Al ejemplo de aquella joven Haydee que, ante los ojos arrancados de su hermano, dijo que si él no había hablado, ella tampoco lo haría, y no habló, aludió la escritora y activista Alice Walker, apenas unos instantes después de recibir, este miércoles, en Casa de las Américas, la Medalla Haydee Santamaría, que se le concediera por Decreto Presidencial.
«Esa actitud de Haydee es una referencia para seguir adelante en estos tiempos», afirmó la autora de El color púrpura, y confesó, además, sentirse afortunada de haber venido tantas veces a Cuba y constatar que la nación no se da por vencida. Su pueblo y sus sueños serán eternos, «seguiremos adelante y triunfaremos», comentó.
Entre las razones esgrimidas para distinguir a Walker con esta medalla –a propuesta del titular de Cultura cubano, Alpidio Alonso– se mencionaron el permanente reclamo de la premio Pulitzer del cese del bloqueo de Estados Unidos a la Isla; y su trabajo en los vínculos con nuestro pueblo, fundamentados en la hermandad y la solidaridad en lo cultural y político.
Asimismo, se resaltaron los méritos de sus obras literarias, en las que ha abordado con honestidad los temas de desigualdad racial y de género.
Ante la delegación de alrededor de 70 estadounidenses de visita en el país, relacionados con la organización cultural progresista Busboys and Poets, con sede en Washington, la poeta y ensayista Nancy Morejón, premio nacional de Literatura, resaltó el carácter indómito de Walker, y su vida dedicada a la lucha por un mundo mejor y el entendimiento entre los pueblos.
En la ocasión, se enalteció, además, la influencia de Walker en los escritores cubanos a través de su literatura y su compromiso civil; y sus largos años de entrega en pos de la causa palestina.
«Alice está en su casa, la casa de todos», refirió Nancy, quien añadió que no se producía allí un simple encuentro, pues ambos pueblos son una familia, y esa es justamente la concreción del proyecto cultural de la Casa.
Los visitantes recibieron una amplia explicación de los programas y líneas de la institución, a través de algunos de sus profesionales y colaboradores; entre ellos, Luisa Campuzano, Zuleica Romay y Víctor Fowler. Se encontraban en el auditorio el Ministro de Cultura y Abel Prieto, presidente de Casa de las Américas.
El legado de Fidel, la alfabetización y la batalla cultural, y la relación con Puerto Rico, trascendieron en el diálogo, en el que los miembros de la delegación preguntaron cómo podrían ayudar a derribar barreras.
Jaime Gómez, vicepresidente de ese centro cultural, los conminó a que se consideraran parte de los empeños de la Casa, pues tal como decía Haydee, los verdaderos trabajadores de allí son los artistas del continente.

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