Viengsay Valdés, brillante exponente de la Escuela Cubana de Ballet, primera bailarina y directora del Ballet Nacional de Cuba (BNC), figura consagrada de la danza en este siglo, que ha recibido numerosos premios y ha actuado como estrella invitada en prestigiosas compañías de ballet del mundo, celebró este 14 de septiembre en el Teatro Nacional de Cuba el aniversario 30 de su debut profesional.
Aunque es imposible resumir tres décadas en una noche, la regisseur y maitre del BNC, Svetlana Ballester, concibió como directora artística una emotiva gala, en la cual Valdés interpretó algunos de sus roles más icónicos y queridos.
La velada comenzó mostrándole al público una representación de cómo la bailarina toma sus clases de ballet. Un momento muy especial fue cuando descolgaron del techo vestuarios de varios personajes a los que les ha impregnado la delicadeza de sus movimientos y el temple de su carácter. Ella danza con soltura entre uno y otro, como si estuviera tejiendo recuerdos entre ellos. Se transforma en Carmen, Giselle, Odette, Odile, Swanilda, Lucía Jerez, entre otros, reafirmando no solo su dominio técnico, sino también expresivo para encarnar roles y estilos diferentes.
Asimismo, el público pudo volver a disfrutarla en el famoso Adagio de la rosa, del primer acto del ballet La bella durmiente del bosque, acompañada por Dani Hernández, Alejandro Alderete, Ixán Ferrer y Bertho Rivero en los roles de los príncipes. El debut de Viengsay como la princesa Aurora en la versión integral de esta obra se produjo durante los festejos por el aniversario 60 de la fundación del BNC, en el 21 Festival Internacional de Ballet de La Habana.
De lo clásico se despliega, con igual virtuosismo, a una creación contemporánea, el pas de deux Loss, del ballet Love, Fear, Love, junto a Ányelo Montero.
Entre una presentación y otra, se repuso, al cabo de 13 años desde su última representación por la compañía, el ballet Después del diluvio, que fue interpretado por el joven cuerpo de baile. Esta coreografía de Alberto Méndez formó parte de importantes funciones que ha ofrecido el BNC, como la gala por el aniversario 50 del debut de Alicia Alonso en 1981. Su inclusión en el programa forma parte de la labor desarrollada por Viengsay de rescatar títulos significativos de la danza escénica cubana.
Para cerrar las presentaciones, subió a escena la Kitri de Viengsay Valdés, en el ballet Don Quijote. Los críticos la consideran una de las grandes intérpretes femeninas de este ballet a nivel mundial. En esta ocasión junto a Dani Hernández como Basilio, una vez más glorificó al personaje con sus equilibrios en puntas y sus fouettés. En esta gala se reafirmó que Viengsay Valdés se encuentra en plenitud de su forma física para continuar deleitando con su arte.
El homenaje culminó con un tributo fílmico, realizado por Ahmed Piñeiro Fernández y editado por Michel Pérez Castillo, que hizo un recorrido por momentos trascendentales de Valdés desde 1994 y hasta la actualidad. Mediante este se pudo apreciar la madurez interpretativa alcanzada por la prominente bailarina durante estas tres décadas de carrera artística.
Vestida de rojo, en medio del escenario, rodeada por todos los bailarines, maitres y equipo técnico que conforman el BNC, Viengsay sostuvo un ramo de flores que le regaló el maestro Frank Fernández, a su lado. Entonces ocurrió el deja vu que anunció la poetisa Nancy Morejón durante el espectáculo: «Cuando se alza el telón, los aplausos para Viengsay Valdés se vuelven una lluvia constante de los trópicos, que no cesa...».
Desde la Sala Avellaneda del Teatro Nacional, llena en su totalidad, se aplaudió por varios minutos el talento, y la disciplina de una artista que durante 30 años se ha entregado en cuerpo y alma a su pueblo.













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