ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
El Ballet de Camagüey es la segunda compañía clásica de Cuba. Foto: Rodolfo Blanco Cué

Camagüey.–Visto a la luz de los 55 años que acaba de cumplir el Ballet de Camagüey, este 1ro. de diciembre, no queda más que rendir honores a una agrupación negada a dejarse vencer por las adversidades, siempre presta a aprovechar cada oportunidad para renovarse y salir adelante.

Primera compañía de ballet clásico creada tras el triunfo de la Revolución, mucho le debe a la perseverancia de su fundadora, Vicentina de la Torre Recio, y a la voluntad política del Estado de crear una institución cultural de ese tipo, privilegio solo dado a unos pocos países con suficientes recursos para ello.

Vicentina de la Torre, Joaquín Banegas, Fernando Alonso, Jorge Rodríguez Vede, Regina Balaguer… bajo la certera conducción de estos ilustres maestros se forjó un colectivo que hizo caso omiso al «fatalismo provinciano», para abrirse paso, a fuerza de talento y profesionalidad, en el apasionante mundo de la danza.

«Han sido años –refiere su actual directora general, Regina Balaguer Sánchez–, de mucho trabajo, de logros y de sinsabores, de proyectos cumplidos y otros a la espera de tiempos mejores y, sobre todo, de mucho amor, energía y sentimiento para darle al público lo mejor de nuestro arte».

En ello coincide la maestra Hilda María Martínez de la Torre (Lila), quien acumula ya 40 años de vida artística, buena parte de ellos dedicados a transmitir sus experiencias y a formar a los bailarines que han transitado por sus clases y ensayos en el ámbito creativo del Ballet de Camagüey.

«Como ha ocurrido con otras agrupaciones, comenta, hemos sufrido también el éxodo de bailarines, problema que no ha sido mayor porque nos nutrimos de los egresados de la Academia de las Artes Vicentina de la Torre, a quienes tenemos que dedicarles tiempo para que lleguen a ser las nuevas caras de la compañía».

Jefa del Departamento de Ballet en la mencionada institución, la exbailarina Acela Piña Montoya reconoce la capacidad de respuesta del equipo de dirección, en medio de limitaciones de todo tipo, para no detener el trabajo, incluso, hacer grandes obras del repertorio tradicional y cumplir los compromisos contraídos.

«Estoy muy agradecida a la compañía, explica, por el apoyo que a diario recibimos. Tenemos el privilegio de tener incluida en nuestro claustro a la vanguardia artística del territorio, trabajamos juntos y ese fruto pasa luego de la escuela a la compañía, como es el caso de los 22 estudiantes recién graduados de la especialidad».

De las últimas hornadas de la «Vicentina» salieron, hace tres o cuatro años, Harold Báez Corona y Shirley Suárez Huerta, dos jóvenes figuras que, de proponérselo en el orden técnico-artístico y en el sacrificio cotidiano, están llamados a ser los futuros primeros bailarines del Ballet de Camagüey.

«Ser parte hoy de la compañía, asegura Shirley, constituye un sueño cumplido, a la vez que un honor y una responsabilidad muy grandes, porque ambos somos muy jóvenes aún. Hemos tenido jornadas muy tensas y agotadoras de preparación, pero cuando priman la entrega y la pasión no hay imposibles».

Ese ha sido el azimut seguido, de manera invariable, por el Ballet de Camagüey en estos 55 años de trayectoria: no cansarse, perseverar, sumar voluntades y renovarse constantemente, a sabiendas de que es la senda más auténtica para trascender y contribuir con su obra a engrandecer la escuela cubana de ballet.

COMENTAR
  • Mostrar respeto a los criterios en sus comentarios.

  • No ofender, ni usar frases vulgares y/o palabras obscenas.

  • Nos reservaremos el derecho de moderar aquellos comentarios que no cumplan con las reglas de uso.