Cuando hace cinco años la empresa Netflix dio a conocer la existencia de una superproducción basada en la obra maestra de Gabriel García Márquez, la incertidumbre se apoderó de todo el que alguna vez en su vida había visitado, mediante la imaginación, las calles de Macondo, construyendo por sí mismo aquellos pasajes repletos de canarios, azulejos y petirrojos, o poniéndoles rostro a cada uno de sus habitantes a conveniencia personal, incluso más allá de las descripciones detalladas que dejaba su autor.
A finales del mes de noviembre, los medios de prensa a nivel mundial notificaban el fin de la espera. Cien años de soledad se estrenaría el 11 de diciembre en la reconocida plataforma. Lo que quizá no se esperaba el público cubano era que el 6 de ese mes, apenas cinco días antes, la multinacional llegaría hasta el icónico cinema Yara, de La Habana, para proyectar, por primera vez, los dos capítulos iniciales del dramatizado, con lo que se convertía en la atracción fundamental del 45 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.
A salón repleto de invitados, en una primera instancia, Francisco Ramos, vicepresidente de Contenidos de Netflix para Latinoamérica, comentó sobre lo inspirador que resulta para los latinoamericanos la creación de una obra con semejante nivel de producción, que nada tiene que envidiar al resto de las creaciones que han marcado pauta a nivel global, e instó a que esto fuera solo el comienzo de una nueva era en la cual el continente demuestre cada día más lo que es capaz de hacer su gente.
Aunque grabada en Colombia, la serie cuenta con gran participación de actores y trabajadores de muchos otros países del área, incluyendo a Cuba, que se ve representada mediante la actuación de la actriz Jacqueline Arenal, en el personaje de Leonor Moscote. Ella manifestó sentirse privilegiada de estar con sus amigos y público en un día tan especial. «Hay un Cien años de soledad en cada corazón cubano, hay un Gabo en cada uno de nosotros, nos lo apropiamos hace mucho tiempo», expresó la actriz, en nombre de sus coterráneos.
Fuera del cine, otros cientos de personas de diversas nacionalidades esperaban la segunda tanda que se llevaría a cabo. En sus opiniones, primó la duda de ver reflejado en imágenes lo que tantas veces fue producto de su fantasía. ¿Habría logrado Netflix la representación del pueblo más encantado de la literatura continental? Esa es una interrogante que solo pueden responder algunos privilegiados actualmente. Los demás, continúan ansiosos, a la espera de que el próximo miércoles, el realismo mágico del Gabo se apodere de millones de pantallas en todo el mundo.












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