
En medio de uno de los momentos económicos más difíciles vividos por el país tras la caída del campo socialista europeo y la desaparición de la Unión Soviética, el gobierno cubano ratificó en 1992 el Convenio de Viena y el Protocolo de Montreal, instrumentos internacionales multilaterales dirigidos a proteger la capa de ozono, firmados en marzo de 1985 y septiembre de 1987, respectivamente.
Para dar respuesta al objetivo de coordinar, dirigir e implementar las acciones destinadas a la reducción gradual y sostenida del consumo de sustancias agotadoras de la capa de ozono (SAO), en 1995 surge la Oficina Técnica de Ozono, conocida por sus siglas OTOZ y adscrita entonces al recién creado Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.
Resulta conveniente precisar que el ozono es un gas presente de manera natural en la atmósfera y constituye una forma inestable del oxígeno. Cada molécula de ozono contiene tres átomos de oxígeno y su fórmula química es O3.
Se le nombra capa a la zona de la estratósfera (entre los 12 y 50 kilómetros de altura), donde su concentración es mayor.
Esta tiene la función de absorber las radiaciones ultravioletas emitidas por el Sol, que en dosis elevadas y acumulativas pueden ser muy perjudiciales para la salud del hombre, los animales y las plantas. Incluso si llegaran con toda su intensidad a la superficie terrestre harían imposible cualquier forma de vida en el planeta.
HOJA DE RUTA
Bajo la guía de OTOZ, Cuba cumple estrictamente los compromisos contraídos como signataria del Convenio de Viena y el Protocolo de Montreal en los plazos establecidos, acciones respaldadas por una bien documentada legislación ambiental, y la capacitación de miles de mecánicos, técnicos, inspectores y especialistas de la Aduana.
El doctor en Ciencias Nelson Espinosa, director fundador de esa entidad, comentó a Granma que dentro los impactos más notables de estos 20 años figuran la eliminación casi total y en un tiempo muy breve de los clorofluorocarbonos (CFC) en la refrigeración doméstica, algo no logrado hasta ahora por ninguna nación del orbe.
Sobresale, además, la supresión completa del bromuro de metilo en el sector agrícola al dejar de emplearse como plaguicida en la fumigación de semilleros de tabaco y en cultivos protegidos de hortalizas, flores, plantas ornamentales y viveros de café.
Dicha labor, precisó, implicó la introducción en la práctica productiva de métodos biológicos alternativos de control de plagas, y de la tecnología de bandejas flotantes, que protege a las posturas del ataque de hongos y otros microorganismos dañinos.
Asimismo, quedó excluido de aplicarse con ese fin en el saneamiento de silos, almacenes e instalaciones de la industria molinera, que guardan arroz, frijoles y varios productos alimenticios más, y en los vehículos destinados a la transportación de las citadas mercancías.
Junto con afectar a la capa de ozono, el bromuro de metilo provoca efectos nocivos sobre la salud humana y el medioambiente, de ahí la trascendencia de este resultado.
La relación de aportes incluye la reconversión tecnológica de la Planta de Aerosoles de la Empresa Farmaceútica Reinaldo Gutiérrez, única fabricante en Cuba de inhaladores de dosis metrada como el salbutamol y la fluticasona para el tratamiento del asma bronquial y otras enfermedades respiratorias agudas.
Sufragada por el Fondo Multilateral del Protocolo de Montreal, la inversión permitió sustituir los CFC por propelentes no dañinos a la capa de ozono en la elaboración de tan esenciales medicamentos. Comprobada la eficacia e inocuidad, el producto recibió la aprobación del Centro para el Control Estatal de Medicamentos, Equipos y Dispositivos Médicos (Cecmed).
También contempló la creación de un nuevo laboratorio con equipamiento de última generación y la introducción y asimilación de una nueva tecnología, garantizando el cumplimiento de las normas internacionales de buenas prácticas de fabricación y la seguridad del proceso productivo, en armonía con la protección del entorno.
Como asegura el doctor Nelson Espinosa, una parte esencial de los esfuerzos nacionales están enfocados en la actualidad a la erradicación paulatina de los hidroclorofluorocarbonos (HCFC), compuestos muy extendidos en la climatización y refrigeración industrial que deterioran la capa de ozono y acentúan el calentamiento de la atmósfera terrestre.
Durante el 2015 Cuba redujo en un 10 % el consumo de estos gases, mientras el cronograma establecido prevé una disminución del 35,55 % en el 2020; 67,5 para el 2025, y de un 97,55 en el 2030, indicó.
Entre las acciones emprendidas para alcanzar dicho propósito se destaca el inicio de la reconversión de cinco empresas que fabrican espumas rígidas de poliuretano destinadas a la producción de paneles de aislamiento empleados en techos, paredes, sótanos, cámaras frías, salas refrigeradas, edificios con control de temperatura, silos y barcos, a tecnologías libres de SAO no perjudiciales al llamado Escudo de la Vida y con baja incidencia en el aumento de la temperatura media del orbe.
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Jose dijo:
1
17 de septiembre de 2016
16:15:24
Felix dijo:
2
18 de septiembre de 2016
21:19:49
gilberto gutierrez dijo:
3
21 de septiembre de 2016
23:03:53
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