ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Estudios Revolución

Doha, Qatar.— «Repártanse mejor las riquezas del mundo entre todas las naciones y dentro de las naciones; establézcase una verdadera solidaridad entre los pueblos, y solo entonces nuestros sueños de hoy podrían ser realidades de mañana». Fue ese el llamado que hizo el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, hace 30 años, cuando Cuba en su voz llegaba a Copenhague, escenario de la Cumbre Mundial Sobre Desarrollo Social.

Entonces, la cita —convocada del 6 al 12 de marzo de 1995 por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), representó un esfuerzo conjunto para discutir y establecer políticas que promovieran el desarrollo social en el contexto de los desafíos globales. Más de 180 países, destacando la participación de 134 jefes de Estado y de Gobierno, así como representantes personales de estos, se reunieron en el importante encuentro.

Fue el 12 de marzo, cuando el líder histórico de la Revolución Cubana pronunció su discurso en el que abordó los desafíos del desarrollo social y la necesidad de cooperación internacional. Ese día expresó que «donde falta humanidad, no puede haber derechos humanos. Donde impera el egoísmo, no puede haber solidaridad».

Fidel señaló que, con hegemonismos, con intervenciones de todo tipo bajo cualquier pretexto, que solo tienen lugar en países pequeños y del Tercer Mundo, sin el respeto al derecho sagrado de cada país a su plena independencia e igualdad en las relaciones internacionales, no puede haber paz ni desarrollo social.

«Ese fue un discurso paradigmático que sentó pautas para nuestro país y, también, para muchas naciones en desarrollo», dijo en declaraciones a la prensa Alejandro González Behmaras, director de Organismos Internacionales del Ministerio de Relaciones Exteriores, a la vez que añadió que Cuba participó en Copenhague con la experiencia acumulada de más de 35 años de Revolución y de la puesta en práctica de varias políticas sociales relacionadas con el empleo, la educación, la salud, importantes contribuciones del país al debate que se produjo en aquel momento.

Con el Comandante en Jefe como inspiración, la Mayor de las Antillas llega a la Segunda Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social. Lo hace con una delegación encabezada por el miembro del Buró Político y primer ministro, Manuel Marrero Cruz, porque «lo que queremos los que aquí nos reunimos, es posible; pero hace falta algo más que promesas, resoluciones y declaraciones: hace falta voluntad política y hace falta justicia, no solo dentro de cada país, sino también entre todos los países», como advirtiera Fidel.

Esta cita, que del 4 al 6 de noviembre acontece en Doha, Qatar, convocada, igualmente, por la Asamblea General de la ONU, se celebra 30 años después de la Conferencia de Copenhague. Como han dicho sus anfitriones es una oportunidad única para renovar el compromiso común con el desarrollo y la inclusión sociales, así como para acelerar los progresos hacia la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Representantes de los Estados miembros de la ONU, entre ellos jefes de Estado y de Gobierno, ministros, representantes de las Naciones Unidas, de la sociedad civil, del ámbito académico, del sector privado y de la juventud participarán en este encuentro para redefinir estrategias para el progreso social, fortalecer las alianzas globales y promover políticas inclusivas que fomenten oportunidades equitativas para todos.

—Antes de llegar a la Cumbre que acontece en Doha hemos hablado de la de Copenhague, ¿qué pasó en ese momento?

—En la cita de Copenhague se declararon diez compromisos. Los más relevantes constituyen antecedentes de lo que en la actualidad es la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Hablamos, por ejemplo, del acceso a la educación y la salud, la igualdad de género, la integración social, el pleno empleo, la erradicación de la pobreza.

«Fue una cumbre particularmente importante, que tuvo lugar en un mundo diferente, cuando el planeta se estaba reconfigurando, luego de la desintegración de la Unión Soviética; sin embargo fue la cumbre en su momento de mayor asistencia política, pues reunió a un mayor número de jefes de Estado y de Gobierno».

—¿A qué responde la celebración de esta Segunda Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social?

La idea de convocar este segundo encuentro deriva de una propuesta del secretario general de la ONU, António Guterres, en su informe Nuestra agenda común, publicado a finales de 2021 con el objetivo de relanzar los esfuerzos de la comunidad internacional en materia de desarrollo social. No obstante, hubo un fuerte debate entre los países, sobre qué tipo de cumbre queríamos tener, un proceso de discusión, de negociación, que tomó casi dos años.

—Mucho se ha hablado del papel que desempeñó Cuba en ese propósito

—El papel de Cuba fue particularmente importante, porque parte de esa negociación se efectuó cuando nuestro país ocupaba la presidencia pro témpore del Grupo 77 y China, ente que ha sido el principal baluarte de defender el enfoque de desarrollo social dentro de las Naciones Unidas. Esta agrupación tuvo un papel vital en Copenhague, de Copenhague hasta la fecha y seguro lo tendrá ahora en Doha.

«Dentro del Grupo 77 y China, la Mayor de las Antillas ha sido de los países más activos en la defensa durante estas tres décadas de la necesidad de atender el desarrollo social con el mismo ímpetu que el desarrollo económico. Eso parece una verdad de Perogrullo tomando en cuenta que la Agenda 2030 equipara ambos enfoques dentro del desarrollo sostenible, pero cuando comenzó este esfuerzo realmente había una idea sobre la preponderancia del desarrollo económico por encima del social.

