
Pequeña pero contundente, con esas pocas palabras podría calificarse la exposición Arte chileno en colecciones cubanas que acaba de inaugurarse en una sala transitoria del Museo Nacional de Bellas Artes (edificio de Arte Universal). Una simple ojeada a los nombres que emergen de ella, bastan para enfocar como un potente lente y en breve espacio, un amplio panorama del quehacer plástico contemporáneo del país austral.
Uniendo experiencia Casa de las Américas y el Museo Nacional, amén de una exhaustiva investigación y un trabajo curatorial y museográfico, aparece ahora esta muestra que reúne 32 piezas producidas entre 1961 y el 2008 —aunque hay ejemplos de cerámica original tradicional Quinchamalí—, por 15 artistas de renombre internacional en las más variadas técnicas que van des-de la pintura y el dibujo, cerámica, grabado, impresión digital, fotografía hasta los experimentos lúdicos del genio de Roberto Matta, una figura cimera del arte latinoamericano del siglo XX, reconocido como el introductor del surrealismo no solo en la plástica chilena, sino también en la de Estados Unidos.

En la muestra su Colchón (lona estampada, 1976) diseñado en la Isla con la colaboración de la Empresa de Producciones Varias, su Maqueta de silla y los bocetos Cuba es la capital (tierra y yeso/poliespuma) dan cuenta de su creatividad innovadora, con esos sueños con los que él satiriza la realidad.
Paz Errázuriz, nombre imprescindible de la fotografía latinoamericana —quien estuvo presente en la apertura—, ilumina la lista de creadores, con esa obra que explora diversas formas de vida. La artista replantea los códigos fotográficos para dar visibilidad a aquello que se pretendía ocultar y redimensiona así los estatutos de la fotografía documental de fines del siglo XIX y principios del siglo XX con sus contrastes en blanco y negro y su encuadre retratístico basado en la solemnidad.
El destacado grabador y uno de los pioneros en el videoarte, Juan Downey exhibe dos aguafuertes firmados en 1963 donde la fuerza que irradia de sus composiciones cautiva las miradas; mientras que José Venturelli, en sus litografías nos cautiva con la limpieza de las formas, y esos trazos minimalistas con los que se apodera del espacio y construye su genial dibujo.
Con un trazo más volátil y lineal, y una preocupación más enfocada en la luz, Gracia Barrios atrapa al espectador con esos perfiles llenos de una tristeza dulce, que armonizan dentro del panorama global de la exposición. El dibujo de José Balmes S/T (aguada y starcido/cartulina) deslumbra por la técnica, y Matilde Pérez refleja, de forma muy personal, los aires "cinéticos" llegados al Sur, atrapados en los más diversos soportes.
Nemesio Antúnez, Roser Bru, Práxedes Caro, Alejandro Hoppe, Guillermo Núñez, Sergio San Martín, Mario Toral, Luis Weinstein y Enrique Zañartu, aportan imágenes, reevalúan los postulados modernos del arte, dejan constancia de las gentes, hechos, tendencias y convierten las disímiles formas de hacer en herramientas de interacción con el cuerpo, y el contexto social y cultural chileno, las cuales son fundamentales en la apertura de la escena artística local al arte contemporáneo.
Uno de los mayores éxitos de la exposición, resulta el agrupamiento de una buena suma de trabajos artísticos que propician un elevado disfrute estético. El excelente catálogo de la muestra da cuenta de ello. Satisface con los textos ilustrados que suscriben las curadoras, donde se incluye la biografía de cada artista y las obras presentadas.
Aunque se hace evidente que el espacio destinado en el Museo para instalarla es menor que el que esta necesitaba. Pero, no hay duda de que existen intentos felices en la curaduría por crear núcleos de obras de alta eficacia comunicativa.
Arte chileno en... que podrá apreciarse hasta marzo próximo, es un proyecto expositivo oportuno y de interés que nos acerca más al arte visual del hermano país del Sur.
COMENTAR
Responder comentario