ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Viengsay Valdés en el Kennedy Center. Foto: Tomada de Internet

Fresco aún, en la memoria de los pueblos cubano y estadounidense, están aquellos intercambios culturales desarrollados en el Festival Artes de Cuba, celebrado en el Kennedy Center, principalísima institución cultural de la capital estadounidense. Entonces, y como parte del programa de presentaciones que abarcaron desde las artes plásticas y el cine, hasta el teatro y el ballet, una representación de destacados artistas, intelectuales y promotores de la cubanía, demostraron lo que puede contribuir la cultura al objetivo de tender puentes y no crear barreras entre las dos naciones.

En un reciente artículo publicado en Cubadebate, José Ramón Cabañas Rodríguez, director del Centro de Investigaciones de Política Internacional, recordó que el hecho cultural acontecido en 2018, fue tejido por especialistas de la entidad estadounidense y diversas instituciones culturales cubanas, quienes debieron garantizar toda la logística del evento, que incluyó el traslado y la instalación de obras de la plástica monumentales, la proyección de sobretítulos, ensayos, transporte y también la gestión de visas para más de 250 personas en consulados fuera de Cuba, pues ya la oficina del Departamento de Estado en La Habana no prestaba servicios.

Durante dos semanas concebidas para varias manifestaciones, y una dedicada completamente al ballet, más de 100 000 personas disfrutaron del espectáculo, mientras, alrededor de unas 25 000 compraron entradas en espacios cerrados, escribió el diplomático cubano.

Esa mezcla de experiencias intensas fue a lo que la presidenta del Centro, Deborah Rutter, calificó desde sus inicios como «una gran celebración cultural», mientras el jazzista Arturo O´Farrill fue más allá para expresar: «las autoridades cubanas merecen crédito por plantar escuelas de cultura en todas partes, y mucho antes de que un niño reconozca su talento ya está en una de esas escuelas», y agregó, «en Estados Unidos creemos que otros países tienen necesidades, cuando realmente somos nosotros los que tenemos necesidades», reflejó en su artículo, José Ramón Cabañas.

«En aquellas jornadas la gente común y los expertos, sin necesidad de traducción, se acercaron a los escenarios a consumir mensajes de la cultura de un país que, siguiendo la sabiduría de Martí, había conocido todas las influencias, para construir su propia imagen hacia el mundo. Se percibieron las influencias mutuas y las construcciones conjuntas entre iguales. Jamás podrá olvidarse los rostros de jóvenes estudiantes cuando, al ser presentado un breve documental sobre la obra y la vida de la gran Alicia Alonso, fueron sorprendidos por la noticia de que ella estaba allí en el público», dijo el director del Centro de Investigaciones de Política Internacional.

Detalló también, cómo el público llegó a construir una relación personal y directa con actores, bailarinas, cineastas, pintores, expertos, gente muy sencilla y amable, que estaba muy orgullosa de sus raíces.

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