuelto el Congreso y extinguidos los mandatos de gobernadores, alcaldes y concejales.

3. Nombrar una comisión que se encargue del estudio de todas las disposiciones legales dictadas por la tiranía que deban ser derogadas.

Biblioteca de la Universidad de Oriente, Santiago de Cuba, enero 4 de 1959.

Luis M. Buch, secretario del Consejo de Ministros.

El día 5 de enero, a las 9:00 a.m., el comandante Raúl Castro estuvo en el aeropuerto santiaguero para despedir al Gobierno e informó al Presidente que, conforme a su petición de un ayudante de campo, había designado al capitán José Ramón Machado Ventura (Machadito), para el cargo de jefe de la Casa Militar del Palacio Presidencial.

Raúl me presentó á José Ramírez Cruz (Pepe), para que lo atendiera y le diéramos nuestro apoyo. Por este motivo viajó con nosotros en el avión presidencial. En aquel viaje también nos acompañó el doctor Enrique Hart Ramírez, que había llegado de Miami. El coronel Rego Rubido fue a despedirnos.

En el aeropuerto Ignacio Agramonte, de Camagüey, fuimos recibidos por Fidel y Che Guevara. Este último había llegado de La Habana con el objetivo de recibir instrucciones.

Fidel nos llamó a Faustino Pérez, Armando Hart y a mí para comunicarnos:

He estado pensando en proponerle a Urrutia que nombre a Miró Cardona como Primer Ministro. Creo que Miró Cardona sería un bálsamo para la burguesía. Él fue profesor de la Universidad de La Habana, figura relevante en el Conjunto de Instituciones Cívicas y, además, Secretario General del Frente Cívico Revolucionario (Pacto de Caracas). Se lo voy a plantear a Urrutia.

Hablamos también sobre la posibilidad de nombrar a Celia Sánchez como Ministra de Educación, pero Fidel no estuvo de acuerdo, pues ella debería continuar con la labor que realizaba en la Sierra. Faustino señaló a Hart y su propuesta fue aceptada.

Fidel y Urrutia subieron al avión acompañados por Che. Estuvieron allí largo rato. Cuando bajaron Fidel nos informó que el Presidente había designado como primer ministro al doctor José Miró Cardona, y también había nombrado, respectivamente, al frente de diferentes ministerios, a: doctor Armando Hart Dávalos, en Educación; comandante Luis Orlando Rodríguez Rodríguez, en Gobernación (hoy Ministerio del Interior); Manuel Ray Rivera, en Obras Públicas (hoy Ministerio de la Construcción); y comandante doctor Humberto Sorí Marín, en Agricultura. Se volvió entonces hacia mí, y me dijo: "Tú, como secretario del Consejo de Ministros, comunícate por la radio del avión con Miró Cardona y dile que se dirija al aeropuerto José Martí para que los espere allí, ya que ha sido nombrado Primer Ministro".

Sobrevolando la ciudad de Santa Clara logré establecer comunicación con Miró Cardona. Al decirle que había sido nombrado Primer Ministro, me dijo: "No bromees". Fuimos compañeros de curso en la Universidad de La Habana, donde los dos nos graduamos —en 1938— de Doctor en Derecho Civil. Manteníamos una buena amistad. Insistí en la veracidad de lo que le estaba comunicando y le orienté que fuera al aeropuerto, no sin antes citar a Raúl Cepero Bonilla, Manuel Ray Rivero y Manuel Fernández García.

Al llegar a La Habana, Camilo nos recibió en el aeropuerto. Allí un grupo de periodistas entrevistó —en vivo y para la radio— a los miembros del nuevo gabinete. Luego, en el mismo recinto, se realizó una reunión en la que acordamos que Miró Cardona, acompañado por Manuel Ray, fuera a Palacio para informar a los comandantes del Directorio Revolucionario 13 de Marzo, Faure Chomón y Rolando Cubela, la llegada del Presidente y los ministros, y que todos nos dirigíamos hacia allá.

Camilo nos hizo saber que había enviado un grupo de rebeldes a los alrededores de Palacio. La escolta del Presidente, que había llegado en un transporte aéreo militar, recibió órdenes de trasladarse a las puertas de la sede del Gobierno, en espera de nuestra llegada. Afuera el pueblo se fue aglomerando.

La caravana encabezada por el auto chapa No. 1, en el que viajaba el Presidente, se dirigió a la puerta principal del Palacio Presidencial en Refugio No. 1, donde los miembros del Ejército Rebelde y el pueblo estaban esperándolo.

Las puertas de Palacio se abrieron. Un número considerable de ciudadanos entró junto a nosotros y sin darnos cuenta Ilegamos al despacho del Presidente, ubicado en el segundo piso. Las personas subían sin encontrar ningún obstáculo para saludar a Urrutia y a los ministros.