«Nuestro país tuvo un papel muy significativo en la definición de qué tipo de cumbre se realizaría, porque en el proceso preparatorio, las delegaciones se debatían si debíamos tener una cumbre social mundial con otro carácter o una segunda conferencia de las Naciones Unidas para darle seguimiento a la declaración de Copenhague. Fue una propuesta cubana la que permitió tender un puente y encontrar una solución, lo que nos permite hoy celebrar la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social bajo el título de Segunda Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social».

—¿Esta cita no dejará a un lado lo sucedido hace 30 años en Copenhague o establecerá nuevos documentos?

—Durante este encuentro se dará seguimiento a lo hecho por la comunidad internacional en 30 años de aplicación de la Declaración de Copenhague sobre Desarrollo Social y el Programa de Acción y su aplicación, que se acordó en ese momento. El documento que se aprobará en Doha incluye una serie de compromisos para relanzar y darle mayor vigor a los esfuerzos de la comunidad internacional respecto a Copenhague. No se trata de sustituir un documento por otro, sino de complementarlo, de reimpulsarlo.

—Es muy oportuno que una cumbre de esta naturaleza tenga lugar a solo cinco años de la meta trazada con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible…

Lo es y más si tomamos en cuenta que el lema de la Agenda es no dejar a nadie atrás, se trata de las personas y los países y, por tanto, el enfoque de desarrollo social es medular para cumplir ese compromiso. Igualmente, es muy oportuno porque los informes del Secretario General de la ONU, las estimaciones de la organización, nos están diciendo que, si incluso hoy redobláramos los esfuerzos en materia de desarrollo sostenible, la mayoría de las metas no se cumplirán por la falta de voluntad política, sobre todo de los países desarrollados en materia de recursos financieros en función de ese desarrollo. Dentro del desarrollo sostenible, desafortunadamente, los asuntos sociales no reciben la misma atención que los económicos con la honrosa excepción de los temas de la igualdad de género y adelanto de la mujer, los cuales tienen un papel protagónico como debe ser.

—Hablemos de los aportes que la Mayor de las Antillas pudiera hacer a esta Cumbre en el nuevo mundo que vivimos.

Cuba va a confirmar su compromiso con la dimensión del desarrollo social dentro del desarrollo sostenible. A pesar de nuestra condición de pequeño país insular en desarrollo, y de los devastadores efectos del bloqueo económico, comercial y financiero que Estados Unidos nos impone, Cuba tiene una larga ejecutoria y mucho que mostrar en materia de desarrollo social. Ahí está la obra de la Revolución en materia de empleo, de acceso de los jóvenes al trabajo, de inserción de las personas con discapacidad en la vida cotidiana de la nación, el acceso a la salud con un sistema nacional con indicadores que son privativos para naciones altamente desarrolladas y, también, un sistema educativo de calidad, de cobertura universal, y gratuito en todos los niveles de enseñanza.

«El nuestro será un aporte modesto, pero importante. Tendrá un enfoque desde el Sur, porque en este tipo de discusiones existe, desafortunadamente, una narrativa que hemos ido desmontando, de que los países desarrollados son los que van a enseñar y los del Sur a aprender, pero nosotros, también, tenemos experiencias, realidades, desafíos… que mostrar. Cuba dentro de los países del sur tiene una ejecutoria protagónica, avanzada.

«Para la Mayor de las Antillas este será, además, un espacio para compartir experiencias y aprender de otros países, pues tenemos retos que continuar resolviendo en varias de las áreas que asume el desarrollo social, por ejemplo, en lo que se relaciona con la atención y seguimiento a las personas en situación de vulnerabilidad, en la que se ha trabajado, pero queda mucho por hacer.

«La cooperación internacional es uno de los propósitos, uno de los compromisos, que tiene tanto la declaración de Copenhague como el documento a aprobarse en Doha. En ello, Cuba también tiene experiencias que mostrar, por ejemplo, en el sector de la salud, con sus brigadas médicas en decenas de países con miles de personas beneficiadas, incluyendo naciones desarrolladas como pudimos apreciar durante la pandemia de la COVID-19».

Entonces, ¿resulta estratégico que el Primer Ministro asista a esta Cumbre con una delegación nuestra?

Su participación confirma nuestro compromiso con un mundo más justo como defiende el enfoque de desarrollo social. Lo haremos en un momento complejo de las relaciones internacionales, con un Presidente de Estados Unidos, que cada vez más acude a resortes unilaterales con países altamente desarrollados que prefieren caminar en la senda del interés propio y del egoísmo y no mirar el interés común.

«El hecho de que tengamos una cumbre social, enfocada en la vida cotidiana de las personas, y que Cuba tenga la oportunidad de estar en ella confirma, igualmente, su vocación multilateral y su vocación de respeto a la Carta de las Naciones Unidas. Por eso, este será un escenario propicio para denunciar el impacto del recrudecido bloqueo estadounidense, que viola la Carta de las Naciones Unidas, el derecho internacional, afecta nuestros derechos humanos, impide nuestro desarrollo económico y social y que nuestro país pueda avanzar en estos temas de una manera más integral y acelerada como todos quisiéramos.

«Junto a los países del Sur y otros desarrollados ratificaremos muestra vocación humanista, estar del lado de la verdad, de la justicia, de un mundo mejor para todos. Esta cumbre será una continuidad entre lo que ocurrió en Copenhague con la participación del Comandante en Jefe, la ejecutoria de Cuba en estos 30 años en materia de desarrollo social y la participación en Doha con una delegación encabezada por el Primer Ministro».

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