El pasado viernes concluyó en La Habana el primer Congreso Internacional de Patrimonio Cultural, evento que durante tres días acogió el intercambio y debate entre más de 150 participantes de 16 países sobre la conservación, gestión y difusión de la herencia cultural de nuestros pueblos.
Las palabras finales del encuentro estuvieron a cargo de Nilson Acosta Reyes, vicepresidente del Consejo nacional de Patrimonio Cultural, quien comunicó a la audiencia las principales conclusiones surgidas tras el centenar de conferencias, paneles y presentaciones que conformaron el Congreso.
Uno de los temas más destacados fue la protección jurídica al patrimonio como herramienta fundamental para la conservación de este a través de políticas públicas efectivas. La aplicación de la ciencia y la innovación tecnológica fue descrita por Acosta Reyes como «una necesidad insoslayable para encarar los desafíos generados por el cambio climático, la ejecución de una gestión más efectiva, la actualización del
lenguaje museológico y facilitar la interpretación de los bienes patrimoniales».
Un eje central en el encuentro fue el uso de las tecnologías de la comunicación y la información para la promoción del patrimonio, tendencia que se ha visto en aumento después de la pandemia de la covid-19. Otro tema de debate fue la lucha contra el tráfico ilícito de bienes patrimoniales, hecho que durante siglos ha despojado a las naciones de elementos culturales de peso en su historia e identidad. Además, se reiteró la idea de que la educación es fundamental para que las comunidades conozcan y se apropien de su patrimonio, y, por tanto, contribuyan a su conservación y divulgación.
Durante el cierre se homenajearon dos de los elementos que Cuba ha sumado a la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, de la Unesco: el punto cubano y los saberes de los maestros roneros.










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