ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Santiago, Rebeca e Iván en una filmación. Foto: cortesía de la autora

Su pequeña oficina está llena de recuerdos. Libros marcados, muchas fotos, latas de películas, algunas con tapas herrumbrosas; sin embargo, sobresale una granada de mano con su espoleta sobre la mesa como si esperara una orden y había un cartel pequeño sin otra pretensión que no fuera provocar, lo leía cada día  como  si fuera la primera  vez: «Cuando se cierra la puerta a todos los errores, también la verdad se queda afuera». Tagore.

Con ese pie forzado me propongo hacer una entrevista en forma. Tomar notas y grabar. Santiago Álvarez deshizo el proyecto en los primeros diez minutos. Mi primera pregunta lo llevó a miles de caminos, trillos, vericuetos de su memoria… lo dejé navegar por ese mar de recuerdos y fotos, así durante muchas tardes nos encontramos para revisar el texto que yo iba componiendo, una sucesión de imágenes y sonidos ocupaban aquel despecho en el tercer piso del Icaic. En 1986 tenía 67 años, 27 dedicados al cine, 84 películas equivalentes a dos años en la producción de documentales del Icaic, 34 primeros premios internacionales. Hasta ahí ciertos números.

«Tengo 40 años y comienzo a hacer cine. Me sorprendo cuando hago el noticiero dedicado a Benny Moré cuando muere en 1963. Veo por primera vez el traslado de mis sentimientos y sentí que me servía del lenguaje del cine para expresar mi emotividad. Uso su música con una intención narrativa y de montaje que nunca antes había hecho. Fijo algunos resortes o recursos del lenguaje, descubro valores de la banda sonora, me doy cuenta que no solo la imagen es importante, empiezo a combinar en la edición, logro nuevas asociaciones… sentí que había algo nuevo, diferente,  un punto de giro  y lo hice con gran pasión, con emoción. Lo emocional no está en el corazón como piensan muchos. La emoción está en el cerebro. Razonar sin emoción es perder la emotividad. Los cubanos somos emotivos. Emocionar es pasión y si no hay pasión ni emoción, ¿puede haber razón efectiva?».

¿Cómo y por qué llega Santiago Álvarez al Noticiero? Faltó esa pregunta.  Fue allí donde logró reunir todas sus inquietudes en una sola: el cine documental. Quizás es ese noticiero del Benny lo que marca una nueva etapa, dejar atrás el laboratorio semanal del Noticiero ICAIC le permitió ensayar, buscar, experimentar, formar un grupo creativo muy diverso que lo coloca en la vanguardia del cine cubano.

Santiago desdeña la inmediatez de la noticia, lo que busca y logra es vincular de una manera inédita y emotiva drama, política, periodismo usando todos los recursos narrativos que conoce e integra a ese discurso. Después del Noticiero del Benny intuía que necesitaba renovarse, sumergirse en los conflictos de la política no solo cubana, desentrañar la conducta humana y sus contextos históricos.

¿Una muestra? «Hanoi, martes 13 (1967). En dos tardes bajo las bombas filmó Iván, después en la sala de montaje incluí los textos de Martí. Fue mi primer filme sobre Vietnam. Encontré una línea de unión entre nosotros. Filmamos esa guerra: 14 viajes y 11 documentales. La sabiduría y la increíble imaginación de los combatientes vietnamitas derrotó a los yanquis».

Su creatividad se dispara con un hecho, una noticia, un punto de apoyo: tener un título (la palabra ¡now! y los disparos finales forman una misma idea), encontrar la  continuidad. José Martí está presente en El primer delegado, La guerra necesaria, De América soy hijo, Mi hermano Fidel, en todos ellos es visible la propuesta: no olvidar que nada está aislado. Siente el compromiso activo, asume la denuncia permanente, por ejemplo, de la política agresiva y arrasadora de los yaquis. ¿Qué es Now? (1965). Él se propone que relacionemos a los agresores de Indochina con los que protagonizan la discriminación racial, asesinan a los negros norteamericanos. Una suerte de carpe diem se le revelaba y lo ponía en marcha. Para él nada está aislado.

Dos años después (1969) se sumerge en otra guerra: los campos de caña de Oriente. Se inicia la batalla por los 10 Millones. Sucesión de planos generales muestran a cientos de hombres (como una nueva carga) machete en mano a atacar los cañaverales… y en medio de este sui generis escenario de la batalla ha colocado ¡música!: el órgano oriental. En ese ambiente de confrontación múltiple me cuenta: «Estaba filmando Despegue a las 18 (…) cuando se produjeron reuniones, chequeos entre dirigentes de diversos niveles y los periodistas (…), surgieron críticas y posiciones diferentes. De aquellos días –para fijar un momento– empiezo a tener conciencia de las discordancias entre el papel de los periodistas y el de los funcionarios. Estos últimos en ocasiones se creen todopoderosos, utilizan su poder para evitar que errores de los que son responsables se denuncien (…). Será una lucha difícil, tenemos que ser tenaces porque son problemas complejos.

