Inevitablemente, el nombre de Patricia Ramos Hernández se ha mencionado mucho en esta 44 edición del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, y no solo porque estrene la conmovedora película Una noche con los Rolling Stones, después de que captara la atención de todos con El techo (2016), sino porque se convirtió, con ello, en la primera mujer de la cinematografía nacional en dirigir dos largometrajes de ficción.
Patricia es una guionista y realizadora a la que coinciden en describir como dulce y segura; ella misma afirma que se siente cómoda en un «tono triste-alegre», mediante el cual busca la espiritualidad entre una realidad que aturde. Sobre todo ello, conversó con Granma.
–Ha dicho en otras ocasiones que «hay tristezas y desasosiegos que son eternos». ¿Qué penas exorciza Rita?
–El dolor de la pérdida, de que no te elijan, de no estar en el momento justo. La vida de Rita, la protagonista de esta historia, oscila entre el desasosiego y las pequeñas alegrías, tal como creo que es la vida misma.
–¿Qué puntos de contacto hay entre El techo y Una noche...? ¿Qué rupturas?
–El techo era una película más pequeña, pocos actores, una sola locación predominante, y al mismo tiempo, más pretenciosa desde el punto de vista visual, por construir todo el relato desde una azotea.
«Una noche… es una película más “normal”. No tengo limitantes espaciales, aunque sí temporales, porque esta historia se ubica en los días previos al histórico concierto de los Rolling Stones en Cuba. Así que, de algún modo, está presente un determinado pie forzado a la narrativa.
–¿En qué medida la colaboración del Icaic con productoras independientes, como sucedió en Una noche…, y la existencia del Fondo de Fomento ya ha beneficiado a la cinematografía nacional?
–Lo mejor para mí ha sido el hecho de romper con el prejuicio que existía hacia las productoras independientes, normalizar las relaciones y el trabajo. Creo que falta flexibilizar ciertos procesos para poder ser más eficientes. A veces, la industria tiene limitantes, entre ellas, por ejemplo, el tope de salarios.
«Con respecto al Fondo de Fomento, creo que fue un gran logro. Se accede a través de una convocatoria, lo evalúa un jurado; tiende a la transparencia. Se supone que ganan los mejores proyectos y eso es una garantía, en principio, de que se apuesta por algo valioso.
«Pero con la actual crisis económica, el Fondo se ha vuelto ínfimo, y nuevamente estamos ante el problema de cómo conseguir financiamiento para lograr filmar nuestros proyectos».
Aunque hablar de la obra sea siempre lo más importante, se impone la reflexión sobre las determinantes de género en la industria. «Que en más de cien años de cine, tan pocas mujeres hayan hecho un largometraje de ficción indica lo difícil que ha sido el camino. Entonces, esta estadística, que celebro como una ruptura y una especie de protección para las muchachas que vienen detrás, es algo que no debería ser noticia».












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