ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
 Foto: Archivo

Ante los miembros de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, el 14 de agosto de 1881 el doctor Carlos Juan Finlay sube a la tribuna para presentar su célebre trabajo titulado El mosquito hipotéticamente considerado como agente de transmisión de la fiebre amarilla.
Dicen que leyó el texto con naturalidad, sin hacer ningún énfasis especial, esbozando cada una de las condiciones que consideraba necesarias para la propagación del mal.

Sin tomar en cuenta las miradas de incredulidad que primaban en el auditorio y al igual que hiciera seis meses antes en la Conferencia Sanitaria Internacional efectuada en Washing­ton, expone su revolucionaria teoría del contagio de la fiebre amarilla mediante un vector biológico. Pero en esta ocasión va mucho más allá e identifica a la hembra del mosquito denominado hoy Aedes aegypti como el sujeto capaz de pasar el germen del mal de un individuo enfermo a uno sano.

El noble galeno nacido en la ciudad de Puerto Príncipe, actual Camagüey, el 3 de diciembre de 1833, completaba de esa forma su genial descubrimiento, que mostraba por primera vez ante el mundo una nueva forma de contraer las enfermedades epidémicas a través de un agente intermedio. Dicho hallazgo representaba una ruptura con las concepciones prevalecientes hasta entonces en esa esfera de la medicina, según las cuales las dolencias solo podían diseminarse por contacto directo entre las personas o debido a la influencia de un factor ambiental.

Termina de hablar y permanece en el podio a la espera de alguna opinión. Quiere que alguien trate de impugnarlo para argumentar en favor de su tesis. Sin embargo reina el silencio y la incredulidad en los rostros de los académicos.

Según su ya fallecido biógrafo el doctor José López Sánchez, reconocido estudioso de la historia de las ciencias en general, y de la medicina en particular, Finlay llega a su hogar decepcionado y le comenta a su esposa Adela Shine: Hubiera deseado que refutaran cada concepción, punto por punto, para debatir, hablar y convencerlos, o que me convencieran a mí.

LEGADO PERMANENTE

Casi pasaron 20 años para que su notable postulado de prevenir la fiebre amarilla con la destrucción del agente trasmisor fuera sometido finalmente a prueba por el gobierno interventor norteamericano.

Basadas en sus recomendaciones, en 1901 La Habana es objeto de una masiva batida contra el mosquito. Para Carlos Juan, la clave del éxito radica en destruir las larvas en sus propios criaderos, atacarlas donde quiera que haya acumulaciones de agua estancada.

La certeza de sus ideas queda plenamente demostrada y la temible enfermedad muestra una marcada disminución. Por primera vez en un informe sanitario se declara que esta ha sido vencida gracias a la campaña de saneamiento propugnada por Finlay.

Con la toma de posesión del presidente To­más Estrada Palma el 20 de mayo de 1902, el sabio cubano es nombrado jefe Superior de Sa­nidad. Al frente de ese mandato confecciona el primer código sanitario del archipiélago.

Entre sus primeras medidas dispone de manera obligatoria la vacunación contra la viruela en todo el país, se pronuncia por crear mecanismos que garanticen el saneamiento sistemático, y prohíbe los baños en determinadas áreas del litoral norte habanero, al considerar que estaban contaminadas las aguas.

Igualmente dispone no echar basura en la vía pública y dedica notables esfuerzos a los controles epizoóticos para prevenir enfermedades transmitidas por animales domésticos.

Más allá de su trascendental aporte a la ciencia mundial al descubrir el modo de contagio de la fiebre amarilla e identificar el agente biológico que la propaga, Carlos Juan Finlay también prac­ticó la oftalmología, incluso publicó un artículo científico donde expuso algunas consideraciones generales sobre la extracción de cataratas, describiendo un nuevo método operatorio.

Su espíritu innovador lo lleva a diseñar un dispositivo para atenuar la brillantez de la luz natural en los operados de esa dolencia, así como un efectivo vendaje ocular.

En 1864 escribe un artículo en la Revista Anales, la más importante publicación de corte científico editada en la Isla, titulado “Bocio exoftalmológico-observación”, donde según plantean algunos historiadores describe el primer caso de hipotiroidismo en Cuba.

