
Alan J. Pakula, realizador de películas como Todos los hombres del presidente y La decisión de Sophie, dirigió en 1990 la versión al cine de la novela superventas Presunto inocente, escrita por Scott Turow.
Este filme, sobre un fiscal a quien acusan de asesinar a su compañera de bufete, fue interpretado por Harrison Ford y la italiana Gretta Scacchi, efímero símbolo sexual de aquellos años.
Cinta muy taquillera, recibió dispares recepciones críticas, con más alabanzas dentro de los medios estadounidenses. Hasta el célebre Jonathan Rosenbaum escribió en Chicago Reader: «Un excelente drama judicial que te mantendrá intrigado si no has leído el libro. Incluso, aunque lo hayas leído sigue siendo una historia muy buena».
Pese a que los maestros no se contradicen, tampoco era para tanto. Tan solo una película trepidante, la cual condimentaba a gradualidad su trama con aderezos de thriller jurídico, drama familiar y un toque erótico. En función de lo último estaba ahí la Scacchi: para enardecer a un Harrison Ford en su mejor forma física, y para sembrar la duda de si un hombre con tanto deseo por su amante sería capaz de matarla.
La plataforma Apple TV+ decidió reflotar el conocido argumento en la miniserie de ocho episodios Se presume inocente (2024), una de las más vistas globalmente en la historia del estudio de la manzanita.
La serie –transmitida en la Televisión Cubana– se aparta en algunos aspectos del original fílmico, pero no en mucho. Además de las lógicas adaptaciones de ambiente, suaviza los discursos, cambia el color de la piel de la esposa del personaje principal, redibuja el perfil moral de la asesinada, e incorpora argumento dentro del hogar y del juzgado.
Ahora el leguleyo imputado y su presunta víctima mortal son compuestos por Jake Gyllenhaal y la noruega Renate Reinsve, dada a conocer ella por La peor persona del mundo (JoachimTrier, 2021).
La escandinava se encarga de despertar la furia sexual de macho cabrío de un Gyllenhaal rehecho en gimnasio, quien pone en riesgo así su matrimonio con la afroestadounidense madre de sus dos hijos.
El actor –bastante monocorde en no poco de su cine– fragua aquí una de las más definidas composiciones de su carrera, y luce mucho más distendido que de costumbre: facultad necesaria para componer a un personaje sometido a tensiones emocionales extremas, quien transita por diversos escenarios anímicos y complicadas circunstancias.
Su presencia ante la cámara, casi permanente, levanta un material eficazmente construido; con muy buenos actores secundarios (sobre todo Peter Sarsgaard, quien interpreta al fiscal que lleva la acusación); escrito con garra y precisión en lo tocante a su segmento judicial.
En realidad, debe encomiarse a su experimentado creador, David E. Kelley –un todoterreno de la teleficción comercial estadounidense–, toda la parte dedicada al proceso penal. Donde naufraga la serie es en su costado de drama familiar, sumamente débil en comparación. Nunca se hace creíble la estoicidad de la esposa traicionada, ni su tonto romance de castigo con el cantinero, ni la sangre fría con que casi todos asumen en casa la grave acusación al padre.
Otro problema es la extensión –sin base– de la pieza. Pudieron dejarla tranquilamente en cuatro o, a lo sumo, seis capítulos: como en la bbc, que eso del tiempo justo lo aplica mejor que ninguna otra cadena.
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Cinéfilo dijo:
1
30 de octubre de 2024
13:54:53
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