La vida de Teresa de Cepeda y Ahumada, más conocida por su nombre de religión, Santa Teresa de Jesús, ha inspirado a artistas de las más diversas expresiones. Su tribulación incesante, la fuerza de su fe, la calidad extraordinaria de sus escritos, le han ganado seguidores que compartiendo o no sus creencias, descubren en ella a una mujer extraordinaria. Persistente en sus fundaciones, otorgó a la orden de las Carmelitas Descalzas un pilar que sigue en pie cuando se le menciona, por encima de las batallas que tuvo contra la Inquisición y enemigos poderosos, hallando siempre alivio en su diálogo con las Sagradas Escrituras y compartiendo desde la palabra sus experiencias místicas. A ella ha vuelto los ojos el Teatro Buendía, fundado en 1986 por Flora Lauten, y que 30 años más tarde ilumina otra vez la iglesia de Loma y 39 que le sirve de sede para que no lo olvidemos a la hora de repensar el teatro cubano.
Teresa de Ávila, obsesionada con la idea de fundar monasterios, templos, sitios de oración, es el eje de toda la puesta, concebida a través de textos de Raquel Carrió, Eduardo Manet y la propia Flora Lauten. Ella y Manet son los directores de Éxtasis, un espectáculo que borra cualquier idea de una biografía al uso de la santa para encontrar en ella delirios, temores, anhelos y batallas que la descubren como una mujer a la que solo arma su fe.
La metáfora es visible en toda la puesta, que cubre el escenario del Buendía con la armazón de una iglesia a medio construir: una iglesia en la otra, y en ese rejuego teatral que apela a tonos ocres, que reniega del colorido de otros espectáculos de esta compañía esencial, apela a la música (temas de Jomary Hechavarría y Martha Valdés), y a las luces de Javier Rodríguez para imaginar este retrato íntimo de ese personaje tan polémico, en una galería de imágenes que mezcla penumbra y resplandor de velas, sonidos de campanas y el eco de una canción tan hermosa como Aunque no te vi llegar. Y en el centro de todo, está Flora Lauten, la mujer, la actriz, la madre de Buendía, que ha regresado para refundar a su grupo en un acto de tan hermosa tozudez como aquellos que impulsaban a Teresa por la árida tierra española que la vio en sus muchos trasiegos.
Éxtasis, como bien apunta Raquel Carrió, es un sobrio espectáculo que subraya la idea del legado y el acto de fundar. De abrir un terreno para un lenguaje nuevo, y cuidarlo como si de un árbol también nuevo se tratase. Tras varios años de incertidumbre, el Buendía busca en Teresa de Ávila un símbolo para esa refundación que nos hace recordar las muchas veces en que llenamos esta pequeña iglesia para ver espectáculos deslumbrantes. Se trata de alimentar nuevamente la fe, en tiempos donde no abunda demasiado ese gesto. De encontrar en el punto de origen, en el teatro y en su misterio, un camino de invocación que nos explique y nos defina con limpieza. Flora Lauten encarna a una Teresa que luce sus ojos verdes, que tiene su voz y ha vivido lo mismo que ella. Y que habla de las visiones, serafines o demonios, que la acosan pero no han logrado derrotarla.
No dejé de mirarla a lo largo de la función, porque como Teresa misma, llega a hacernos creer que acabará levitando, en una entrega magistral que arropan los jóvenes actores que la secundan (Daniel Lana, Leandro Sen y Elba Pérez), y que gana los más sinceros aplausos. Se sale del teatro con los ojos, con el pecho, llenos de todo lo que nos ofrece Flora Lauten. A ella se debe el éxtasis que vive el espectador, y en ella encuentran razón todos los elementos de este montaje tan digno de elogios.
Un solo detalle señalaría aquí al espectáculo: creo que los dos parlamentos finales sobran. Ya a la altura de ese momento, sabemos quién es Teresa de Jesús, cuán controvertida e imborrable es su figura. Y la imagen que los precede, con una muerte que gira hacia el infinito, dice eso y muchísimo más, haciendo innecesarias más explicaciones. El espectáculo, como lo ha hecho el Buendía en sus mejores tiempos, confía en la visualidad como médula narrativa. Ello puede ahorrarle esas descripciones, y dejarlo vibrar en la pupila, como un acto de renacimiento.
Dentro de la programación del Mayo Teatral de Casa de las Américas, vi Éxtasis. Ojalá vengan otras funciones de este espectáculo que nos señala y refuerza todo lo que ha sido el Buendía entre nosotros. En nosotros, sus espectadores. Y funda también un sendero en el que ya se asoman los espectadores que nos continuarán.












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Andrés Marí dijo:
1
23 de mayo de 2016
05:52:09
Patricia dijo:
2
23 de mayo de 2016
14:59:38
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