ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Mario Limonta será inolvidable. Foto: José Manuel Correa

Hay actores con una pericia tal para encarnar sus personajes, que se ligan raigalmente a ciertas épocas de la vida de su público. Mario Limonta es, en mi recuerdo, el rítmico zumbido de la olla de presión, el olor dulce de frijoles ablandándose, un rayo de sol a través de la ventana, y la flauta y los violines de la Aragón un poco enronquecidos a través de la radio, inundando la cocina de mi madre.

Es el sempiterno Sandalio Heriberto, el Vola'o, ese vecino de Alegrías de sobremesa que trataba  de mantener su apostura de «macho cubano», para terminar siempre rendido por las mañas pícaras de su mulatísima Estervina, magistralmente interpretada por la compañera del arte y de la vida: Aurora Basnuevo.

Para otras generaciones, Limonta –fallecido el sábado último, en la antesala de su cumpleaños 89– nunca dejará de ser el Sargento Arencibia, del programa San Nicolás del Peladero. Habrá también quien lo recuerde en filmes como Asalto al tren central, De cierta manera, El Brigadista, Miel para Oshún o Barrio Cuba.

A cada papel le puso un acento de verdad innegable, y la gente lo quería porque podía reconocerse en su interpretación: «Lo que hago tiene que ser auténtico, el personaje tiene que ser de verdad», decía.

Nacido en 1936, en Guantánamo, Mario vivió su infancia y adolescencia entre Holguín y La Habana. Había dos destinos posibles según su familia: la tabaquería (el oficio paterno) o una carrera universitaria. Pero el arte estaba ahí, como el verdadero horizonte deseado. Después de pequeños papeles en la radio, de matricular Derecho, de que la tiranía cerrase la Universidad, y de ser tabaquero, llegó al programa de aficionados La corte suprema del arte, donde conoció a Aurora y ganó la categoría de Estrella Naciente.

A partir de entonces fue ya un hombre de la actuación en la radio, la televisión, el teatro y el cine, y a fuerza de talento y perspicacia logró el galardón más alto y difícil de mantener: la popularidad, que no es, ni por asomo, lo mismo que la fama.

Autodefinido como cubano y revolucionario, mereció, entre otros honores, el Premio Nacional de Televisión 2009, la Distinción por la Cultura Nacional, el Premio Actuar por la Obra de la Vida (2014), el Premio Nacional del Humor (2016) y el Sello 65 aniversario del Icaic (2024) por la obra de toda la vida.

«Yo soy pueblo»,  y «Moriría por Cuba» son declaraciones de un hombre que no dudaba en proclamar el amor a la Patria, a la Revolución y a Fidel; que se describía como un tipo sencillo y desnudaba sus batallas íntimas, así como el valor para haberlas superado.

Pasan entonces su don de gentes, su capacidad para improvisar, y para hacer reír así como conmover, a integrar el patrimonio inmaterial de la Isla a la cual se entregó, y que le seguirá retribuyendo con genuino cariño.

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Manuel Domínguez Moreno dijo:

1

20 de enero de 2025

05:41:27


¡Cuánta tristeza ! ... El pueblo de Cuba, sin duda alguna, le invocará eternamente. Hombre comprometido con la Revolución y con su gente. Con su fallecimiento no solo el ICRT o el ICAIC están de luto ... también el pueblo cubano llora su ausencia, y con profundo duelo e intenso desconsuelo, le recordarán siempre. Un actor polifacético, sus actuaciones fueron impecables, perfectas, elegantes ... ¿cómo olvidar a Nacho Verdecia o al sargento Arencibia?. Ya está con su "mulatísima". Los dos, donde quiera que se encuentren, velarán a nuestro pueblo, y estarán deseándole un hermoso porvenir. Descansa en paz amigo.

Ricardo Desdin Toro dijo:

2

20 de enero de 2025

09:14:32


Se nos ha ido uno de los más grandes actores que ha nacido en Cuba ,siempre fue muy original y con gran popularidad,que se ganó por su talento muy peculariar