Las tradicionales fiestas de los bandos Rojo y Azul, de Majagua, en Ciego de Ávila, han sido merecedoras de la condición de Patrimonio Cultural de la Nación. Cuentan ya con 91 años de existencia como práctica tradicional y destacan por ser portadoras de la defensa de la patria y por fusionar en ellas las manifestaciones de teatro, música, danza, literatura y artes plásticas.
«La razón por la que estas fiestas reciben el reconocimiento es porque mantienen viva una tradición por varias generaciones; por su valor artístico y antropológico, por reflejar aspectos de la vida cotidiana de la estirpe campesina en Cuba, por su alto valor identitario y patriótico, y por su sentido de continuidad, expresó a Granma Rafael Lara González, metodólogo nacional de Cultura Popular Tradicional.
En esta ocasión –explicó– estamos en presencia de la primera festividad tradicional cubana en obtener el Premio Nacional de Cultura Comunitaria, que auspicia el Consejo Nacional de Casas de Cultura, que, además, ostenta el premio nacional Memoria Viva, del Instituto Cubano de Investigaciones de la Cultura Cubana Juan Marinello.
Respecto a las declaratorias, Lara argumentó que su objetivo es «la búsqueda de una mejor atención, promulgación y visibilidad, pero, sobre todo, una mayor sensibilidad por parte de los gobiernos locales, como parte de los procesos de salvaguardia.
Con respecto al espíritu de estos festejos, el especialista recordó que días antes de que se celebren, los lugareños visten, en diversas prendas, los colores de sus respectivos bandos, y colocan, en las fachadas de las casas, banderas o carteles que los identifican. Cuando las fiestas terminan, en Majagua se sigue respirando el espíritu competitivo de ambos grupos y, sobre todo, el juramento de salir el próximo año y ganar.












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