ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Al este del paraíso vendría a marcar una época en que el culto al dinero desplazaría los tradicionales valores religiosos de una nación. 

Si el lector se pusiera a rebuscar en sus recuerdos vería seguramente que hay una película a partir de la cual el cine fue para él otra cosa.
Algo así como un escalón por encima de lo hasta entonces conocido.

Me sucedió con Al este del pa­raíso (Elia Kazan, 1955), vista en el Majestic en 1957, a mis doce años de edad.

Recordarán algunos que la matiné del Majestic comenzaba a la una de la tarde y se extendía casi hasta las siete de la noche. Por una peseta, tres largometrajes, dos comedias (casi siempre de Los tres chiflados) y cinco dibujos animados, que por aquellos años se denominaban “cartones”.
Feroces piratas con loros al hombro, oestes de tercera, dramas bélicos de la Segunda Guerra Mun­dial en los que John Wayne era lo mismo capitán de un destructor, que un marine imbatible en Iwo Jima, y alguna que otra película de ciencia ficción, al estilo de Ta­rántula.

Y un día, deslizándose no sé có­mo en la matiné, Al este del pa­raíso, basada en una novela de John Steinbeck y cuyo intenso dra­ma me hizo salir trastornado del cine.

Aquella historia de un joven in­conformista (inmenso James Dean) que se debate entre las enseñanzas de un padre puritano y una madre que para escapar del convencionalismo patriarcal termina administrando un prostíbulo, no se parecía a nada antes visto y venía a revelar la cara de un cine inimaginable y al mismo tiempo provocador.

Años después vería Al este del paraíso varias veces (aún la veo) y ello me permitiría apreciar en su totalidad lo que a un niño de trece años le resultaba difícil: el filme no era solo la historia de una familia disfuncional con dos hermanos enfrentados entre sí, y de por medio el amor de una muchacha, sino también una metáfora relacionada con el espíritu de transformación en una sociedad, la norteamericana, que desplazaba los valores religiosos por el culto al dinero y el enriquecimiento a cualquier precio.

Por supuesto que seguiría viendo filmes de piratas y de vaqueros, y de “romanos”, pero el escalón que en la superación del gusto me hizo subir casualmente Al este del paraíso sería decisivo para comprender que, más allá de mi horizonte cinematográfico de entonces, había una escalera retadora que debía coronar por mis propios pasos.

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Felipe Brito dijo:

1

25 de julio de 2014

13:10:49


Rolando: Su escrito me ha hecho buscar que película hizo el efecto por usted descrito en mi, rebuscando en mi memoria... Jaws (Tiburón sangriento), Steven Spielberg. Aprovecho para decirle que una de las cosas que mas extraño de Cuba es su programa en la que comentaba y estrenaba para los cubanos esas formidables películas, no se si aún existe el programa, ojalá para el bien de todos.

Spectator dijo:

2

25 de julio de 2014

16:31:23


A mi me sucedio lo mismo. A

rolando dijo:

3

26 de julio de 2014

09:12:39


Sigue existiendo el programa Felipe La séptima puerta. Un abrazo rolando

benito dijo:

4

26 de julio de 2014

10:26:34


Quizas usted Rolando betancourt, me estè proponinedo que salve una y ahì le va, Luces sobre la ciudad. La primera escena es inmortal. Aun me rio y ,,,,lloro.