Los cuantiosos daños humanos y materiales provocados en la región oriental por el paso del ciclón Flora en octubre de 1963, y el azote del huracán Cleo al año siguiente, pusieron de manifiesto la urgencia de reorganizar el servicio meteorológico cubano y dotarlo de un elevado nivel científico.
Así en agosto de 1965 el Observatorio Nacional, perteneciente a la Marina de Guerra Revolucionaria, pasó a la Academia de Ciencias de Cuba (ACC). Días después el doctor Antonio Nuñez Jiménez, presidente de la ACC, firmó la resolución mediante la cual surgía el Instituto de Meteorología, fruto de la fusión del personal del antiguo Observatorio con el perteneciente al Departamento de Meteorología que había creado ese organismo 15 meses atrás.
Si bien el texto alusivo al nacimiento de la nueva entidad data del 2 de septiembre, el acto oficial de constitución tuvo lugar en la noche del 12 de octubre del propio año, en el Hemiciclo del Capitolio Nacional.
Para dirigir la flamante institución fue nombrado el doctor Mario Rodríguez Ramírez, quien dejara una huella imperecedera en la historia y desarrollo de esa disciplina científica en el país, en particular durante la segunda mitad del siglo XIX.
Doctorado en Ciencias Físico-Químicas y luego en Ciencias Físico-Matemáticas en la Universidad de La Habana con apenas un año de diferencia entre 1941 y 1942, Rodríguez Ramírez fue designado subdirector del Observatorio Nacional en 1947 luego de regresar de los Estados Unidos, donde se tituló máster en Meteorología e hizo un curso sobre pronósticos de huracanes.
Uno de sus grandes méritos es haber fundado la Escuela de Meteorología en 1965, desde cuyas aulas impartió diferentes asignaturas y contribuyó a formar decenas de especialistas del nivel superior, muchos de los cuales devinieron después en prominentes investigadores.
Estuvo al frente del Instituto de Meteorología durante 12 años (1965-1977) y esbozó la denominada Teoría Vorticial, para explicar el proceso de formación y desarrollo de los huracanes, exponiendo sus postulados en renombrados centros meteorológicos de Estados Unidos, Europa y América Latina.
HITOS Y APORTES
Varios acontecimientos de orden tecnológico marcaron pautas en el trabajo operativo del Instituto de Meteorología (Insmet) en su etapa inicial: la puesta en servicio de 50 estaciones sinópticas y climatológicas, resultado de la colaboración con la Unión Soviética, la adquisición y montaje de los radares meteorológicos ubicados en la Gran Piedra, La Habana y Camagüey, y la entrada en operaciones de la primera estación receptora de imágenes de satélites meteorológicos, en marzo de 1969.
Como precisa a Granma el profesor Luis Enrique Ramos Guadalupe, historiador de la meteorología, es justo mencionar además el impulso que recibieron en 1968 los trabajos investigativos vinculados al tema de influencia activa o lluvia provocada, principalmente en las antiguas provincias de Oriente y Camagüey.
Así se dio continuidad a las experiencias iniciadas entre los años 1962 y 1963, que contaron con el respaldo del comandante Ernesto Che Guevara, y de la legendaria Celia Sánchez Manduley.
Cabe destacar también, cuando se habla del aporte de los líderes de la Revolución a la meteorología, el papel desempeñado por Fidel, no solo en la participación personal frente al azote de fenómenos atmosféricos —como el ciclón Flora, por solo poner un ejemplo—, sino en las tareas de evacuación, rescate y salvamento, orientación al pueblo y su preocupación constante por el desarrollo de las investigaciones y la modernización de la tecnología en este campo.
Si de hitos se trata, hay que remontarse a la década del setenta del pasado siglo cuando fue ampliada y renovada la red de radares con la llegada de equipos japoneses, prosiguió la formación de especialistas de alta calificación, y se hicieron las primeras mediciones de las concentraciones de ozono superficial en Cuba.
Momento de particular significado fue la creación el 15 de abril de 1977 del Laboratorio Conjunto Cubano Soviético para el Estudio de la Meteorología Tropical y los Huracanes, que mucho aportó en la adquisición de diversos instrumentos, y en la realización de expediciones marítimas y aéreas, con la participación de expertos de ambas naciones.
Gracias a esa colaboración científica en septiembre de 1986 llegó a nuestro país el avión laboratorio soviético Ilushin-18 denominado Ciclón, que además de trabajar en los experimentos de lluvia provocada, posibilitó que al año siguiente y en el propio noveno mes del calendario, meteorólogos cubanos y soviéticos penetraran en el centro de la tormenta tropical Emily.
