ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
El doctor en Ciencias José Luis Juanes ha dedicado sus 40 años de trabajo en el Instituto de Oceanología al estudio de los procesos erosivos en las playas cubanas, y a la implementación de proyectos para protegerlas. Foto: Raúl López

Surgido en una década que vio nacer a buena parte de los centros investigativos creados por el recién instaurado gobierno revolucionario, el Instituto de Oceanología devino desde su fundación el 28 de enero de 1965 en pieza esencial para el de­sarrollo de las ciencias del mar en el país.

Bajo la guía del doctor Darío Guitart Manday, reconocido ictiólogo cubano ya fallecido y su primer director, en ese propio año la entidad emprendió la caracterización geológica y geomorfológica de la plataforma cubana, trabajos llevados a cabo de manera conjunta con destacados especialistas de la extinta Unión Soviética.

La relación de estudios iniciales abarcó también la biosistemática, ecología, fisiología y ciclos de vida de organismos marinos, cuyos aportes dieron lugar a la publicación de diferentes catálogos sobre moluscos, esponjas, crustáceos, peces, corales, algas, y medusas, por citar algunos ejemplos.

Al mismo tiempo pudo conformarse la mayor colección de ese tipo disponible en el país, de particular valor para el conocimiento de la biodiversidad marina de la mayor de las An­tillas.

Resalta igualmente el comienzo en 1968 de la instalación de mareógrafos en algunas bahías y zonas costeras, actividad que alcanzó su máxima intensidad a inicios de la década del setenta del pasado siglo, en estrecha colaboración con el en­tonces Instituto Cubano de Hidrografía, y el Instituto Hidro­gráfico de la URSS.

Esta línea de trabajo condujo finalmente el exitoso establecimiento de la Red Mareográfica Nacional y del sistema de pronósticos del nivel del mar. Ello aportó la información necesaria para la confección de las Cartas Náuticas de la plataforma cubana, y las Tablas de Mareas, herramientas indispensables en la navegación costera y el manejo de los puertos.

CONTRA VIENTO Y MAREA

Como señala a Granma la licenciada Martha Rivero Fernández, jefa del departamento de Información del centro subordinado a la Agencia de Medio Ambiente, del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma), buena parte de la labor investigativa actual tiene la finalidad de sentar las bases científicas para garantizar el desarrollo sostenible de los ecosistemas costeros, y la protección de sus recursos naturales, en función del turismo, la pesca y otras actividades de la vida nacional.

Particular destaque, subrayó, merecen los esfuerzos orientados a caracterizar los procesos físicos, químicos y biológicos de la plataforma y aguas oceánicas aledañas, y su relación con los cambios climáticos globales, y aquellos dirigidos a realizar evaluaciones de impacto ambiental para la implementación adecuada de las inversiones en la zona marino-costera.

“Dentro de la agenda investigativa y la prestación de servicios especializados resaltan, asimismo, el aporte de información para implementar programas de manejo integrado costero, las acciones encaminadas a la protección y uso sostenible de la diversidad marina biológica, en armonía con el desarrollo socioeconómico, las evaluaciones ecológicas de contingencia ambiental ante desastres naturales y antrópicos, y la consultoría para el perfeccionamiento institucional y legal ambiental”.

Una reseña del quehacer del Instituto en sus cinco décadas de vida no puede omitir la dura etapa de decadencia sufrida por el centro a partir de la primera mitad de los años noventa, debido al efecto combinado de la fase más aguda del periodo especial y el recrudecimiento del bloque económico.

Lo anterior trajo consigo la casi total carencia de recursos para las investigaciones de campo y la adquisición de equipamiento, el marcado deterioro de varias instalaciones (problema aún vigente), la progresiva obsolescencia de otras, y el éxodo de personal calificado.

Sin embargo, la tenacidad y consagración del colectivo de trabajadores logró mantener contra viento y marea el rigor y la calidad de las investigaciones, así como la obtención de resultados de notable impacto científico, económico y am­biental.