Durante su fecunda carrera profesional, prestó particular atención, además, a prevenir la aparición del tétano en el recién nacido, orientando la desinfección obligada de las manos y los instrumentos a emplear por las personas encargadas de cortar y retirar el cordón umbilical.

Como creía Finlay, no aplicar esa sencilla medida profiláctica era la causa de la alta mortalidad que ocasionaba la mencionada enfermedad en aquella época.

Asimismo, estudia el muermo (enfermedad del ganado equino que podía afectar al hombre), y reporta el primer caso de filaria en sangre observado en América.
Hizo importantes investigaciones sobre el cólera en La Habana, a partir de la severa epidemia desatada en la ciudad en 1868. Sobre el tema, logra comprobar que la mayor incidencia de enfermos ocurre en las áreas más cercanas a la Zanja Real. Con notable sagacidad manifiesta que su diseminación obedecía al consumo de aquellas aguas probablemente contaminadas por los propios pacientes, sugiriendo en­tonces que no se beba, ni utilice para cocinar.

Sus recomendaciones higiénicas destinadas a la eliminación del mosquito permitieron erradicar la fiebre amarilla (una de las dolencias más mortíferas que padeció la humanidad durante siglos) en Panamá, Río de Janeiro, Veracruz, Nueva Orleans y otros lugares del hemisferio occidental, donde los reiterados brotes cobraron un incalculable número de víctimas fatales.

Propuesto varias veces al Premio Nobel de Medicina de Fisiología y Medicina entre 1905 y 1915, Finlay recibió en 1907 la Medalla Mary Kingsley, conferida por el Instituto de Medicina Tropical de Liverpool, la más importante institución del mundo en Infectología, y un año más tarde la orden de la Legión de Honor, otorgada por el gobierno de Francia.

Hombre modesto, altruista y trabajador infatigable, el más universal de los científicos cubanos falleció a las 5 y 45 de la tarde del 20 de agosto de 1915, en la casona de la calle G, entre 17 y 19 (inmueble donde hoy se dan clases de ese idioma a los matriculados en la Alianza Francesa), según el certificado de defunción expedido por su médico de cabecera, el doctor Alberto Díaz Albertini.

Justo en el centenario de su muerte, el legado de Carlos J. Finlay tiene plena vigencia y nadie pone en duda la eficacia de las campañas antivectoriales propugnadas por él para la eliminación de numerosas enfermedades.

Si bien hubo intentos de silenciar su monumental obra o arrebatarle incluso la paternidad de la teoría del mosquito como transmisor de la fiebre amarilla, el XII Congreso de Historia de la Medicina celebrado en Roma, en 1954, ratificó que solo a Finlay le corresponde el mérito de lograr tan significativo descubrimiento.

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Misael dijo:

1

14 de agosto de 2015

23:18:53


Excelente articulo,muy bien documentado y resaltando una verdad historica que ojala tenga mayor eco en otras regiones del mundo como por ejemplo en los propios EE UU.Ciertamente Carlos Juan Finlay,benefactor dela humanidad por sus aportes cientificos puede conciderarse paradigma de altruismo y bondad, enel nos inspiramos todos los que amamos la medicina, gracias a su ejemplo surgieron otros notables cientificos cubanos como el profesor Orfilio Pelaez padre del periodista autor de este articulo que tambien dedico su vida a encontrar vias para salvar vidas y mejorar la calidad de vida del projimo.!!!GLoria y honor a Finlay y a todos los cientificos cubanos que como el lucharon por la salud y el bienestar de la humanidad toda!!!!

Francisco Rivero dijo:

2

15 de agosto de 2015

07:49:46


Pensar en el doctor Carlos Juan Finlay a dias de hoy es tener en consideracion la importancia del conocimiento cientifico, como la importancia de acciones concretas de orientacion, como de educacion en la prevencion sanitaria publica. En fechas como la que indica este articulo se recordara la obra y vida de este hijo de Cuba que tanto bien ofrecio a la humanida. E incluso lejos de su archielago natal hay calles de otros territorios que se distinque con su nombre y es el caso de una calle que bien conozco donde se puede leer en frances: "RUE DR FINLAY 1833 - 1915. Mèdecin et Chercheur Cubain", ubicada en el barrio15 en la ciudad de Paris. Un saludo fraterno.

carlos Patricio Breglia dijo:

