Extendido sobre la costa norte a lo largo de unos 465 kilómetros, que incluyen territorios de las provincias de Matanzas, Villa Clara, Sancti Spíritus, Ciego de Ávila y Camagüey, el Ecosistema Sabana-Camagüey (ESC), constituye el mayor sistema de cayos del Gran Caribe y Cuba.
Conformado por el archipiélago de igual nombre y su plataforma marina, la zona económica exclusiva del océano adyacente (comprende las aguas colindantes a la costa), y las cuencas hidrográficas asociadas, atesora una rica flora y fauna de notable valor biológico y elevado nivel de endemismo.
También se distingue por la presencia de arrecifes coralinos, bosques de manglares de variados tipos y grandes extensiones de pastos marinos, además de atractivas playas de arenas blancas y fondos transparentes, que convierten al ecosistema en una región ideal para el fomento del turismo.
Precisamente a comienzos de la década de los 90 del pasado siglo y dentro de la estrategia del país por impulsar el desarrollo acelerado de tal actividad, empezaron a construirse obras en cuyo diseño no fue tomada en cuenta la fragilidad de los cayos y la conservación de la biodiversidad.
MARCADO VIRAJE
Teniendo como propósito fundamental lograr la protección y el uso sostenible de la biodiversidad en todo el ecosistema, en plena armonía con el auge de la actividad turística, en 1993 comenzó a instrumentarse el Proyecto Sabana-Camagüey.

Coordinado a nivel nacional por el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, a través de la Agencia de Medio Ambiente (AMA), su implementación corre a cargo del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), y ha contado en sus diferentes etapas con el apoyo financiero del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF), y de otras instituciones y agencias internacionales.
La doctora Mercedes Arellano Acosta, directora del proyecto, manifestó a Granma que en los últimos diez años los trabajos estuvieron concentrados en la identificación de las amenazas a los valores de la biodiversidad existentes y sus posibles causas, así como en el diseño de investigaciones referidas a determinar el estado de salud de los arrecifes coralinos, manglares, pastos marinos y especies amenazadas.
Bajo la guía de especialistas del Instituto de Oceanología, y del de Ecología y Sistemática, se llevó a cabo un monitoreo de cada uno de esos ecosistemas de interés, con la periodicidad necesaria. Ello demandó la creación de una red de laboratorios ubicados en municipios costeros.
La información recopilada facilitó elaborar el Plan Estratégico Ambiental, que combina la puesta en vigor de un grupo de acciones, como la implementación del Sistema de Áreas Protegidas (marinas y terrestres) para el ecosistema Sabana-Camagüey, el cual forma parte del Sistema Nacional de Áreas Protegidas y de las denominadas Zonas de Régimen Especial de Uso y Protección.
Entre las recomendaciones resultantes del mencionado plan figuran la creación de pasos peatonales elevados sobre las dunas de las playas, y la necesidad de que al diseñar nuevos planes de desarrollo de los cayos estos tuvieran una visión integral del ecosistema y su riqueza de flora y fauna, en lugar de considerar cada caso en particular.
Con respecto a la construcción de nuevos pedraplenes, las instituciones científicas asociadas al proyecto Sabana-Camagüey orientaron poner en práctica un grupo de medidas para disminuir en gran medida las afectaciones a la biodiversidad.
Según precisó la doctora Arellano, estas contemplaron la inclusión de puentes o pasos de agua por debajo del trazado de la carretera a determinadas distancias, a fin de garantizar el intercambio de agua de las bahías con el océano.
La aplicación de esta recomendación se evidenció durante la ejecución del segundo pedraplén Caibarién-Cayo Santamaría, obra que por su respeto al medio ambiente mereció un premio internacional.
Otras acciones conservacionistas planteadas son la eliminación del desbroce sobredimensionado de vegetación durante la construcción de viales en los cayos del archipiélago Sabana-Camagüey, y la eliminación del uso de prácticas de pesca agresivas a los diferentes ecosistemas, entre ellos arrecifes coralinos.
Parte esencial de la labor desplegada en estos veinte años ha sido la capacitación de los decisores en los diferentes niveles, maestros, trabajadores, estudiantes y amas de casa asentadas en los territorios involucrados, y el fomento de prácticas productivas sostenibles en sectores claves, como la pesca, el turismo, la agricultura, ganadería, y el forestal.
Concebido en el contexto de los esfuerzos desplegados por Cuba para dar cumplimiento a los Objetivos de Desarrollo del Milenio, previstos a alcanzar en el 2015, el Proyecto Sabana-Camagüey representa un loable empeño por proteger la biodiversidad e incorporar el concepto de sostenibilidad en los programas nacionales de desarrollo.
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justo Barrios dijo:
1
24 de junio de 2014
16:06:01
Roberto Mulet dijo:
2
1 de julio de 2014
05:20:43
TELL dijo:
3
9 de julio de 2014
16:08:33
cubaneo dijo:
4
20 de julio de 2014
23:04:57
cubaneo dijo:
5
20 de julio de 2014
23:07:02
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