Cuando la periodista, poeta y traductora Basilia Papastamatíu fue propuesta para el premio de Periodismo Cultural José Antonio Fernández de Castro 2020, la mayoría de los que estuvieron al tanto del hecho pensaban que desde hacía mucho, entre sus incontables reconocimientos, se hallaba este, que otorga, por la Obra de la Vida, el Ministerio de Cultura de Cuba.
Nominada por el Centro Dulce María Loynaz, una institución que bien la conoce, por acoger allí tertulias como el Café Literario Aire de Luz, que ella fundara y conduce en estos predios hace más de 15 años, y ofrecer espacio para la sede de la revista La Letra del Escriba, de la que es subdirectora desde su creación, hace ya dos décadas, Basilia conversó con Granma a propósito del merecido reconocimiento.
En Buenos Aires, donde nació en 1940, inició tempranamente su labor como periodista. Con apenas 17 años su firma apareció en el Suplemento Cultural del periódico argentino La Razón y en la revista literaria uruguaya Deslinde, para después, en los años 60, fundar, junto a otros jóvenes escritores, el grupo literario Airón que, desde 1959 y hasta 1966, publicó una revista cultural del mismo nombre y editó libros. En la publicación –y cuando no podía sospechar que años después Cuba la recibiría y la acogería para siempre–, Basilia sería la autora de dos editoriales concebidas para defender a la Revolución Cubana.
La obra periodística de esta intelectual ya cubana, a juzgar por su residencia hace cinco décadas en el país, ha dejado su huella en publicaciones que priorizaban la escritura de vanguardia en Venezuela, México, Uruguay y Francia. En París fue corresponsal del periódico venezolano El mundo, con una sección semanal sobre el entorno cultural francés. Y tradujo y escribió textos publicitarios de la Compañía de aviación Air France.
A pesar de sus posibilidades como creadora, Basilia se resiste a los concursos, «porque me frustra mucho no ganar»; sin embargo, saber de este premio –cuya competencia no dependía siquiera de la voluntad del nominado– es algo que recibe «con tremenda alegría, porque sé lo que he hecho».
«A veces pensaba que no lo tenía porque no soy cubana de nacimiento. Me hizo sentir muy bien, pues me quité la idea de que en ello hubiera algo de chovinismo. Recuerdo siempre que Fidel dijo una vez: “Aquí en Cuba ningún latinoamericano es extranjero”, y es así: todos los latinoamericanos pertenecemos a un solo país, nos dividieron artificialmente. A nosotros nos atomizaron para dividirnos y debilitarnos».
Para Basilia, la cultura cubana ha sido el estado natural de la vida de sus últimos 50 años. «A fines de 1969 viajé a La Habana, ciudad en la que decidí residir. Trabajé en la Agencia Latinoamericana Prensa Latina y en el Instituto Cubano del Libro, donde fui editora de la colección Pluma en Ristre. Después vino Juventud Rebelde, donde defendí una sección de literatura durante diez años, y en la editorial José Martí fui editora, en griego, de libros cubanos. En el Instituto Cubano del Libro fui subdirectora de la Editorial Letras Cubanas y coordino el Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar desde su fundación, hace 19 años».
Para ella no existe un orden prioritario entre los dos oficios a los que se debe: «escritora y periodista. Soy al tiempo las dos cosas, pues el periodista es un escritor. No imagino mi vida sin el periodismo, porque soy una obsesa de la información. Me levanto y lo primero que hago es ver las noticias», dice, «pero más allá de ese roce con lo noticioso, la otra pasión es por el periodismo cultural».
De la necesidad de esta rama del periodismo deja claro que «la intención es dar a conocer a los lectores lo mejor de lo que se escribe, de lo que se hace en arte, orientarlos para que no pierdan tiempo y no se equivoquen viendo malas películas, leyendo malos libros, ayudarlos a reconocer lo realmente valioso. Nuestra función orientadora es evitar que pierdan el tiempo. Para que se establezcan los niveles, las categorías de calidad. Tenemos que abrirle los ojos a la gente sobre dónde está lo creativo, lo legítimamente valioso en arte».
Cuando se le pregunta por los nuevos proyectos, responde con absoluta precisión: «Tratar de tener un poco más de tiempo para mi poesía, y para continuar escribiendo y promocionando. Organizarme para dedicarme más a mi obra creativa. Tengo un espíritu de maestra, de querer ayudar a los demás a que se conozca su obra. Promocionarlos hace que me olvide de mí misma. Dejo lo mío para el final. Siempre he sido una servidora pública de la literatura».
Hace pocas horas conseguimos hablar con Basilia por teléfono. Supimos que está bien, trabajando desde la casa en la edición del próximo número de La Letra del Escriba.
–¿Y no trabajas en tu obra personal, ahora que hay más tiempo?
–Sí, cómo no. He organizado un poco mi papelería y hasta he hecho algunos poemas.












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Conchita dijo:
1
7 de mayo de 2020
09:21:12
Eduardo Raúl BURATTINI dijo:
2
7 de mayo de 2020
13:16:48
leyla dijo:
3
7 de mayo de 2020
20:43:20
Susana dijo:
4
9 de mayo de 2020
19:55:50
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