
Cuando el 26 de septiembre de 1903 nació, en la finca Tajadora, en Calabazar de Sagua, Cipriano Justino Isidrón Torres, Chanito, pocos podrían imaginar la altura del talento de un hombre a quien el Indio Naborí bautizara como El elegante poeta de Las Villas.
Más de una centuria después, sus hijos y los hijos de sus hijos no dejan morir su legado y lo recuerdan de la mejor manera posible: con la 25 edición del Concurso de décima escrita y cantada Chanito Isidrón.
El escritor y jurado del certamen, Amador Hernández Hernández explicó que se celebra desde el año 1997, y solo dejó de hacerse debido a la emergencia sanitaria por la COVID-19. Precisó que tiene una frecuencia anual, y que rinde merecido homenaje a un ilustre hijo de este pueblo villaclareño.
«Promueve la obra de los que cultivan el género de la décima, la estrofa nacional, en especial entre los más jóvenes. El jurado atiende, igualmente a los cultores de la llamada “décima culta”. Además de la premiación, la casa de la cultura convoca a repentistas, escritores, artistas plásticos y grupos de música campesina para amenizar el guateque. En resumen, promueve importantes elementos de la cultura local y nacional», acotó el autor de La mordida de Dios.
La conmemoración en honor al Rey del punto cubano, organizada por la casa de cultura Onelio Jorge Cardoso, también incluyó actividades en escuelas, cooperativas cercanas y centros de trabajo, venta de libros, conferencias, un taller de repentismo infantil, proyección de audiovisuales, presentación de aficionados de música y danza y un guateque con la peña Chanito Isidrón, pues en «en ese jubileo los miembros de la peña Chanito Isidrón, de Calabazar, tuvieron una participación decisiva», destacó Hernández Hernández.
En esta ocasión se presentaron 15 obras. El jurado, compuesto por los escritores Alberto Rodríguez Copa, Amador Hernández Hernández y Leonardo Valdés, decidió premiar a Adriel Pérez Espinosa, con A medio siglo de ti; a la obra Guitarra, de Duniel López Quintanal, y también entregó una mención a Evocación a Ñaño, de Braulio Pastor Rodríguez Rodríguez.
Este tipo de evento a escala comunitaria cobra una vital importancia en el empeño de mantener viva la cultura tradicional popular y del repentismo radiofónico del siglo XX.












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