Evocar A Fernando Alonso, una de las mayores personalidades que en arte ha dado Cuba, es la premisa del recién estrenado documental Fernando Danza Infinita, de la realizadora Esther García.
Este audiovisual de 42 minutos de duración dedicado a esa gloria del ballet cubano y mundial, se debe a la casa Productora de Documentales Octavio Cortázar de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) y fue presentado (15 de febrero) en su Sala Villena con la asistencia del presidente de la institución, el poeta Miguel Barnet, y varios primeros bailarines del Ballet Nacional de Cuba (BNC), entre ellos Viengsay Valdés, Anett Delgado, Sadaise Arencibia y Dani Hernández.
El historiador del BNC, Miguel Cabrera, hizo una introducción al documental para homenajear a Fernando Alonso, a quien llamó maestro de maestros y uno de los más grandes pedagogos de ballet, creador de la metodología de la escuela cubana de ballet, y formador de incontables generaciones de bailarines.
En el mundo existen las escuelas italiana, francesa, danesa, rusa, inglesa y la cubana es la última gran escuela de ballet creada en el siglo 20, destacó.

Cabrera hizo un retrato de Fernando Alonso y lo calificó de diplomático, un caballero, un hombre generoso y sencillo, que sobre todo se dio a la búsqueda de la perfección.
Recordó cómo el maestro, al reconocer que el instrumento del bailarín es su cuerpo, lo estudió profundamente, y así llegó a la gran técnica que tiene la escuela cubana de ballet. « Alicia fue el modelo y sobre ella creó la técnica».
Para mostrarlo, el documental incluye numerosos fragmentos de la prima ballerina assoluta, en el clásico de clásicos, Giselle, en El lago de los cisnes y Carmen, coreografía suprema del cubano Alberto Alonso.
Una escuela necesita «un gran maestro, una gran bailarina y un gran coreógrafo, y esas circunstancias extraordinarias se dieron aquí, en esta Isla» con Fernando, Alicia y Alberto, afirmó Cabrera, a la vez que advirtió que esa técnica con el paso del tiempo se ha desarrollado, porque «la escuela no es un dogma, la técnica va evolucionando, pero los patrones de nuestra escuela, entre ellos el port de bras, la attitude, no se pueden perder».
Para mi —concluyó el historiados de BNC— La danza infinita es la huella, la metodología que dejó entre nosotros Fernando Alonso.
FERNANDO ALONSO: UN GRAN MAESTRO
Fernando Alonso Rayneri (La Habana, 27 de diciembre de 1914 - 27 de julio de 2013), Alicia Alonso y Alberto Alonso fundaron, el 28 de octubre de 1948, el Ballet Alicia Alonso que luego se convertiría en el Ballet Nacional de Cuba (BNC).
Entre los múltiples reconocimientos que recibiera Fernando en vida están el Premio Nacional de Danza 1999, Premio Nacional de Enseñanza Artística 2001 y el internacional Premio Benois en 2008, creado en 1991 por la Asociación Internacional de Danza, una de las distinciones más apreciadas en el ámbito de la danza
Para Fernando Danza Infinita, su directora Esther García, contó con la asesoría de la hoy maitre, Aurora Bosch, quien fuera primera bailarina del BNC y una de las famosas Cuatro Joyas.
El documental, con una estructura tradicional de material de archivo, fotografías y entrevistas, entre ellas al propio maestro, a las históricas estrellas del BNC, Menia Martínez, Josefina Méndez, Loipa Araujo, Mirta Plá, y Aurora Bosch, a Laura Alonso, hija única de Fernando y Alicia, y al propio Cabrera, tiene el valor del testimonio y homenaje.
Para los amantes del ballet resultará muy satisfactorio ver a Loipa en Las Sílfides y Cheeck to cheeck; a Josefina en Giselle; a Aurora en Cisne negro; a Mirta, en Mirtha, reina de las Willis y a Menia en La bella cubana.
Esther García asumió la producción general, el guion, junto a Otto Braña y la edición, mientras la fotografía y la banda sonora estuvieron a cargo de Leandro Rodríguez.
