
Dedicada a indagar en el comportamiento del clima pasado a partir de la información obtenida de indicadores geológicos naturales y los ciclos orbitales, la paleoclimatología cobra particular interés en nuestros días al mostrar cuál ha sido la evolución de las temperaturas, las precipitaciones y otras variables climáticas en los diferentes periodos históricos de la Tierra.
Para ello la comunidad científica internacional dispone de diversas fuentes “documentales” donde resaltan por ejemplo los anillos de los árboles (mediante ellos es posible identificar los cambios ocurridos en la mencionada variable y en el régimen de precipitaciones), y los corales, cuyo estudio permiten evaluar las modificaciones registradas en la temperatura superficial del mar, y la conducta de eventos como El Niño/ Oscilación del Sur, del cual pudo comprobarse que ya estaba presente en el planeta hace más de diez siglos.
De manera particular las espeleotemas, y sobre todo las estalagmitas, representan una herramienta de excepcional valor, pues en sus bandas de crecimiento anual quedan registradas variaciones en la composición o actividad de los isótopos de oxígeno, que solo se producen si ocurrieron modificaciones notables en el clima. Por eso constituyen elementos paleoclimáticos de extraordinaria utilidad.
Basadas en el análisis de estos verdaderos “archivos” naturales, en los últimos tiempos diversas investigaciones internacionales permitieron corroborar que el clima del planeta nunca ha sido estable, ha variado en todas las épocas, y continuará haciéndolo en el futuro, más allá de cuanto pueda ser influido por la actividad del hombre. Lo mismo sucede con la ocurrencia de grandes huracanes, episodios de intensas precipitaciones, y otros fenómenos extremos.
Así por ejemplo un equipo de científicos de la Universidad de la Florida-Gainnesville demostró que los cambios climáticos tuvieron un importante papel en el colapso de la civilización maya clásica. Mediante el estudio geoquímico, palinológico, paleolinnológico e isotópico de sedimentos del lago Chuchancanab, situado en el centro norte de la península de Yucatán, comprobaron la existencia de un severo periodo de sequía que tuvo lugar entre 1 300 y mil años antes del presente (AP), etapa que se corresponde con la declinación de tan notable civilización, ocurrida alrededor de 1 170 años.
Los propios especialistas plantean que si bien hubo incidencia de varios factores, entre ellos enfermedades y guerras internas, la prolongada ausencia de lluvias tuvo un protagonismo inestimable en el decaimiento de la célebre cultura precolombina.
Igualmente paleoregistros geológicos extraídos de distintas zonas geográficas del orbe no dejan lugar a dudas sobre la ocurrencia durante el Cuaternario (aproximadamente los últimos dos millones de años) de épocas donde se intercalaron significativos avances y retrocesos de grandes mantos de hielo continental, denominados respectivamente glaciaciones e interglaciaciones, desde las altas latitudes hacia las medias, y la franja tropical y subtropical.
Varias teorías que pretenden explicar los orígenes de los cambios climáticos sufridos por el planeta en el pasado los asocian a variaciones de la órbita terrestre, fluctuaciones en la radiación solar, y más reciente con el impacto de meteoritos, el vulcanismo y alternaciones en la composición de la atmósfera.
En la medida en que se tengan más datos sobre el tema, los científicos tendrán mejores oportunidades de calcular con mayor objetividad el impacto real de las acciones del hombre sobre las condiciones medioambientales del presente, y modelar los escenarios climáticos futuros.
POLÍGONO NATURAL
Debido a su posición geográfica entre el territorio de Norteamérica y el Trópico, sometida a la interconexión atmósfera-tierra-océano, Cuba es considerada un polígono natural excepcional para los estudios paleoclimáticos, en particular los referidos a la influencia de los periodos glaciales e interglaciares sobre la franja tropical y subtropical.
Tal condición es favorecida también por atesorar una compleja y diversa abundancia de formaciones geológicas y geomorfológicas, ideales para este tipo de labor científica, además de disponer de una extensa y relativamente poco profunda plataforma submarina cubierta con sedimentos y diferentes generaciones de arrecifes coralinos activos y fósiles.
Bajo la dirección del profesor Jesús M. Pajón Morejón, investigador curador del departamento de Paleogeografía y Paleobiología, del Museo Nacional de Historia Natural de Cuba (MNHNC), nuestro país viene desarrollando desde hace más de tres lustros diferentes estudios dirigidos a conocer los cambios climáticos naturales pasados en la Mayor de las Antillas.
Según precisa a Granma el reconocido especialista, los más recientes han sido ejecutados con la colaboración de expertos de alto nivel de la Academia de Ciencias de Heidelberg, Alemania, basados en la realización de dataciones absolutas y estudios con isótopos estables de oxígeno en estalagmitas del sistema cavernario Majagua-Canteras, Sierra de San Carlos, en la mitad oeste de la provincia de Pinar del Río.
“Los resultados ponen de manifiesto para el área de estudio la existencia de una tendencia general al calentamiento en los últimos 20 000 años, dentro de la que se alternaron periodos de frío. Un aporte novedoso es el haber determinado la ocurrencia de un significativo episodio de enfriamiento de la superficie acaecido allí hace unos 8 200 años, cuyo tiempo de duración es analizado en la actualidad, así como del evento frío denominado Younger Dryas, que tuvo lugar 11 500 años antes del presente, y reportado con anterioridad en otros lugares del planeta”.
Resaltó el profesor Pajón que también pudo verificarse el registro de un calentamiento abrupto con un aumento de la temperatura promedio de cinco a seis grados Celsius en apenas dos milenios (tuvo lugar entre 11 000 y 9 000 años antes del presente), el predominio hace 20 000 años de temperaturas de ocho a diez grados por encima de las actuales en esa región montañosa del occidente cubano, y una notable variabilidad de las precipitaciones y las temperaturas en general en nuestro archipiélago y el Caribe durante los más cercanos 12 000 años.
Además de tener un interés regional y global, estos hallazgos constituyen datos de referencia para las investigaciones sobre el impacto del cambio climático actual y las medidas de adaptación en Cuba, que desarrollan diferentes entidades científicas nacionales, encabezadas por especialistas del Instituto de Meteorología.
También refuerzan la idea de que el cambio climático en marcha obedece a una combinación de su histórica variabilidad natural con el progresivo incremento en la atmósfera de los gases de efecto invernadero generados por la actividad humana, en particular desde comienzos de la revolución industrial en la primera mitad del siglo XIX.
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Jose Reinaldo dijo:
1
28 de diciembre de 2014
10:15:04
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