Cubela le había comunicado a Urrutia que necesitaba verlo, y este lo recibió conjuntamente con Chomón. La entrevista se interrumpió por la llegada de un grupo de embajadores.

Raúl Roa García logró que acudieran al Palacio Presidencial, para realizar los saludos correspondientes al Presidente, los embajadores siguientes: monseñor Luigi Centoz, nuncio papal y decano del Cuerpo Diplomático; Vasco Leitao da Cunha, de Brasil; Julio A. Amoedo, de Argentina; Emilio Edwards Bello, de Chile; Juan Pablo de Lojendio, marqués de Vellisca, de España, y Earl T. Smith, de los Estados Unidos de América.

Los embajadores, de pie y alrededor de la mesa de sesiones, fueron saludando uno a uno al Presidente, que les dio excusas por no poder atenderlos en otras condiciones, pues el pueblo entusiasmado ha ocupado las dependencias del Palacio. Ellos comprendieron la situación. Con seguridad, jamás habían presenciado ni tenido noticias de cómo un pueblo rebelde, en entera libertad y unido codo con codo, apoyaba a un gobierno salido de sus propias entrañas.

Retirados los visitantes, Urrutia me pidió convocar a la segunda sesión extraordinaria del Consejo y la primera en la capital.

Entre las 3:00 p.m. y las 4:00 p.m. del día 6 de enero, las fuerzas del Directorio Revolucionario 13 de Marzo se retiraron del Palacio Presidencial. El comandante Camilo Cienfuegos y el capitán José Ramón Machado Ventura asumieron la custodia y el orden interior del edificio.

Nuevos nombramientos para completar el Gabinete

El 6 de enero, en horas tempranas de la mañana, se recibieron en Palacio llamadas telefónicas para informar que en la Corporación Nacional de Transportes reinaba el desorden. Allí no existía ningún responsable con autoridad, los archivos habían sido forzados y los expedientes estaban a libre disposición de cualquiera.

En ese preciso momento entró en mi despacho el comandante Julio Camacho Aguilera. Le pregunté si estaba dispuesto a restablecer el orden en esa dependencia, y al no plantearme ningún inconveniente, le dije que fuera lo mas rápido posible para allá. Con toda razón objetó que era necesario presentarse amparado por un documento oficial, a cuyo efecto firmé un escrito en los términos siguientes: "Cumpliendo instrucciones del Presidente de la República, ha sido designado el comandante Julio Camacho Aguilera como Delegado Interventor de la Corporación Nacional de Transportes".

Luego comuniqué a Urrutia que, por la urgencia del caso, no le había consultado. Él estuvo conforme con el nombramiento.

Días más tarde, para el acto solemne que se celebró en el Palacio de Justicia por el juramento de los magistrados del Tribunal Supremo, citamos a los ministros, incluido Camacho Aguilera. Todos ocupamos los lugares correspondientes, como establecía el protocolo. Terminado el acto, el Presidente me preguntó si Camacho era ministro. Repetí lo que días antes le había informado. Resultaba paradójico que hiciera esa pregunta, pues él era la única persona a la que correspondía nombrar ministros. Pero es que tal cargo en la Corporación Nacional de Transportes equivalía al de Ministro.

Al regresar a Palacio hablamos de nuevo sobre el asunto. Camacho había restablecido el orden en la Corporación Nacional de Transportes. Le propuse que resolviera la situación de forma definitiva nombrándolo titular deI citado organismo.

Raúl Cepero Bonilla, ministro de Comercio e interino de Hacienda, planteó que le era imposible dirigir ambos ministerios. Con el objetivo de solucionar la dificultad, y sin consultar a los compañeros del M-26-7, propuse a Rufo López Fresquet para cubrir la plaza del Ministerio de Hacienda. El Presidente estuvo de acuerdo.

Fresquet aceptó, y acompañado por Raúl Cepero Bonilla, tomó posesión del cargo. Los compañeros del M-26-7, alarmados por el nombramiento me visitaron para manifestar su inconformidad con la forma unipersonal en que había actuado. Debí consultar antes con ellos, por opiniones que existían sobre la personalidad política de Fresquet.

Actué de un modo irreflexivo. Fidel no había llegado a La Habiana y yo desconocía que para ocupar ese puesto él había hablado con Marcelo Fernández Font, quien lo declinó, porque prefería quedar al frente del M-26-7.

¿Cómo surgió la idea de formar un Gobierno Revolucionario? (1)

¿Cómo surgió la idea de formar un Gobierno Revolucionario? (2)

¿Cómo surgió la idea de formar un Gobierno Revolucionario? (3)

¿Cómo surgió la idea de formar un Gobierno Revolucionario? (4)

¿Cómo surgió la idea de formar un Gobierno Revolucionario? (6)

 

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