En la madrugada del sábado 31 de mayo dejó de existir el diseñador cubano Jesús Ruiz, uno de los más relevantes nombres de su especialidad en Cuba, y protagonista de una extensa y fructífera trayectoria que abarcó al teatro para niños y adultos, así como el cine y otros medios. Nacido en Cárdenas, Matanzas, en 1943, recibió cursos sobre escenografía y diseño en su juventud, ligándose luego a agrupaciones muy diversas. Diseñó piezas para títeres, como Papobo, clásicos como Aristodemo, musicales como Hello, Dolly!, y textos contemporáneos como Los siete contra Tebas y Pareceblanca trabajando
junto a directores tan renombrados como Vicente Revuelta, Tomás Gutiérrez Alea, Roberto Fernández Acosta y Abelardo Estorino. Miembro de la UNEAC, del Consejo de Expertos del CNAE, dedicó sus últimos años a crear la Galería Raúl Oliva, especializada en la preservación del diseño teatral, adjunta al grupo de Desarrollo de Diseño Escénico. Participó en numerosas exposiciones tanto en Cuba como en el extranjero, entre ellas varias ediciones de la famosa Cuadrienal de Praga. Ganó, entre muchos reconocimientos, diplomas y menciones, el Premio Rubén Vigón que otorga la Sección de Diseño de la Asociación de Artistas Escénicos de la UNEAC. Profesor y guía de varias generaciones, dejó asentada una línea de atención y cuidado hacia el patrimonio de la memoria teatral cubana que no se debe descuidar. Se trata de una sensible pérdida no solo para quienes le conocieron y trataron como diseñador, sino como artistas y persona de nuestras tablas.
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