ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Para Tania Delgado, el impacto del Festival se ha sentido no solo al interior del continente. Foto: Rubén Ricardo Infante

El cine, como toda manifestación artística, está en constante renovación. La idea surge al inicio del diálogo con Tania Delgado Fernández, directora del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, a propósito de la 45 edición del evento.

Los días del programa representan la cúspide de meses de trabajo ininterrumpido y hay, además, un legado que preservar. «Creo que los objetivos planteados inicialmente se mantienen: dar, a lo que más vale y brilla del cine latinoamericano, una plataforma; que sirva además como punto de encuentro y espacio de pensamiento, diálogo y trabajo», asegura.

A más de cuatro décadas y media de aquel 1979, cuando nació el Festival, mucho se ha debatido sobre la vigencia del concepto de «nuevo cine latinoamericano», pero el tercer encuentro de su tipo más antiguo de la región –después de los de Cartagena y de Viña del Mar– preserva su esencia: «Lo que cambia quizá es el modo de hacer, y cómo llegar a él; 45 años atrás no existían internet, ni las plataformas digitales…

«A finales de los 90 y principios de los 2000 surgieron los dvd, los Blu-Ray, etc. y eso permitió otro tipo de acercamiento al cine, a la televisión, al audiovisual en sentido general. Por tanto, el Festival ha estado siempre en movimiento, y este año no es la excepción».

Sin embargo, su impacto se ha sentido no solo al interior del continente: «Aquí confluyeron grandes personalidades no solo del cine, sino también de la cultura mundial y, de alguna manera, sirvió como una antesala a los espacios en otros festivales internacionales dedicados a Latinoamérica, con una mirada que la reconoce como una plaza creativa importante, dada su riqueza.

«Ha contribuido a sembrar esa semilla que ya hoy es un árbol con muchas raíces y ramas, pero con un solo tronco. De eso podemos sentirnos orgullosos; no es un trabajo nuestro, apenas estamos continuando lo que hicieron por muchos años quienes nos precedieron. Resulta una labor de mucho cuidado y, por tanto, implica una gran responsabilidad».

–¿Cómo se organiza un suceso cultural de tal magnitud?

–El Festival se comienza a pensar incluso desde la edición anterior. Tenemos en cuenta qué quedó pendiente, lo que nos gustaría lograr, cuáles son los grandes temas de la industria identificados…

«El proceso de selección es complejo, a finales de marzo se abre la convocatoria, que desde hace tres años cierra el 15 de agosto. Durante esos meses las personas pueden inscribir sus películas. Se hacen cortes parciales, y en septiembre se realiza un precorte de todo lo que veremos de nuevo, para decidir.

«El trabajo requiere mucha paciencia y dedicación. Este año se inscribieron poco más de 1 700 títulos; estoy hablando únicamente de películas, ya no de carteles o de guiones.

«De forma paralela, nuestros programadores y los que trabajamos en el proceso accedemos a eventos y espacios para buscar posibles títulos que integren la selección del festival, mediante acuerdos de colaboración y demás.

«Lo más importante no es solo traer a una gran figura del cine, y hacerle una entrevista o que presente una película, sino también aprovechar el momento para que interactúe con el público en el sentido más amplio, que incluye a creadores y gente del medio».

–¿Qué marca la diferencia entre este

y otros eventos similares?

–El Festival está pensado desde y para Latinoamérica, pero no podemos anclarnos únicamente en eso. Por tanto, el concurso es para películas latinoamericanas o con temáticas latinoamericanas, pero alrededor hay una programación, no solo de filmes, sino de eventos, conferencias, clases magistrales que sirven para que puedan entenderse aún más.

«También se sabe que llegar a él no es fácil. Se cuida mucho el equilibrio, que haya todo tipo de obras; lo que nos gusta es que exista una amplia gama de oportunidades para acceder a ese cine que quizá no es el más difundido, aunque tenga mucha mayor presencia hoy que 45 años atrás».

Para Tania es incuestionable el apoyo que desde la dirección del país se ofrece al Festival para que permanezca y se reinvente: «Tiene que ver mucho con la visión del Estado y del Gobierno cubanos sobre la cultura. Acaba de terminar el Festival de Ballet en medio de las circunstancias más difíciles, se apuesta por una Bienal de La Habana, por la Feria de Artesanía...

«Entonces no es solo el cine, sino la preponderancia que se le da a este tipo de sucesos incluso ante dificultades reales; porque el bloqueo no es algo abstracto, está aquí todos los días, tenemos que lidiar con él y sobrepasarlo para lograr contar con películas y personas acá. Y aún así la gente apuesta por Cuba, y no por gusto, sino porque hay un espacio ganado que debemos cuidar mucho».

La dinámica del Festival está pensada para que cada una de las actividades aporte al interés común del cine; por tanto, pretende reflejar todo el recorrido creativo de una película y su uso posterior. En tal sentido, la 45 edición no se diferencia de las anteriores, y tampoco en el esmerado cuidado de cada detalle, pero sí tiene particularidades dignas de resaltar.

Entre ellas, la Directora del Festival mencionó la nueva sección competitiva Otros territorios, dedicada al cine experimental, «que responde a determinadas realidades creativas que son tendencia hoy en el mundo»; el octavo Taller de Desarrollo de Proyectos Cinematográficos de Centroamérica y el Caribe de Ibermedia, y Nuevas Miradas, otro espacio formativo y para el desarrollo de proyectos.

«También hay espacios dedicados a la producción, a la distribución, al patrimonio, visto como algo vivo, no solo como memoria histórica, sino como una obra que puede seguir siendo utilizada».

Otros momentos especiales que este diciembre promete son el segundo Foro de Animación Latinoamericana y Caribeña Juan Padrón in memorian; y la presentación del libro De historietas y animaciones: la vida de Juan Padrón, de la autoría de Aramis Acosta, publicado por Ediciones Icaic.

«Juan Padrón es uno de nuestros realizadores más importantes. ¿Quién no recuerda a Elpidio Valdés, quién no repite alguna frase de Vampiros en La Habana? Es el autor de clásicos del cine nuestro, y forma parte de la vida de todos los cubanos de alguna manera», asegura Tania.

Asimismo, resaltó la entrega del Coral de Honor a Carole Rosenberg, «una persona que ha contribuido notablemente a las relaciones culturales entre Cuba y Estados Unidos, entre Latinoamérica y Estados Unidos, no solo desde el cine sino desde las artes en general»; y la reanudación del Festival en otras provincias del país, con una programación pensada que, si bien por razones tecnológicas no incluye la muestra del año, sí exhibe filmes que han sentado pautas en su historia.

El homenaje a Alfredo Guevara, cuyo centenario se celebrará el año próximo, marcará esta edición: «Quisimos servir de antesala a lo que va a transcurrir durante todo 2025 respecto a esta figura tan importante del cine y la intelectualidad cubana y de Latinoamérica, en un espacio creado por él, de conjunto con otros grandes del país y del continente».

Como la primera mujer en ocupar la dirección del Festival, a Tania Delgado le preguntan muchas veces sobre lo que eso implica en una industria en la que se reflexiona de forma constante sobre las inequidades de género; pero todas las veces responde que ha asumido el reto desde la responsabilidad.

«Siento este trabajo como algo creativo y hermoso. Pienso que cuando una asume una tarea, cualquiera que sea, debe pensar en qué puede aportar para que aquello a su cargo y cuidado de verdad tenga un resultado esperanzadoramente positivo. Requiere un sacrificio, más que profesional, personal; pero vale la pena».

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