ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Símbolos, color, luz, tensión, sombras, misticismo… se imbricaron armónicamente en el espectáculo. Foto: Juvenal Balán

Ese auténtico diseñador de espacios que es el coreógrafo, especialista de la contemplación y dibujante de la gestualidad, invade nuestras almas con haces de luz, y, sobre todo, nuestros más caros sentimientos, con inciertas sugestiones y frases construidas con los cuerpos, que vuelven como de un largo viaje desde los adentros; para, con la magia de la creatividad, esculpir sueños muy íntimos en el movimiento…

Símbolos, color, luz, tensión, sombras, misticismo… llegaron con las propuestas, algunas de ellas de alto calibre, que ofreció la compañía Acosta Danza en su reciente temporada Una década en movimiento, en la amplia escena de la sala Avellaneda del Teatro Nacional. No hay duda, los jóvenes bailarines, forjados en su sede/escuela habanera, pisaron fuerte las tablas, imbuidos por el talento y la fuerza de su director, Carlos Acosta (y los profesores y maîtres que allí laboran), que inspira al grupo y lo inyecta de una magia volcada en la escena.

Cuatro piezas de diferentes facturas, líneas danzarias y estilos ocuparon las tablas durante casi dos horas, y el resultado: prolongadas ovaciones, dinamismo, sorpresa, acción y ese extra de originalidad para mantener en vilo al auditorio.

Abrió el programa La ecuación, del excelente coreógrafo nuestro George Céspedes, quien nos ha regalado en el tiempo innumerables obras que atrapan con sus «redes» artísticas, animadas con un pulso vital siempre presente. Aquí tomó como base el cubo de Rodolf Laban, para transformarlo en la mente humana y, a partir de ahí, filosofar, desde el movimiento, sobre la existencia del ser humano y la eterna búsqueda de la verdad personal, por medio de preguntas/respuestas que cuenta, de forma singular, en danza… Cuatro bailarines que enfocan lo interno con expresividad máxima, en una carrera hacia el centro de nosotros mismos, algo que se complementa, magistralmente, con la música de X Alfonso, el diseño de set/vestuario del autor y la iluminación de Erick Grass.

98 días se titula la obra de Javier de Frutos, basada en el tiempo que el poeta español Federico García Lorca pasó en Cuba, y tomando como hilo conductor el único poema que el célebre creador escribió en esa estancia aquí: Son de negros en Cuba. Danza, sentimientos, voces y música mediante, «construyen» la historia de esos días, que le permitió al coreógrafo, según explica en las notas del programa, «imaginar lo que pasó en ese tiempo, con una libertad completa para desarrollar el paisaje impresionista de ese momento».

Tocando fibras sensibles en lo interno, Goyo Montero acercó en estas jornadas una suerte de (segunda parte) de su obra Imponderable. Bajo el sugestivo título de Llamada, Montero regresó a la escena cubana con una pieza en la que se hizo visible su fibra mágica para esculpir en el movimiento las emociones humanas… Según el coreógrafo, en la primera se refiere a lo inabarcable, y logró el «asidero» para traer a colación, en esta, el concepto de género «cada vez más diversificado», a lo que se añaden múltiples maneras de reconocer/vivir/aceptar la sexualidad. Con esta Llamada subraya «un término del baile flamenco que define el momento en el que se va a producir un cambio». Y nos sugiere muchas interrogantes: ¿Por qué el mundo se sigue viendo masculino y femenino? ¿Hasta qué punto ser diferente supone un ataque a lo que la gente espera de nosotros como parte de la sociedad?

Como colofón llegó De punta a cabo, versión de Yaday Ponce, sobre la original de Alexis Fernández (Maca), que resulta una fusión de música que va desde lo tradicional hasta la actual (Kumar, Kike Wolf –a partir de La Bella Cubana, de White–, X Alfonso y Omar Sosa), y de realidades que se mezclan en la cotidianidad cubana. Se suman imágenes en video de X Alfonso, del malecón habanero, que enriquecen la puesta, aquí más cohesionada y sintetizada, con ágil ritmo danzario. Divertimento que es un espejo en el que se reflejan los diferentes estilos/posibilidades expresivas que conforman la savia nutricia de Acosta Danza, como lo real maravilloso de esta tierra caribeña.

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