Entre los más recientes vale mencionar los alcanzados como parte del Programa de Enfrentamiento al Cambio Climático en la determinación de escenarios de peligros y vulnerabilidad de la zona costera cubana, asociados al ascenso del nivel del mar para los años 2050 y 2100, la ejecución de nue­vas acciones destinadas a la recuperación de las playas cubanas, la elaboración de mapas operacionales y estratégicos para combatir derrames de hidrocarburos, el diagnóstico y perspectivas de la deriva y dispersión de sustancias contaminantes mediante modelos matemáticos, y los pronósticos de las va­riaciones del nivel del mar generadas por eventos meteorológicos extremos, incluidos tsunamis.

SENTIDO DE PERTENENCIA

Vinculado inicialmente al Instituto de Oceanología como alumno insertado de la Escuela de Geografía de la entonces Facultad de Ciencias de la Universidad de La Habana, el hoy doctor en Ciencias José Luis Juanes, terminó su carrera en 1975 y se quedó trabajando allí en el departamento de Geo­logía Marina, dirigido por la doctora Otmara Avello.

“Su ejemplo y exigencia influyó mucho en mi formación profesional, al igual que lo hicieron después los doctores Vladimir Medvedied, Alexei Ionin y Yuri Pavlidis, del Instituto de Oceanología de la Academia de Ciencias de la URSS”.

“Tuve el privilegio de aprender mucho al lado de verdaderas personalidades de las ciencias marinas cubanas, entre ellas el doctor Darío Guitart, la doctora María Yuis, y los doctores Leopoldo Blázquez y Rodolfo Claro, quienes fueron siempre un estímulo para mí. Igualmente me hice buzo y compartí muchas inmersiones con experimentados maestros de esa riesgosa profesión. Son los casos de Juan Álvarez, Orestes Aguiar, Alberto Díaz (Korda, el célebre fotógrafo), Jorge Oliva y Hermes Salazar”.

Jefe del Departamento de Procesos Costeros de la entidad, José Luis se vinculó en 1978 a las primeras investigaciones sistemáticas vinculadas al tema de la erosión de las playas en nuestro país. Ello, subrayó, marcó para siempre mi destino profesional y a esa temática entregué cada minuto de trabajo hasta hoy.

Recuerda con particular satisfacción la campaña de suministro artificial de arena ejecutada en Varadero bajo su dirección, en 1998. “Apoyados por una empresa holandesa se depositaron un millón 87 000 metros cúbicos de arena a lo largo de unos 11 kilómetros de costa en solo nueve semanas. En su momento fue el mayor proyecto de su tipo llevado a cabo en la región del Caribe”.

Según precisó a Granma, en el mundialmente famoso polo turístico la cifra total de arena vertida asciende a tres millones 395 585 m3 y aunque el proceso erosivo es permanente (igual sucede en muchas playas de la costa oeste y sur de Estados Unidos, México, Jamaica, España, República Dominicana, y la zona del mar Negro, por citar algunos ejemplos), logramos mantener a Varadero en buenas condiciones generales para el disfrute de los turistas cubanos y foráneos.

De menor magnitud también han sido implementados en las últimas dos décadas más de 30 proyectos de recuperación de playas en otros lugares de Cuba y de naciones caribeñas, con resultados favorables.

En el plano investigativo, apuntó el doctor Juanes, emprendimos nuevas investigaciones enfiladas a pronosticar la respuesta de las playas cubanas a los efectos de la elevación del nivel del mar como consecuencia del cambio climático.
Trabajar durante 40 años en el Instituto de Oceanología hizo comprender a este reconocido especialista las enormes potencialidades de las ciencias del mar para el desarrollo de la nación.

“Más allá de cualquier tipo de contratiempo, me considero un afortunado por dedicar mi carrera profesional al noble empeño de proteger las playas cubanas, esa es la más preciada recompensa que pueda recibir”, aseveró.

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