Nuevamente, en espacio de pocos días, las redes sociales ponen en el candelero a Cienfuegos, los artistas y el pago que estos reciben por sus conciertos.
Si hace escasas fechas arremetían contra los «altos dividendos» asignados a creadores que intervinieron en giras por el fin de año promovidas por instituciones culturales del territorio, ahora el discurso versa sobre el elevado «caché» demandado por el dúo de música urbana Kimiko y Jordy, por su presentación en un club privado de la Perla del Sur.
Los tonos difieren en uno y otro caso. En el primero, el ataque era frontal contra la institución estatal, por «privilegiar» a artistas que defienden el «régimen». Ahora, la cuerda de sentidos imbrica la exigencia de la intervención estatal ante los 24 000 pesos que costaría la mesa en el recital de los exponentes del subgénero denominado como reparto.
Además del contexto inflacionario, la movida guarda relación con estrategias de marketing del género urbano. No será ni la primera ni la última vez que una propuesta de este cariz dispare las tarifas. Ojo, y que se la compren, pues un sector, aunque minoritario, estuvo y está en disposición de hacerlo.
Ya en tiempos del 1x24, también antes, determinados reguetoneros cubanos llegaron a recabar cien dólares por persona para apreciar sus recitales en el Salón rojo del Capri.
A lo largo de la actual semana, Kimiko y Jordy han recibido memes, airados mensajes y comentarios en tropel, considerable porción de ellos en tono crítico y algunos francamente ofensivos para esos jóvenes, algo que el autor de estas líneas no comparte.
Toda respuesta debe articularse sobre la base del respeto, sin agredir ni subvalorar a las personas, ni tampoco poner en entredicho la calidad o notable recepción del novel dúo que, en virtud de su featuring con Michel Boutic, alcanzó el premio de la popularidad con El campeón, de Helier Muñoz, en la más reciente edición de los premios Lucas.
En diálogo con Granma, Arturo Apezteguía Ibáñez, subdirector de la Dirección Provincial de Cultura, explicó que, aunque su entidad no rectorea los bares operados por las formas de gestión no estatal, nada le puede resultar ajeno y –por consiguiente– seguía la evolución del hecho en un contexto de nuevos e inéditos escenarios; y solicita que a la Empresa Provincial de la Música y los Espectáculos les sean presentados los contratos de estos u otros artistas como premisa sine qua non para que puedan actuar.
También fuimos en busca de explicaciones al Gobierno Municipal de Cienfuegos, cuya funcionaria a cargo del trabajo por cuenta propia, la viceintendente Diana Serpa Díaz, expresó: «Nos entrevistamos con el propietario del bar, quien argumentó que él no había sido el encargado de la propaganda del concierto en las redes. Sí era correcto, dijo, el pago establecido de 24 000 pesos por mesa, pero que se ofrecería mucho más de lo que rezaba en los carteles promocionales.
«Y recordó que estos u otros artistas, en cualquier provincia, tienen altos estándares para sus presentaciones; además de que se respetaría el aforo limitado por la pandemia.
«Nosotros le solicitamos entonces el contrato de los artistas con la Empresa Provincial de la Música, documento legal necesario para permitir el concierto, además de otros requerimientos básicos. Como Kimiko y Jordy no forman parte de ninguna agencia ni poseen firma con la referida Empresa, actuarían con otro creador que sí los posee, nos comunicó el dueño del bar.
«En el Gobierno le notificamos al compañero que, al margen del carácter de oferta y demanda, era un precio notorio. Y que el Grupo de Atención al Sector no Estatal se preocupa por la diversión y la posibilidad de disfrute de los jóvenes. No obstante, le expresamos que, con el contrato en la mano, evaluaríamos (a partir de cuánto los artistas le solicitarían a él, junto a otro grupo de condiciones y elementos). A continuación, él se comunicó con los artistas y ellos le manifestaron que no deseaban trabajar en esas condiciones, porque afirmaban que en otros lugares podrían recibir una mejor retribución».
Una lección debe quedar: es menester el adecuado engranaje multifactorial de las instancias que inciden directa o indirectamente en hechos similares, registrados o por registrar.
Nadie puede desentenderse en tales circunstancias. Y cada pago en el sector cultural, fuere del área estatal o privada, precisa no solo de una base legal amparada en los pertinentes contratos, sino además de la justificación cabal del alcance del hecho artístico recompensado.
Esta es la expresión de un fenómeno complejo y con raíces más profundas, que no es privativo del sector no estatal, y que manifiesta la necesidad de mejor coherencia entre las transformaciones económicas y la aplicación de la política cultural. Un tema que, lejos de agotarse, requiere de nuevos acercamientos desde las instituciones y los medios de comunicación.
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Ruffini dijo:
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10 de febrero de 2022
15:58:25
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10 de febrero de 2022
17:20:55
Roberto Costa dijo:
3
10 de febrero de 2022
21:17:35
Pedro Respondió:
12 de febrero de 2022
11:53:39
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11 de febrero de 2022
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12 de febrero de 2022
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12 de febrero de 2022
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