Granada con sus espectaculares monumentos, sus mágicos barrios flamencos y sus coloridos jardines constituyó un destino extraordinario para esta periodista otro junio hace ya unos años.
La Alhambra, el Generalife (ambos Patrimonio de la Humanidad), el Albaicín, uno de los barrios míticos de Granada, la Catedral, y la Capilla Real, fueron naturalmente recorridos, admirados, fotografiados.
Pero hay otro lugar en Granada de visita obligatoria para los amantes de la literatura y por el cual recuerdo hoy aquella estancia: La Huerta de San Vicente, Casa-Museo del gran poeta y dramaturgo Federico García Lorca, uno de los sitios fundamentales en su producción artística.

Federico, quien ya no necesita apellidos, nació precisamente un día de junio, el 5, de 1898 en Fuente Vaqueros, un pequeño pueblo granadino, aunque su familia se mudó a Granada en 1909, cuando tenía once años ypasaban los veranos en la Huerta, desde 1926 y hasta 1936, entonces muy alejada de la ciudad.
La que fuera finca de veraneo de la familia García Lorca, hoy a escasos minutos en auto del centro, se encuentra en el corazón de un hermoso parque inaugurado en 1995 que lleva el nombre de Federico García Lorca.
El boleto de entrada a la Casa-Museo tiene una foto de Federico frente al cartel de La Barraca, el grupo de teatro universitario que codirigió en Madrid e iba por ciudades y pueblos representando obras teatrales del Siglo de Oro (Calderón de la Barca, Lope de Vega, Miguel de Cervantes). En la primavera de 1936 La Barraca realizó su última función en el Ateneo de Madrid, ya había estallado la guerra civil.
Ya en el recorrido con guía por la Casa-Museo nos informan que antes de los García Lorca la habitaran se conocía como la Huerta de los Mudos, pero el padre del poeta, Federico García Rodríguez, al comprarla en mayo de 1925, le cambió el nombre por el de Huerta de San Vicente, en homenaje a su esposa Vicenta Lorca Romero.

El conjunto de la Casa-Museo, tanto los jardines exteriores como el interior de la residencia, resulta sencillo y elegante, y comunica aspectos de la vida y la obra de Federico a partir de los espacios de su intimidad doméstica.
Gracias a fotografías familiares tomadas a partir de 1918 en otros lugares donde habitó la familia García Lorca y en la propia Huerta —nos explican— la museografía es confiable, tanto la disposición del conjunto mobiliario como mucho de los objetos, catalogados «originales» de la familia, por ejemplo el piano de media cola, el diván, las mecedoras y hasta una reproducción de La primavera de Botticelli.
Muy especial, en la segunda planta, es apreciar el escritorio del poeta, algunos de sus libros y su gramófono, todos aquí con el señalamiento «no tocar», pues es evidentemente muy intenso el deseo de una aproximación más física.

Desde la ventana de la habitación que fuera de Federico se puede apreciar en la lontananza los hermosos picos de la Sierra Nevada, mientras el verde (¿quien no ha repetido el verso verde que te quiero verde? rodea toda la Casa.
Aquí Federico escribió, en su totalidad o parcialmente, algunas de sus obras, entre ellas, Así que pasen cinco años (1931), Bodas de sangre (1932), Yerma (1934) o Diván del Tamarit (1931-1936).
Casi al final del recorrido, la guía nos pregunta de dónde somos y dónde nos alojamos en Granada, y le decimos que somos cubanos y estamos parando en la Gran Vía Colón 17 (que es la principal arteria del centro de la ciudad).
Asombrada nos dice que precisamente en ese número estaba la casa citadina de los García Lorca, demolida, con otras muchas desde los 60 del pasado siglo para construir nuevos edificios.
Cubanos, por demás, la guía nos recordaba que Lorca envió a Flor Loynaz el manuscrito de Yerma y regaló a Carlos Manuel Loynaz su pieza teatral El público. Habló también del Hotel La Unión (en La Habana colonial, le acotamos) donde escribió –el manuscrito lleva el membrete del Hotel– Son de negros en Cuba, con su conocido estribillo Iré a Santiago.
Resultó una impresión entrañable la coincidencia de estar en Gran Vía 17, más cerca aún del poeta.
Volviendo a la Huerta de San Vicente, ésta fue vendida en 1985 por Isabel García Lorca, hermana de Federico, al Ayuntamiento de Granada y ya para 1995 se conformó todo el conjunto incluyéndola en el bellísimo parque.

En la Huerta, el también gran dramaturgo pasó los últimos días previos a su detención antes de buscar refugio en la casa de su amigo el Luis Rosales, donde el 16 de agosto de 1936, la Guardia Civil lo detuvo.
La fecha exacta de su muerte ha sido objeto de una larga polémica, más parece definitivamente establecido que Federico García Lorca fue fusilado a las 4:45 h de la madrugada del 18 de agosto entre las localidades de Víznar y Alfacar. Asesinado con apenas 38 años de edad en plena madurez de su genio.
Una de las obras más estremecedoras sobre el infausto hecho es el poema «El crimen fue en Granada», escrito por Antonio Machado en 1937, del cual incluyo solo unas estrofas…
El crimen
Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
…..
Se le vio caminar...
Labrad, amigos,
de piedra y sueño en el Alhambra,
un túmulo al poeta,
sobre una fuente donde llore el agua,
y eternamente diga:
el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!












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Leo Buenaventura dijo:
1
3 de junio de 2020
07:28:21
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