El documental comienza con el primer acto de Giselle (tomado de la filmación hecha por el cineasta Enrique Pineda Barnet), con Fernando como bailarín en el rol de Hilarión, y a lo largo del metraje, el maestro habla de sus interpretaciones como solista en Pedro y el lobo, de Adolf Bolm; Tres vírgenes y el diablo, de Agnes de Mille, y el Mercuccio, en Romeo y Julieta, de Anthony Tudor.
En la entrevista, Fernando recuerda que fue su madre, Laura Raynieri, quien le inculcó amor por la música, ella fue pianista, y rememora cómo desde que era un niño de cuatro años, disfrazado de bomberos, ya quería marchar, «siempre tuve la sensación de moverme como ejercicio».
La realizadora ofrece una breve historia profesional, desde que en 1935 siguiendo a su hermano menor, Alberto se incorpora a las clases de ballet que impartía en la Sociedad Pro Arte Musical, Nikolái Yavorski y allí además se encuentra con Alicia Martínez del Hoyo, quien luego sería conocida como Alicia Alonso.
Ya en Estados Unidos, para 1938, estudió ballet con profesores como Mijail Mordkin, Mijail Fokine y Alexandra Fedórova, e integra las compañías de Mordkin, el American Ballet Caravan, dirigido por George Balanchine; el Ballet Ruso de MonteCarlo y el American Ballet Theatre.
Para apreciar el valor de las enseñanzas de Fernando Alonso, en el documental se incluyen los testimonios de Laura Alonso quien asegura que su padre «siempre vio la necesidad de crear una academia para alimentar a la compañía» y hay un comentario del propio Fernando quien dice: «para crear la escuela cubana tuve que estudiar mucho… Para fundar una compañía era preciso tener una escuela detrás que la apoyara».
La primera ballerina Menia Martínez, por muchos años en el Ballet de Wallonie, recuerda que al principio el maestro les daba clases especiales cada tarde en 17 y 2, en El Vedado a Mirta, Aurora, Carmen Prieto, Mercedes Barrios y a ella. «De Fernando hay que hablar de la limpieza, cómo escribía cada clase, era un profesor inspirado, un maestro exigente».
Alicia era una bailarina muy correcta —asegura Menia— y ella es el modelo de Fernando, él creó una técnica sobre la base de Alicia. «La escuela la fundan Alicia y Fernando con el interés de crear buenos bailarines cubanos».
Las Cuatro Joyas también hacen memoria de sus momentos con el maestro: Loipa: «solo con Alicia y Fernando podía desarrollar mi vocación, y llegué a un medio maravilloso»; Aurora: «nosotras fuimos sus niñas, me siento privilegiada con lo que Fernando me aportó»; Mirta: «además de la técnica me enseñó una pasión, una vocación sin límites, y cómo transmitirlo a nuevas generaciones» y Josefina: «Fernando me enseñó a tomar clases y ensayos, me enseñó a saber ver los pequeños detalles».
Precisamente con respecto a ese tema que aborda Josefina, dice Fernando: «el ensayo y la clase van más allá de la técnica, al mundo artístico. El bailarín tiene que conocer lo que sucede a su alrededor. No está solo, por ejemplo, un pas de deux es un pas de trois porque está el público».
El maestro trabajó mucho también con generaciones posteriores de bailarines. Una graciosa anécdota aparece en el documental. Fernando toma una clase a la primera bailarina Viengsay Valdés. Hiciste una cosa sensacional, una barbaridad —le dice— y tendré que pararme y aplaudirte.
Viengsay, una de las estrellas del BNC, comentó para estas páginas al finalizar la proyección, que el maestro le ensayó Giselle, Quijote, Celeste y otras muchas, y rememoró que incluso después de algunas funciones iba a su casa y le pedía le dijera sus errores y allí mismo repetían los detalles.
Una preciosa remembranza que acentúa la opinión final que deja Fernando Alonso en el documental: detrás de un gran bailarín siempre hay un gran maestro.
Fernando Danza Infinita, es un merecido tributo a una gloria de Cuba.•
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beatriz dijo:
1
4 de junio de 2020
09:21:14
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