CARACAS, Venezuela- «Respiro profundo, me tranquilizo y salgo». Ese es su ritual antes de cada presentación. Mía Goitía siente que con las palmas, público y artistas tocan la clave cubana. Eso la ayuda a agarrar el ritmo. Nada más oírlas se lleva la mano a la cintura.
En el Complejo Cultural Andrés Eloy Blanco están todos de pie en las gradas. Melómanos, bailadores, vecinos, familia han ido para «echar un pie» como parte de la Ruta Comunal de la Salsa, que cada fin de semana mueve simultáneamente a toda la tierra morocha.
Mía tiene ocho años y sueña con ser doctora y bailarina.Acá, como en Cuba, es casi un pecado o un delito no saber bailar salsa. Ella no solo domina los pasos básicos, sino que se desenvuelve con maestría, mientras artistas aficionadosde ambos países interpretan reconocidos temas del pentagramaafrocaribeño.
«Es la primera vez que se hace este evento en la comunidad. Es una manera de llevarle un rato de esparcimiento a la población, de revivir nuestras tradiciones culturales y de recordar que llevamos la salsa en la sangre y en la piel». Así lo explica Mireya Yélamo, responsable parroquial de Valle Coche, donde se encuentra enclavado el Complejo Andrés Eloy Blanco.
En esta iniciativa, que cuenta con el apoyo del Ministerio del Poder Popular para la Cultura, se han unido venezolanos y colaborados de las Misiones Sociales de la Mayor de las Antillas. «Es la unión del amor de dos países por la cultura que comparten», asegura.
D'Cuba se nombra la rueda de casino de los cooperantes de la Isla en Caracas, que se convirtió en el número más esperado de la inauguración de la cita. «Los cubanos no podemos ir a una fiesta y dejar de bailar cuando escuchamos salsa», insisteHenry Silvera, de la Misión Energética e integrante de la rueda.
«Este evento nos permite intercambiar estilos dentro del mismo género. Nosotros tenemos nuestro toque y los venezolanos tienen una forma muy suya de bailar.
«En un mundo donde la música más popular se aleja de la preferencia de la mayoría del público, este encuentro nos permite rescatar las sonoridades que nos identifican y que forman parte de la historia de ambas naciones».












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