
Dedicada a investigar el comportamiento del clima del pasado a partir de los datos obtenidos de fuentes geológicas y los ciclos orbitales, la paleoclimatología cobra hoy particular interés en el mundo, al permitir conocer cómo han evolucionado las temperaturas y el régimen de precipitaciones en los diferentes periodos históricos de nuestro planeta.
Para ello los especialistas en esa disciplina y otras ciencias de la tierra buscan descifrar la información contenida en los más diversos “archivos” naturales, entre ellos los anillos de los árboles, los núcleos de hielo, el polen atrapado en sedimentos y suelos, y las espeleotemas, elementos que en el lenguaje técnico se les llama registros proxy o proxy data.
Baste decir que el análisis de los corales fósiles aporta interesantes elementos sobre la variabilidad del clima, las modificaciones registradas en la temperatura superficial del mar y el comportamiento de eventos como El Niño/Oscilación del Sur (ENOS), mientras que el estudio de los anillos de los árboles permite identificar los cambios ocurridos en las temperaturas y las precipitaciones durante parte del periodo Holoceno, que abarca aproximadamente los últimos 11 600 años antes del presente (AP).
Igualmente las espeleotemas, depósitos minerales subterráneos surgidos a través de procesos químico-físicos de interacción agua roca, que incluyen a las estalagmitas y las estalactitas, constituyen una herramienta clave para las investigaciones paleoclimáticas, pues en sus bandas de crecimiento anual quedan registradas variaciones en la composición de los isótopos de oxígeno, que solo aparecen si ocurrieron modificaciones apreciables de la temperatura en épocas pasadas.
Mediante la “decodificación” de los mencionados archivos naturales, en los últimos tiempos diferentes investigaciones internacionales permitieron corroborar que el clima del planeta nunca ha sido estable, varió en todas las escalas del tiempo, y continuará haciéndolo en el futuro, más allá de cuanto pueda ser influido por la actividad del hombre. Lo mismo sucede con la ocurrencia de grandes huracanes, intensas precipitaciones, y otros fenómenos extremos.
Así por ejemplo un equipo de científicos de la Universidad de la Florida-Gainesville demostró que los cambios climáticos tuvieron un importante papel en el colapso de la civilización maya clásica. Mediante el estudio geoquímico, palinológico, paleolinnológico e isotópico de sedimentos del lago Chuchancanab, situado en el centro norte de la Península de Yucatán, comprobaron la existencia de un severo periodo de sequía que tuvo lugar entre 1 300 y 1 000 años antes del presente (AP), etapa donde se enmarca la declinación de la célebre cultura precolombina.
POLÍGONO NATURAL
Tomando en cuenta su posición geográfica entre Norteamérica y el Trópico, Cuba es considerada un polígono natural de excepcionales condiciones para las investigaciones paleoclimáticas, al brindar la oportunidad de estudiar la influencia de las glaciaciones e interglaciaciones continentales sobre la franja tropical y subtropical, así como los procesos climáticos de interconexión hemisférica.
De igual forma atesora un complejo y diverso mosaico de formaciones geológicas y geomorfológicas, además de disponer sobre todo en su porción más occidental de antiguas cavidades subterráneas, asociadas a los cambios generales del nivel del mar ocasionados por los avances y retrocesos de los glaciares en los continentes.
Bajo la guía del profesor Jesús M. Pajón Morejón, investigador curador del departamento de Paleogeografía y Paleobiología, del Museo Nacional de Historia Natural de Cuba (MNHNC), se ejecuta desde hace más de un lustro el proyecto Evaluación de Paleoclimas y Paleohuracanes en Cuba a partir de
Registros Proxy de Alta Resolución, el cual forma parte del Programa Nacional de Cambio Climático en Cuba. Impactos, Mitigación y Adaptación, y cuenta también con la participación de especialistas del Instituto de Meteorología y la Empresa Inversiones Gamma.
