ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
La Orquesta Hermanos Avilés, en el año 1982. Foto: Juan González

Holguín.–¿Cuál es la razón por la que la Orquesta Hermanos Avilés llama la atención 140 años después de que apareciera, por vez primera, en un escenario público? Quienes estuvimos en el concierto de apertura de la Feria Internacional Iberoarte, en marcha en esta ciudad hasta el día 20 de este mes, pudimos apreciar que la agrupación es poseedora de un amplio potencial para ofrecer música para bailar y escuchar, con capacidad de asimilar lo más valioso del mundo, pero en medio de una predilección por lo propio.

El maestro Gastón Allen, quien conduce la agrupación, asegura que la razón de esta es servir de soporte y medio de promoción de lo cubano. «Y no hay mejor forma para eso que tocar son, evitando todo estancamiento posible».

«Nos oponemos radicalmente a convertir la orquesta en una pieza de museo. En nuestras orquestaciones y forma de hacer música se aprecia la intención retadora de avanzar, de no conformarse con el tradicionalismo, lo que nos ha hecho dejar atrás etapas.

«Por ejemplo, en los años 80 ya hubo una necesaria renovación. Fuimos fieles al reportorio de alto nivel técnico de la agrupación, que se debió, en gran medida, a contar en sus filas con Juanito Márquez, uno de los músicos cubanos más importantes, quien dejó arreglos que todavía son clases magistrales. Al analizar que había disminuido la popularidad alcanzada en los 60, comprendimos que debíamos aprovechar el alto nivel técnico y los valores estéticos logrados en favor del surgimiento de una nueva imagen, desde el punto de vista sonoro.

«Era el auge de la salsa, y aprovechamos para insertarnos en ello con nuestro estilo de tocar. Surgieron números como La leche, El que tira que hala, Préstame un peso, Vicente. Seguía siendo música de profundo contenido técnico, pero de mucho sabor popular, lo que se apreció también con la canción Son al amanecer, que, según confesiones de compañeros que cumplieron misiones internacionalistas en África, estimulaba el orgullo por ser de este país. No se trataba de una canción política, pero evocaba la cubanía en medio de esa epopeya.

«En 2004 hay otro renacimiento. La popularidad de los 80 y 90 no era la misma. El reguetón se introdujo en el panorama musical del país y creímos que se debía seguir dando protagonismo a la música cubana. No era la simple negación de algo que nos llegaba, sino una posición de defensa de la identidad, de darle a cada cual lo que le corresponde.

«Hoy buscamos nuevas sonoridades en interés de un son superior, que eleve el vuelo a la música cubana en cuanto a ritmo y armonía, basándonos en la idiosincrasia de nuestro pueblo, para que atraiga a gente de todo el mundo a absorber esos ritmos y los conviertan en motivos de estudio para el bien de la música en general».

 

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