3

16 de agosto de 2015

10:12:36


El Dr. Finlay es un icono de la lucha por el conocmiento cientifico y su aplicacion en la prevencion y control de las enfemedades. Quienes seguimos su legado nos conmovemos recordando sus logros . Estuve hace unos anios En el Instituto Kouri en ocasion de una jorNada internacional sobre Dengue y fiebre amarilla y me quede un rato largo en su ambito de estudio que lo recuerda. Admiracion infinita que nos obliga a continuar su legado para lograr un mundo mejor. Gracias Finley!! Gracias. Todo el pueblo Cubano!!

carlos Patricio Breglia dijo:

4

16 de agosto de 2015

10:16:01


Soy argentino, medico vterinario y servidor publico responsable entre otras del comntrol del mosquito vector aedes aegyptis en la zona oeste del gran buenos aires. Gracias x la oportunidad de poder opinar sobre esya genial Personalidad el Dr juan Carlos Finlay

MIGUEL ANGEL dijo:

5

16 de agosto de 2015

10:29:34


EXCELENTE ARTICULO DEL COMP. ORFILIO PELAEZ. EL SABIO CUBANO CARLOS J. FINLAY REPRESENTA UN GENUINO Y SANO ORGULLO PARA TODOS LOS CUBANOS, DEJO UN LEGADO IMBORRABLE PARA LAS CIENCIAS MEDICAS DE CUBA, DE AMERICA Y DE TODA LA HUMANIDAD. FUE ADEMAS UN HOMBRE HUMILDE, ACTUO EN BENEFICIO DE SU PUEBLO COMO JEFE SUPERIOR DE SALUBRIDAD, LO Q EN REALIDAD REPRESENTO UNO DE LOS PRIMEROS ORGANISMO ENCARGADO DE LA SALUD PUBLICA A NIVEL MUNDIAL. TOMO MEDIDAS MUY REVOLUCIONRIAS Y PRACTICAS, POR LO Q ADEMAS DE CIENTIFICO, RESULTO UN PARDIGMA EN LA ORGANIZACION DE LA SALUD EN NUESTRO PAIS. INJUSTAMENTE LE FUE NEGADO EN VARIAS OPORTUNIDADES EL PREMIO NOBEL DE MEDICINA Y FISIOLOGIA, POR LA EMPECINADA OPOSICION DE LAS ORGANIZACIONES CIENTIFICAS DE LOS EEUU, PRETENDIERON ADEMAS ROBARLE LA AUTORIA DE SU DESCUBRIMIENTO. CREO Q SERIA UNA JUSTA REIVINDICACION OTORGARLE POS MORTEM EL PREMIO NOBEL Q SIEMPRE MERECIO, PORQUE FUE UN BENEFACTOR DE LA HUMANIDAD, LIBRANDO DE LA MUERTE A MILLONES DE PERSONAS, HASTA NUESTROS DIAS. SIN DUDA, CONSTITUYE UNA INSPIRACION A TODOS AQUELLOS CUYA PROFESION ESTA VINCULADA A LAS CIENCIAS MEDICAS. GLORIA ETERNA AL SABIO, DR CARLOS J. FINLAY.

JUAN dijo:

6

16 de agosto de 2015

14:37:21


Es probable que el trascendental desarrollo de la medicina humana en Cuba tenga su explicación, esencia y sustento en el no menos enjundioso como brillante legado de este célebre investigador, prácticamente, el padre de la medicina cubana. Ahora ya entendemos como es que el pensamiento visionario de Fidel -justamente basado en el prestigio de este sabio- lo llevó a dinamizar los programas científicos con los impresionantes resultados que no cesan en merecer sendas felicitaciones de parte de las Organizaciones Mundiales de la Salud.

Carlos brasil dijo:

7

16 de agosto de 2015

19:49:53


Siempre que leo artículos sobre Finlay no puedo dejar de opinar. La grandeza del científico cubano va más allá de las fronteras. Paradojicamente al igual que las enfermedades sus conocimientos son de alcance universal. Nadie puede dudar de su grandeza. Hoy está considerado entre los 6 más grandes microbiólogos que la humanidad atesora. I comprensión y una época del desarrollo humano a la cual se adelantó no mitigaron sus ansias de conocimientos e investigación. Ejemplo para los hombres y mujeres de ciencia.