ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Ilustración de Beatriz Ramo

La luna vino a la fragua / Con su polisón de nardos. / El niño la mira, mira. / El niño la está mirando. Ahí aparecen, en ese poema de Romancero gitano, la muerte, la soledad, la tragedia, y también la musicalidad y buena parte de las esencias de la cultura española.

Todas son zonas temáticas y raíces que confluyeron en la obra de su autor, Federico García Lorca, quien –no obstante– buscaba superar los encasillamientos: «Canto a España y la siento hasta la médula, pero antes que esto soy hombre del mundo y hermano de todos».

Había nacido el 5 de junio de 1898 y sus más lejanos recuerdos de niño tenían sabor de tierra; pero el ansia de totalidad lo llevaría al crecimiento artístico y, en fin, a la inmortalidad: «Me siento lleno de poesía, poesía fuerte, llana, fantástica, religiosa, mala, honda, canalla, mística. ¡Todo, todo! ¡Quiero ser todas las cosas!».

La poesía era, en fin, el amor hacia cuanto existía; y ese sentimiento lo puso el escritor de la Generación del 27 en su lírica, pero también en su dramaturgia. El autor de cuadernos tan sorprendentes como Poeta en Nueva York, regaló a la escena El Público, Bodas de sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba, entre otras obras paradigmáticas por su fuerza y calado social.

Creía que el teatro era «una escuela de llanto y de risa y una tribuna libre» donde podían evidenciarse «morales viejas o equivocadas y explicar con ejemplos vivos normas eternas del corazón y el sentimiento del hombre».

Si bien no tuvo una relación directa con la actividad política, su compromiso con las directrices culturales de la República –uno de sus aportes cimeros fue la organización del teatro universitario La Barraca–, así como su simpatía con determinados dirigentes, su orientación sexual y la defensa de la libertad personal y artística para sí y para el pueblo, le valieron la muerte.

Fusilado el 18 de agosto de 1936 por las fuerzas fascistas, su cuerpo en una fosa común se volvió parte anónima del paisaje. Antonio Machado pidió para él: Labrad, amigos, / de piedra y sueño en el Alhambra, / un túmulo al poeta, / sobre una fuente donde llore el agua, / y eternamente diga: / el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!

Desde entonces, hasta hoy, la vida y la muerte de Lorca son un canto a favor de la belleza que puede labrar el ser humano, y contra la profunda maldad de que también es capaz. Mientras, siempre, por el cielo va la luna / con un niño de la mano.

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Gonzalo Moya Cuadra dijo:

1

24 de agosto de 2024

23:45:04


El poeta de todas las cosas/el poeta de todas las rosas/el poeta asesinado/el poeta sepultado/el poeta desaparecido/el poeta dormido/el poeta sin paisaje/el poeta que derrotó al tirano Franco /el poeta de palabras misteriosas/trascendentes/el poeta con olor a tiempo/ruge Lorca/poeta incansable/poeta terreno/el poeta García Lorca/Vive.