
Quiso el destino que Maritza Ballester Pérez naciera en el capitalino poblado de Casablanca el 2 de febrero de 1951, muy cerca de la loma donde radicaba el Observatorio Nacional, devenido 14 años después en Instituto de Meteorología.
Luego de terminar el preuniversitario, en septiembre de 1968 matricula la Licenciatura en Matemática en la Universidad de La Habana, sin estar convencida de su preferencia hacia esa difícil carrera.
No pasaron cuatro meses cuando en enero de 1969 supo de una convocatoria para estudiar Meteorología. Como contó en una entrevista publicada en esta misma página hace más de un lustro, sin pensarlo dos veces, se presentó y fue aceptada.
Ya en febrero figuraba en la relación de alumnos inscritos en el segundo curso de nivel superior de esa especialidad, impartido en la otrora Escuela de Meteorología creada por el doctor Mario Rodríguez Ramírez, graduándose en 1972.
INVESTIGADORA DE TALLA INTERNACIONAL
Incorporada en octubre de 1973 al entonces departamento de Meteorología Sinóptica (Pronósticos), Maritza Ballester forma parte de un equipo de investigación donde comienza su relevante labor científica de más de 40 años.
Al principio estudia las características de los llamados «sures» en Cuba, luego integra el grupo de especialistas dedicado a la meteorología satelital, dentro del cual empieza a incursionar en la génesis y trayectoria de los ciclones tropicales.
En 1980 inicia su trabajo en el Laboratorio Conjunto Cubano Soviético para el estudio de la Meteorología Tropical y los Huracanes, institución que desempeñó un papel esencial en el desarrollo del país en este campo, al posibilitar la adquisición de computadoras, estaciones de sondeo aerológico, radares del tipo MRL-5 y otros equipos.
Participa en dos importantes temas de investigación referidos a métodos de pronóstico de trayectoria, y dinámica y energética de los huracanes. Sin apartarse de esa labor, cada vez que surgía la amenaza de algún ciclón tropical se incorporaba de inmediato al área de Pronósticos, para apoyar el trabajo operativo en el seguimiento de su ruta y evolución.
Cuando en septiembre de 1986 llega al país el primer avión meteorológico soviético, con el objetivo de realizar experimentos de lluvia provocada y hacer vuelos de reconocimiento a los huracanes que se movieran en el entorno del archipiélago cubano, Maritza aparece entre los especialistas alistados para participar.
Logra viajar a la periferia de la tormenta tropical Floyd en octubre de 1987, experiencia que calificó de inolvidablemente desagradable por haberse movido bastante la nave aérea. Pese al mal rato hizo las mediciones previstas.
Desde finales de esa propia década de los ochenta trabaja en la consolidación de las bases científicas que permitieron desarrollar posteriormente un método propio para el pronóstico de la actividad ciclónica en la cuenca del Atlántico tropical, junto a sus colegas la doctora Cecilia González y el doctor Ramón Pérez Suárez.
Este se da a conocer con carácter experimental por primera vez en 1995, ubicando al Instituto de Meteorología entre las pocas instituciones a nivel mundial en emitir con antelación tal tipo de predicción sobre el probable comportamiento de la temporada ciclónica. Al año siguiente el pronóstico estacional empieza a difundirse de manera oficial.
De acuerdo con lo expresado a Granma por ambos científicos, las valoraciones de la Doctora en Ciencias Meteorológicas e Investigadora Titular Maritza Ballester fueron claves en los momentos de calcular la hora aproximada y probable punto de entrada de cada huracán que impactó al país en los últimos tres decenios, así como precisar las zonas expuestas a los efectos de las lluvias, vientos e inundaciones costeras.
Vicepresidenta de la Sociedad Meteorológica de Cuba durante varios mandatos, el prestigio profesional de Maritza trascendió las fronteras nacionales al representar a Cuba en numerosos eventos celebrados en el exterior. Fue, además, profesora de decenas de jóvenes meteorológos, y tutora y consultora de un alto número de especialistas que se formaron bajo su guía.
Hacedora de una sobresaliente trayectoria en el conocimiento de la meteorología tropical, y en particular de los huracanes, la doctora Ballester falleció en fecha reciente a la edad de 65 años. Para sus compañeros de trabajo deja una impronta de modestia, disciplina, rigor, consagración y aportes científicos, que la colocan sin lugar a dudas entre las personalidades de la meteorología cubana de todos los tiempos.
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Angel Sarmiento Scull dijo:
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29 de octubre de 2016
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ROBERTO C DA COSTA dijo:
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raynald de la nuez montes de oca dijo:
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