«Después se fueron perfilando los números del Noticiero que trataron aspectos de la realidad concreta cubana de cada momento, donde había cosas mal hechas y se justificaban. Venían a vernos y discutíamos con mucha gente. No siempre salimos airosos». (…) La influencia cultural y los ataques del vecino norteño no han cesado, eso nos obligó durante años a una postura: la apología que respondía a la necesidad de divulgar la imagen de la Revolución porque nadie lo iba a hacer por nosotros. No voy a revelarle secretos, esta necesidad se prolongó demasiado, llegando a convertirse en algunos momentos en triunfalismo. Sin embargo, la situación en muchos aspectos ha ido cambiando, otros factores han venido también a influir. Hasta el avance tecnológico es un elemento que hace meditar y cambiar concepciones y políticas».

(Ojo: en ese instante no había estallado la era digital, solo en su imaginación sin fronteras intuyó lo que ahora estamos viviendo).

«De aquellos tiempos quedaron los críticos de la crítica (…). Sostienen todavía que una crítica o una denuncia de lo mal hecho es un ataque al socialismo, a la Revolución (…), hemos caído en esa trampa y este virus pueda causar epidemias locales, este virus enferma un ambiente de trabajo. Es un virus maligno, muta y permuta según los casos y los medios. Su origen y familia es la de los camaleones y es responsable de esa virosis que padecemos: que la crítica de cualquier actividad es hacer juego al enemigo, es converger con el enemigo.

«La función del cine y del periodismo no es resolver los problemas que se presentan, sino contribuir al conocimiento de ellos, ayudar a esclarecer y a reflexionar. (…). Es un peligro estar equivocando funciones, porque eso es una coartada para evadir responsabilidades.

«Yo digo con orgullo que el cine cubano tiene una tradición de crítica, de abordar problemas de la realidad y hacerlo crítica o apologéticamente. Hemos querido meternos con la realidad y su complejidad. Titón hizo La muerte de un burócrata en la época de la primera guerra contra la burocracia. Ahora esa película tiene toda su vigencia política y artística.

Manuel Octavio Gómez hizo en los años 70  Ustedes tienen la palabra, que ponía en evidencia lo que pasaba cuando no había controles ni exigencias. (…) Eso me demuestra que no se resuelven los problemas detectados porque uno haga mil artículos o mil películas o noticieros. Un artículo, una película, denuncia, ayuda, moviliza, pero no  resuelve el problema».

La intuición es su mejor arma, la usa como un filtro-detector de informaciones, datos o situaciones complejas y lo hace con tal clarividencia que a veces me parecen revelaciones venidas de quién sabe dónde, porque no era dado a teorizar, actuaba, y si era necesario atacaba, siempre de frente, directo, ningún sesgo. Un día le leí unas definiciones de Dziga Vertov, con quien lo comparaba y respondía: «De acuerdo. Eso lo podía haber dicho yo».

«La actividad intelectual de un cineasta está en su cerebro y se expresa en su constante intercambio de ideas. La edad no es lo que determinará la calidad de mi obra futura, sino mi vitalidad interna, mis deseos de crear y mis proyectos. Jubilar la actividad intelectual sería dejar de pensar y meterme en vida en una tumba. No estoy para eso.

«Nací en el callejón de Espada, número 8, altos, el 8 de marzo de 1919».

Lo conocí en el trabajo, en el día a día, después de tantos años creo que Santiago quería ser y fue un contador de historias a través del tiempo, enfatizando en las posibilidades dramáticas que lo documental le ofrecía para acercarse a la verdad en cada cosa dicha por sus protagonistas frente a cámara.  Eso era lo que más le importaba. Fue una dicha aprender a volar con él.

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Francisco Rivero dijo:

1

8 de marzo de 2019

12:30:11


GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS !!! Por la publicación de estas bienvenidas palabras de la Sra. Rebeca Chávez, que si me lo permite, ella indica propositos muy validos para la reflexión en nuestro peregriaje por ese camino de ideas, de etica, de presencia civica. En fin la Sra. Rebeca Chávez, nos ofrece ese animo necesario para el alma perseverante y que da luz alli donde mas se hace necesario. Si la obra de Santiago Alavrez, tiene esa fuerza se debe tambien al talento y la excelencia de cada una de las personas de su equipo. Agradecimiento por este lindo homenaje en el dia del Centenario del natalicio de Santiago Alvarez. Saludos fraternos.

Elsy Fors Garzón dijo:

2

9 de marzo de 2019

14:56:37


"El camino de Santiago" debe ser lectura obligatoria para todos los periodistas y los que estudian para serlo. El lema de "la verdad necesita de nosotros" es indispensable para ser objetivos sin ser imparciales. Los errores también suelen tener la apariencia de defensa a ultranza de nuestros ideales.