Pero el hecho más trascendental de este tipo de misión se produjo en septiembre de 1988, cuando a bordo de una aeronave AN-12 especialistas de ambos países volaron durante cinco días consecutivos al ojo del fortísimo huracán Gilbert (llegó a tener vientos máximos de hasta 337 kilómetros por hora y una presión mínima central de 888 hectopascal al cruzar por las inmediaciones de Caimán Grande), viajes que permitieron seguir con notable exactitud su trayectoria y evolución.
Imposible no recordar el notable esfuerzo desplegado por el colectivo de trabajadores del Instituto de Meteorología en los años más difíciles del periodo especial. A pesar del deterioro de las instalaciones, los problemas derivados de la falta de fluido eléctrico y la paralización de muchos equipos por la falta de piezas, ninguna estación fue cerrada y jamás dejó de hacerse una observación, ni salió atrasado un pronóstico. Un importante donativo recibido de la República Popular China contribuyó después a revitalizar el servicio en el primer decenio de esta centuria.

Abel Centella, director científico del Insmet, resaltó que durante sus cinco décadas de labor la institución devino en un centro de primer nivel con aportes importantes al conocimiento de los fenómenos naturales, incluida las causas de la sequía en el país, los posibles impactos del cambio climático sobre nuestro archipiélago, la influencia de las variables meteorológicas en la agricultura, la salud y otras esferas, así como en la determinación del estado de la contaminación atmosférica en diferentes zonas de la geografía nacional.
Más allá de su conocida misión de confeccionar el pronóstico diario y extendido sobre el estado del tiempo, y el seguimiento preciso de los huracanes, áreas de lluvias intensas, y frentes fríos, la entidad perteneciente al Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente muestra resultados de suma utilidad práctica en disímiles sectores de la vida nacional.
Figuran entre ellos el sistema de alerta temprana para saber con cinco días de antelación cuándo se incrementarán las concentraciones de ozono troposférico (compuesto muy dañino al tabaco y otros cultivos), y el concebido con igual propósito para el caso de los incendios forestales.
También la determinación del potencial eólico de Cuba, elemento clave en el impulso de esa variante de energía renovable, los estudios de física de la atmósfera, el seguimiento de los niveles de radiación ultravioleta, y la creciente aplicación de modelos numéricos dirigidos a pronosticar la sobreelevación del nivel del mar ante la presencia de fenómenos hidrometeorológicos extremos, y el desplazamiento de hidrocarburos vertidos en el Golfo de México.
Hoy, precisa Abel, el servicio meteorológico nacional cuenta con 68 estaciones, y una red compuesta por ocho radares, que cubren todo el archipiélago y mares adyacentes.
Dichos equipos lograron automatizarse plenamente gracias a la creatividad de los ingenieros y técnicos del Centro Meteorológico Provincial de Camagüey, uno de los 13 existentes en el país, relación que incluye el del municipio especial Isla de la Juventud.
Resaltó, además, que pronto comenzarán a trabajar dos estaciones automáticas para el monitoreo de la calidad del aire en La Habana, mientras se implementa un programa nacional de ciencia, tecnología e innovación denominado Meteorología y Desarrollo Sostenible del País, cuyo propósito general es perfeccionar y desarrollar servicios meteorológicos que beneficien el desarrollo económico y social, y la protección de la vida humana y los bienes materiales a escala nacional, regional y local.
Lo anterior prevé diversificar las aplicaciones de esta ciencia en función de la producción de alimentos, la planificación física, el manejo de los recursos naturales, el uso de fuentes renovables de energía, y la seguridad en la navegación aérea sobre Cuba, por mencionar algunas de las prioridades.
Fiel al legado de figuras relevantes como Andrés Poey y Aguirre, Benito Viñes, Mariano Gutiérrez Lanza, José Carlos Millás, Luis García Carbonell, Luis Larragoiti y Mario Rodríguez Ramírez, la institución arriba a su medio siglo en un momento de transición generacional, donde a la nueva hornada de jóvenes meteorólogos les corresponde mantener en alto una tradición de entrega y compromiso con la sociedad, que supieron continuar en tiempos más cercanos Roberto Ortiz Héctor, Rolando Martínez Cantero, Arnaldo Alfonso, Alfredo Moreno, Rosendo Álvarez y muchos otros.
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Armando H. Portela dijo:
1
12 de octubre de 2015
11:57:20
Simplicio dijo:
2
12 de octubre de 2015
17:59:13
Juan dijo:
3
13 de octubre de 2015
12:11:04
Angie dijo:
4
14 de octubre de 2015
06:12:29
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