Parece una película de ficción, pero no lo es y ha sido aplaudida en no pocos escenarios. Se trata de El agente topo, documental con el que la chilena Maite Alberdi compite en este Festival y que trae la historia de Sergio, un hombre de más de 80 años que se infiltra en un hogar de ancianos, dispuesto a detectar las irregularidades que, se sospecha, allí están sucediendo. Una vez adentro, él comienza a informarle a un detective que lo entrenó para la misión, pero al mismo tiempo descubre un mundo que lo enreda.
El filme ha cautivado porque es capaz de captar, desde una estética de cine negro, el drama de soledad y abandono presente en muchos centros geriátricos con fachadas de lo que realmente no son. Triste, emotivo y también lleno de hilaridad, los personajes se pasean ante la cámara y describen historias que conquistan al espectador. La directora de ha dicho que su película detectivesca es una excusa para exponer un tema que muchos no percibirían de otra manera.
Dentro del Panorama Contemporáneo Internacional aparece la aclamada Libertad, de España, un retrato de adolescencia traspuesto desde las diferencias de clase, por cuanto habla de la amistad entre Nora, una joven española de 14 años, perteneciente a la clase media alta, y Libertad, una muchacha colombiana que acaba de llegar a España y cuya madre trabaja en la casa de la primera atendiendo a su abuela enferma. Hay un momento en la historia en que Nora saca a relucir el recurrente «la criada es como un miembro de la familia», pero su amiga se encrespa para recordarle que es su madre la única de la casa que se ocupa de limpiar a la abuela cuando esta hace sus necesidades (dicho esto con palabras más gráficas y altisonantes).
Libertad es la ópera prima de Clara Roque, quien ha dicho que ambas muchachas marcan las diferencias (de clase, origen, actitud, cultura) que existen entre dos realidades paralelas, tan distintas, pero al mismo tiempo tan iguales. Sin embargo, alguna crítica ha dicho que, si bien aparecen aspectos como los señalados por la directora, incluyendo el tema de la migración, el filme termina por ocuparse más de los conflictos vitales (y también banales) propios de la adolescencia. Y, como suele suceder, no faltan otras visiones que alegan que, precisamente en esa falta de subrayados sociales, en el «perfecto equilibrio» de lo que se sugiere, radica el encanto de la historia.












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