Como precisa a este diario el científico del MNHNC, los estudios integrados del clima pasado constituyen, junto a las investigaciones contemporáneas sobre el tema, conocimientos indispensables para contribuir al perfeccionamiento de los modelos de pronóstico referidos a la evolución del clima a corto, mediano y largo plazos, a la vez que ayudan a distinguir entre las modificaciones producidas por la variación natural de las condiciones ambientales del planeta, y las inducidas por la actividad del hombre.
Aseveró que las investigaciones contempladas en el citado proyecto se han desarrollado con estalagmitas localizadas en las Cuevas Dos Anas y Antorcha, pertenecientes a los sistemas cavernarios Majaguas-Cantera y Santo Tomás, en la Sierra de San Carlos y la de Quemados, en el oeste de la provincia de Pinar del Río.
Estas requirieron del empleo de avanzados métodos y técnicas de análisis de laboratorios, ejecutados con la colaboración de expertos de alto nivel de la Academia de Ciencias de Heidelberg, Alemania, que incluyeron la realización de dataciones absolutas y análisis de isótopos estables de oxígeno.
Lo más novedoso de los resultados es que se obtuvieron nuevos registros isotópicos y curvas de paleotemperaturas con mayor precisión y resolución para los últimos 12 500 años en la zona occidental de Cuba, lo cual permitió detectar la ocurrencia de eventos
climáticos fríos y cálidos no reportados hasta ahora en nuestro país.
Según manifestó el profesor Jesús Pajón, entre ellos figuran la presencia de un intenso episodio frío y seco denominado Younger Dryas, que tuvo lugar en las altas latitudes del hemisferio norte hace de 12 000 a 11 000 años, etapa donde la temperatura media estimada para Cuba fluctuó de siete a nueve grados Celsius.
Asimismo, reflejan una amplia variabilidad en el comportamiento de las temperaturas y precipitaciones en el Caribe y el archipiélago cubano en el pasado, con una tendencia general hacia el calentamiento en la actualidad.
Llama la atención el hallazgo de evidencias de la pequeña Edad del Hielo, acaecida particularmente en Europa entre los años 1350 y
1800, y de la ocurrencia de la anomalía climática medieval cálida y húmeda, conocida como Óptimo Climático Medieval entre los años 700 y 1300.
También dan cuenta de un cambio climático abrupto sucedido en la transición Pleistoceno Tardío Holoceno, cuando hubo un incremento de la temperatura de seis a siete grados en nuestro archipiélago.
Reflejan, además, la incidencia de los denominados Eventos Bond, caracterizados por el predominio de condiciones frías y áridas a escala planetaria, los cuales tienen lugar cada 1 500 años aproximadamente.
Otro aporte significativo es el diseño de una metodología integral para el estudio de los huracanes del pasado, a partir de las huellas isotópicas de las precipitaciones dejadas por tales fenómenos en espeleotemas sensibles.
Ello propiciará estudiar la incidencia de ciclones tropicales en una región determinada y con qué intensidad lo hicieron, datos de suma utilidad a la hora de evaluar posibles ciclos de retorno o recurrencia, en particular de aquellos casos notablemente fuertes.
De acuerdo con las valoraciones hechas por la Agencia de Medio Ambiente del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma), los resultados del proyecto tienen aplicación práctica a corto plazo en los programas, estrategias y gestión de políticas nacionales ambientales y en los estudios sobre el impacto del cambio climático en diferentes sectores de la sociedad cubana, con potencial empleo en toda la región del Caribe antillano.
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ARTURO dijo:
1
30 de enero de 2016
10:32:43
Arturo dijo:
2
1 de febrero de 2016
18:16:25
Ulises dijo:
3
1 de febrero de 2016
18:19:22
Samuel dijo:
4
1 de febrero de 2016
18:22:45
Andrés dijo:
5
8 de febrero de 2016
07:53:17
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