
Quizá ni los más imaginativos creadores de muchas de las tecnologías que marcaron el progreso de la humanidad en el último medio siglo, concibieron la existencia de un barco que fuera capaz de surcar el oceáno impulsado solo mediante energías renovables.
Tampoco quienes, tras finalizar la segunda guerra mundial, promovieron el auge internacional de la producción de plásticos, debieron pensar que en determinado momento sus desechos (botellas, pomos, jabas) representarían el 80 % de los residuos contaminantes del mar y fueran causantes cada año de la muerte de miles de aves, tortugas y otras especies por ingerirlos.
Según los resultados de varios estudios internacionales llevados a cabo en la zona conocida con el sobrenombre de Gran Basura del Pacífico, la masa de objetos plásticos allí es seis veces superior a la de plancton.
Otras regiones del orbe exhiben asimismo una elevada polución del entorno marino asociada a compuestos antropogénicos tóxicos, con alta presencia del mencionado material que, en muchas ocasiones, se acumula y flota a la deriva, simulando «pequeñas» islas.
Como plantean algunos estudios, de mantenerse tal tendencia en el 2050 los oceános contendrán en peso más plástico que pescado.
Proponer soluciones dirigidas a reducir la cantidad anual de desechos plásticos que llegan a las aguas marinas y demostrar con evidencias incuestionables la posibilidad de navegar con energías limpias no contaminantes, figuran entre los propósitos que animan el viaje alrededor del mundo iniciado el pasado 9 de abril desde Europa por la embarcación suiza Race For Water Odyssey, cuyo arribo al puerto de La Habana tuvo lugar el pasado jueves 20 de julio.
UNA PARADA NECESARIA
Innovador prototipo de lo que puede ser la navegación del futuro, la Race for Water Odissey es propulsada únicamente por la combinación de energía solar, eólica e hidrógeno.
Así dispone por ejemplo de 500 metros cuadrados de paneles solares dispuestos en la cubierta superior y en las dos alas externas del ecológico catamarán, capaces de suministrar la electricidad suficiente para que lo haga moverse a una velocidad media de cinco nudos aproximadamente.
También tiene instaladas baterías de litio que almacenan la energía captada del sol a fin de utilizarla para navegar de noche y si predominan cielos nublados en determinados tramos de la trayectoria.
Durante una visita al barco coordinada por la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre, durante la cual hubo una presentación del proyecto Acualina, Camille Rollin, a cargo del proyecto científico de la embarcación, explicó a Granma que la Race for Water Odyssey cuenta, además, con una cometa de tracción de última generación de 40 metros cuadrados de superficie, que al desplegarse alcanza una altura de 150 metros.

Se trata, precisó, de una solución eficaz dirigida a lograr un óptimo uso del viento para duplicar la velocidad del barco bajo ciertas condiciones atmosféricas y ganar mayor autonomía en el desplazamiento.
Llama la atención igualmente una moderna tecnología destinada a producir hidrógeno a partir del procesamiento del agua del mar. Dicho gas, subrayó, lo almacenamos en tanques como reserva para transformarlo en electricidad cuando sea necesario, a través de dos pilas de combustible de 30 kw cada una. Estas mantienen el nivel de carga de las baterías o alimentan directamente las hélices.
En opinión de la especialista Camille Rollin, la nave es un modelo de transición energética hacia fuentes alternativas no contaminantes del medio ambiente. Los únicos residuos que produce son calor y agua, acotó.
Perteneciente a la Fundación Race for Water, creada en el 2010 por el empresario suizo Marco Simeoni para promover la transformación de los residuos plásticos en recursos energéticos y concientizar a las nuevas generaciones sobre la urgencia de conservar los oceános, la embarcación llegó a Cuba procedente de las Bermudas, en lo que constituye la segunda escala de un prolongado periplo de cinco años, que incluye su estancia en los Juegos Olímpicos de Tokio en el 2020, y en la Expo Mundial de Dubai, al año siguiente.
Refiere Camille Rollin que para ellos era muy importante incluir a la Mayor de las Antillas en este primer recorrido de carácter mundial a bordo del Race for Water Odyssey.

«Debido a su condición de archipiélago con un elevado tráfico marítimo en sus aguas aledañas, Cuba se encuentra muy expuesta al impacto ambiental que ocasionan los desechos dejados por tantos barcos, y pretendemos abrir espacios para colaborar en el enfrentamiento a la contaminación de los mares, sobre todo en lo relacionado con la reutilización o reciclaje de la basura plástica».
«La otra razón radica en que conocemos el alto nivel científico de las instituciones cubanas vinculadas a las investigaciones oceánicas y aprovecharemos nuestra visita para hacer expediciones conjuntas de corto tiempo, además de intercambiar experiencias acerca de la gestión de residuales y el empleo de energías renovables», indicó Rollin.
El buque ecológico permanecerá en el país hasta el 8 de agosto y en la preparación de su visita intervinieron el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma), la embajada de Suiza en Cuba, el Centro de Estudios Ambientales de Cienfuegos, y la Fundación Race for Water.
Con capacidad de acoger entre 12 y 15 personas, incluyendo tripulantes e investigadores, su propulsión silenciosa resulta ideal para la observación de la fauna marina, mientras el desplazamiento a baja velocidad le confiere condiciones sumamente favorables a la hora de tomar muestras y realizar las mediciones de distintos parámetros vinculados a la calidad del agua.
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MANUEL dijo:
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2 de agosto de 2017
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Nelson Pablo Rodríguez Santiago Respondió:
2 de agosto de 2017
12:37:54
manuel Respondió:
4 de agosto de 2017
12:04:12
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4 de agosto de 2017
12:24:18
vir dijo:
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2 de agosto de 2017
15:24:56
Armando dijo:
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2 de agosto de 2017
23:21:24
Lugo dijo:
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3 de agosto de 2017
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vladimir raul dijo:
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10 de diciembre de 2017
09:45:35
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