Sobre el tema de las funciones de la ciencia en el proyecto económico y social cubano, y el tema de la diversidad de actores económicos, estatales, cooperativos, privados u otros, dos cuestiones conectadas entre sí, ahondó el destacado científico cubano, Agustín Lage Dávila, en un artículo titulado Ciencia, Tecnología y propiedad de las empresas: ¿Cuál es el vínculo?.
En su blog el destacado científico cubano, que dirigió durante 25 años del Centro de Inmunología Molecular de La Habana, se propuso evidenciar los fuertes vínculos y condicionamientos mutuos que existentes entre ambos temas, pues «debido a que se discuten en espacios diferentes existe el riesgo de que no se visibilicen bien» y en su opinión «es necesario identificar dónde están esas conexiones y apreciar sus implicaciones prácticas, para la construcción del modelo de desarrollo económico y social que se quiere y necesita».
Lage Dávila explica que la socialización de la producción es un proceso objetivo que viene ocurriendo desde hace más un siglo, gestándose desde dentro del capitalismo, como previó Marx. Agrega que, como consecuencia, «La empresa completamente estatal, aunque la ideología neoliberal se resista a aceptarlo, es la consecuencia natural de ambos procesos: la socialización de la producción, y la separación entre propiedad y gestión. La propiedad socialista de todo el pueblo es, y debe serlo cada vez más, una continuación natural de esos procesos objetivos, ya sin las trabas derivadas de la propiedad y la apropiación privadas».
«Nótese que todo ello depende a su vez, del nivel de desarrollo científico y técnico de las fuerzas productivas, que demanda inversión social, preparación cultural y técnica de la gente, conexiones crecientes entre el sector empresarial y el sector presupuestado (que siempre es estatal); y conducción estratégica planificada.
«Ahí es donde se conecta el esfuerzo por el desarrollo científico y tecnológico, con el esfuerzo por la defensa del carácter socialista de nuestro entramado económico y el rol central de la empresa estatal», señala.
El doctor agrega que el estudio de las realidades económicas del siglo XXI en otros países, nos lleva a descubrir regularidades y verdades esenciales, y a aprender de los aciertos y errores de otros países, pero al mismo tiempo nos tiene que llevar a comprender nuestras especificidades, nuestro singular balance de oportunidades y riesgos.
De acuerdo con su valoración, estamos continuando la construcción de nuestro modelo económico y social:
- Buscando el balance adecuado entre gestión estatal y no-estatal, pero a partir de un predominio ya consolidado del sector estatal.
- Con un consenso social mayoritario construido por la generación histórica de la Revolución.
- Con una riqueza de capital humano también fruto de medio siglo de construcción socialista.
- Sin una burguesía interna que obstaculice el proceso y reclame poder político.
- Podemos hacer cosas que otros no pueden, y ello amplía el espacio de nuestras posibilidades y nuestro margen para la creatividad.
- Pero también estamos enfrentando las secuelas de una larga etapa de limitaciones económicas durante el periodo especial, junto con los desafíos derivados de la hostilidad de la potencia imperialista mayor del mundo, muy cercana geográficamente, hostilidad que, una vez fracasados sus intentos de subvertir la revolución por la fuerza, se traslada ahora al plano de las ideas y de la presión económica, y ello introduce peligros y restricciones en nuestro margen de maniobra.
El científico considera que lconceptos que nos guían están claramente expresados en los documentos que emergieron del 8vo. Congreso del Partido, donde quedan claras las direcciones que «nos llevan al futuro de soberanía y equidad, y cuáles nos podrían llevar al pasado neocolonial».
«La tarea ahora es convertir esos conceptos en un ordenamiento jurídico que opere como herramienta de trabajo para la construcción de nuestro modelo económico. Las leyes, decretos-leyes y decretos de los últimos meses, sobre los actores económicos en Cuba, son expresión de ese esfuerzo y son la expresión jurídica de los consensos y los valores de nuestra sociedad.
«Ahora, además de empresas estatales y cooperativas agropecuarias, tenemos las cooperativas no-agropecuarias, la inversión extranjera, las empresas mixtas, los parques tecnológicos, las empresas de alta tecnología, las pequeñas y medianas empresas, privadas y estatales, y los trabajadores por cuenta propia. Y tenemos además el sistema de ciencia, tecnología e innovación, que también se perfecciona y que ha brillado tanto en los meses de enfrentamiento a la pandemia.
«Todo ello crea un contexto facilitador de muchas iniciativas. Es condición necesaria, pero no suficiente. Siempre son y serán las personas, los cubanos, quienes tendremos que generar esas iniciativas e implementarlas. Hagámoslo», dice.








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